lunes, 30 de abril de 2018

Como nosotros nos hablamos

Dame Laura Knight

Mi amada, quiero sentarme ahora a tus pies, abrirte el corazón, derramar todas las emociones que me produce tu presencia, el inmenso dolor de tu última ausencia, pensarte, lo que sé de ti, lo que aún ignoro, tus misterios, tus certezas, tus miedos, tu dulzura, desgranar uno por uno los temblores que me crecen en mitad de la cabeza cuando dices tiernas palabras, cuando tengo tu cara entre mis manos y sé que ahí empieza el mundo, que a pesar que no entiendo tantas cosas tú has cambiado mi vida, nada es igual desde que me maravillas, me atraes, me dejas al borde de una acequia de sombras, me rescatas, me elevas, cruel, me dejas caer desde lo más alto, me sacas del fondo del pozo, me das patadas en la cabeza para que me hunda, una y otra vez apareces como la hechicera que todo lo puede y, ay, no quiero pedirte clemencia, reina, que como estás tan sensible igual no lo digo bien y algo te raspa y no, eso no, que escribo a tientas porque no puedo estar callado, que se me escapan las palabras de puritas ganas de decírtelas, de que alguna se prenda en tu oído, te guste, te haga feliz y sonrías, añoro tu risa, niña de colores que me muero de ganas de amarte hasta que no podamos más y mirarnos ahí dentro, jamás he visto a una persona tan dentro como a ti te he visto, entrando por tus ojos que se quedan detenidos, inmóviles, deslizándome por la parte interior de esa mirada de luz como un tobogán hasta tu centro, allí donde quisiera llenarte de gardenias y claveles, de rosas rojas y orquídeas, de la hiedra de mi amor que te trepe y se lleve esos bichos que te muerden, que no te dejan, como quisiera pasar una puerta y estar en Roma, en algún lugar donde nadie más que tú y yo, cerrar el mundo en un abrazo y ya se me escapa la nostalgia y tu pides concreciones, es cierto, pero no puedo romperme el corazón cada día y seguir cuerdo, no puedo estar desnudo sin pudor, no sé, temo dejar el disfraz y no encontrarme. Nadie nos hablará nunca como nosotros nos hablamos.   

domingo, 29 de abril de 2018

Parker y la mujer silenciosa




Parker no puede callar más, añora la dulzura de aquellas manos, los labios que besaban sus párpados, la voz que le bañaba en aguas claras, lo más parecido a cuando con marea baja buscaba percebes en las rocas lisas de Ogoño, atento a las olas traidoras.

Tantas cosas ignora aún de ella, las camas en las que ha dormido, los pájaros, animales oscuros, música, temblores, miedo.

Pero ella se esconde detrás del abanico, cierra las puertas, levanta paredes imaginarias, agravios reales, silencios o despedidas, baja al subterráneo, se pierde en viajes a países lejanos.

Y Parker sigue así, anhelante, confuso, hambriento, inseguro, con las heridas abiertas, con la memoria a flor de piel, con el cuerpo esperando el bálsamo de ese cuerpo de niña con mente de anciana.

Ven, musita.
Pero no viene.

sábado, 28 de abril de 2018

Veronese


(Paolo Veronese -La infidelidad)


Viernes por la noche. Una reunión de amigos para celebrar el inicio del fin de semana. Hablábamos de muchas cosas, de nada. Cuando la conversación decaía recurrimos al tema de la fidelidad, éxito seguro. ¿Ves cómo puedo hacer dos cosas a la vez?

Según se iban sumando opiniones los hombres sonreían y las mujeres se burlaban. Alguien lanzó la hipótesis de una teórica relación ¿sentimental?, ¿sexual?, entre integrantes del mismo grupo, es decir un cruce de parejas, o con terceros. También sí, en caso de ruptura, de separación, de ahí te quedas, de divorcio, quién continuaba en el grupo. Así, mi vida, así me gusta.

