lunes, 29 de marzo de 2021

Carta del anciano amante.


 (Eric White)


Entre los pinos, corriendo en zigzag, resbalando en el musgo, ha pasado tanto tiempo que he olvidado cómo escribirte, con anzuelos, con embudos, con orquídeas en los márgenes, cómo, sentado con las piernas cruzadas o colgado de la punta de un pararrayos, alpinista con los dedos apoyados en el vacío, purificándome en la dialéctica represión/ simbolización, necesito sobriedad, calmar estas ganas de inventar esdrújulas, esta manía de afilar las uñas de los gavilanes, esta necesidad, aún, de verte, ay, asomada al cuarto piso o al abismo donde paseábamos cuando llegó septiembre y conservábamos en la piel las huellas de playas lejanas, tú en el sur, yo en el norte, siempre hemos estado lejos mientras crecía la hierba y no lo sabíamos, mientras llegaba la noche y pensábamos que no había amanecido, buscándonos en la plaza donde fuimos niños y llenamos los bancos de besos presentidos, de miradas entre los juegos que no lo eran y tu seriedad flotando como un trasatlántico ebrio por el océano de tantos años sin vernos, estanque de los patos, marca de un cuadro en una pared vacía, ciudad de símbolos, demasiado pequeña para juntarnos, demasiado grande para encontrarnos por azar en la Gran Vía, en un bar de las Siete Calles, en el cielo pintado de algún cabaret en el que perdía mis reservas de ilusión, el rescoldo de esperanza cuando tenía tanta sed, tanta hambre de verdades alineadas sobre la mesa que no compartimos, sudando cuando subía la cuesta, para verte, la amada de mi amigo, la niña seria que miraba desde el confín de un mundo al que no tenía acceso, demasiado asustado en una vida para la que nadie me había preparado, en la que las reglas las ponían siempre otros, ellos, crecí luchando contra ellos y luego yo fui también ellos y hay largas épocas de mi historia de las que solo recuerdo que estuve allí, cantando o escondido bajo la cama, esperando un milagro hasta que comprendí que los ángeles eran de cartón, que el demonio tenía un tridente verdadero, que las maletas estaban vacías y que la única forma de distinguir un lunes del domingo era pintarlos con lápices de colores, dónde quedó el contorsionista que saltaba las barras de los bares, el que enmascaraba los sueños perdidos con risas desencajadas y labios pretendidamente hábiles, ahora ¿lo notas? ahora es demasiado tarde para todo y este que ves y no ves es un puntilloso recolector de sueños que grita frente a tu jardín mientras Tobías ladra a la luna y las estrellas han ido cayendo en el campo de girasoles donde se refugiaban los vagabundos y Mary Taylor, los testigos perspicaces que anotan fechas y dichos, la anchura de la acera y al otro lado estás, distante y cansada, con los muslos temblorosos de olvido, con ese pañuelo que te oculta el rostro, con las pupilas como talladas por el efecto de mirar las almas al trasluz, oficio de maga, de sabia que esparce sales y azufre por los quicios del cerebro, ceremonia de paraguas, soledad de estas palabras goteando desde la última esquina de una quimera, altar con cirios encendidos y las alfombras llamándose de habitación en habitación...¡alto! esta es la carta de un anciano amante sin apenas fuerzas para sujetar la pluma, sin ideas para decir lo que quiere decir, sin otro impulso que pararme frente a ti, extender los brazos en cruz y decirte que esto es lo que de mí queda, que este rehén de tu recuerdo soy yo y esta luz que llevo en las manos es lo único que puedo ofrecerte, reina de mis sueños, bella mujer al otro extremo del mundo.

6 comments :

Moony-A media luz dijo...

Sencillamente maravilloso.

Un abrazo.

Pedro M. Martínez dijo...

Moony-A media luz, muy agradecido. Abrazos de lunes.

eli mendez dijo...

Uhhhhhhh
Esto siiiii que es bien bonito!!!
Enhorabuena la capacidad del anciano amante de guardar esos recuerdos entrañables con su amada y expresar de manera tan hermosa sus sentimientos.
No creo que no le quede nada por ofrecer, porque derrama una inmensidad de amor ese hombre.. Texto para sacarse el sombrero Pedro!!!Me super encanto!!Y como es lunes..a tomar los colores y pintar este dia! Besosss coloridos

Pedro M. Martínez dijo...

eli mendez ser anciano y amante es complicado, escribir algo que guste y se entienda también, concitar alegrías también es complicado, lo de las tristezas es más fácil. La afición de escribir está en ese equilibrio entre lo que uno cree y lo que otro lee. Y ya me he puesto insoportable, creo que es porque hoy tengo un día especialmente sensible, debe ser la testosterona. O puede ser porque he tenido un lunes francamente agradable, he subido al monte, me he perdido entre bosques y vacas, he tenido conversaciones interesantes y un etcétera sencillo pero rico. Besos de señor mayor.

Tesa Medina dijo...

Hermoso, visual y poético.

Los amantes viejos que no se rinden, a los que se le oxidan las articulaciones pero no el corazón tienen mucho que ofrecer, porque la única ventaja de hacernos mayores es en ocasiones la lucidez y que ya no tenemos que demostrarnos nada a nosotros mismos ni a nadie y eso nos hace valientes y más osados. Ojalá se lo hubierra dicho de esta manera antes...

Me ha gustado mucho, Pedro, conmovedor el final y esas alfombras llamándose de habitación en habitación... genial.

Un beso,

Pedro M. Martínez dijo...

Muchísimas gracias, Tesa Medina, no soy amante ni viejo (bueno, tendríamos que discutirlo) pero sí me gusta compartir lo que escribo. Agradezco mucho tu comentario. Un beso.

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