Se animó el tono, el fondo y la forma, las voces subieron de intensidad, como era la cuarta ronda de bebidas los ánimos estaban eufóricos. Ana, divorciada desde hace años, pedía castración en caso de infidelidad, cortársela. Carmen era más tolerante y decía que no, solo dejarle la maleta en la puerta, sea él o ella. Julia, maternal, pedía comprensión y perdón, tiene cuatro niños. Begoña no decía nada y sonreía. Cielo, levanta un poco la espalda que se me ha dormido el brazo.

Sacamos vino, jamón del bueno y seguimos entre risas y alguna cara seria. Juan contó anécdotas de su anterior matrimonio. Luis insistía en que el hombre es polígamo de natural y la mujer monógama por educación. Todas, sin excepción, le abuchearon y le llamaron machista de mierda. Javier pidió permiso para confesar lo suyo, en su primer matrimonio, su pareja le dejó por un viajante de Sabadell, no le hacía ninguna gracia aquella charla. Nadie conocía esa parte de su vida. Cariño, échale un poco salero que con tanto hablar me desconcentro.

Vista la disparidad de criterios y que algunos empezaban a cansarse del tema Alberto sugirió cambiar de bar y salimos gesticulando, discutiendo sin enfadarnos y dando gracias porque en nuestra cuadrilla no podían pasar esas cosas. Bueno, preciosa, vamos al lío que he quedado con tu marido para preparar la excursión del domingo y   Conchi se enfada si llego tarde a cenar.

viernes, 27 de abril de 2018

¿Qué somos?



Todo esto de aquí (o sea, Aquí) viene bien para la Autoestima. 

Lo que he compartido ha tenido quince me gusta./O/ Nadie me ha comentado, ¿no les habrá gustado?/O/ ¿Podré escribir un libro?/O/ ¿Escribo mejor que María? (mi madre dice que sí). 

¿Es buena la ausencia de crítica?, ¿es comodidad?, ¿realmente a alguien le importa?, ¿quién puede establecer los criterios?, ¿quién determina lo bueno de lo malo?, ¿existe el mal?,¿somos una unidad de destino en lo universal?, ¿qué somos? 

Deja, deja, no contestes (Aquí).

jueves, 26 de abril de 2018

Pacienzudo.




Trato de sobornarme los sentidos con luz, con música, con palabras que no entiendo, pero no basta.

Todo es vulgar materia entre los dedos, quema al mediodía, mañana arrasada, noches tan largas, un funámbulo hace gritar a los mirones, un hombre escucha voces, ese otro dibuja con sus dedos el vacío del mundo, el hueco entre tanto y nada. 

Una mujer delgada vive en la melancolía.

El resto ahí, tan pacienzudo, esperando.

Lo mejor es irse a pasear por el filo del olvido.

Agur.

miércoles, 25 de abril de 2018

Casi nada


La Danse de Diable - Erik Desmazières


Desde hoy, a las once y veinte minutos de la mañana, quiero ser intrascendente, soportarme, absolverme, darme la paz, mirarme. Defenderme de la miseria, comprar mentiras en el mercado negro, vestir de blanco. Cerrar los ojos, perderme en lo nimio, aliarme con el sol, borrar el aguacero. Soplar los fragmentos solitarios del recuerdo, representar la vida, su certeza. Escoger una ruta, equivocarme, salir de noche, como un prófugo, fugitivo de mí mismo. Ahondar en el misterio del azar, masticar el error, mirarme de frente, sonreír Llegar al límite tardío, involuntario, inmóvil, como un pez no solidario. Someter el dolor de la añoranza, su consistente aroma oscuro, olerlo. Entrar al laberinto del miércoles, seguir hasta el final del pasillo de la víspera del jueves, hasta  el cuerpo desnudo tendido en el lado luminoso del amor del viernes. Soltar al miserable maniatado que solloza en la isla. Acumular innominadas reivindicaciones,  gestos huecos y una mirada de perro tras los cristales del sábado. Después el puente. Casi nada.

martes, 24 de abril de 2018

Anillo dorado



Mujer que yaces a mi lado, inmóvil como la esposa de Lot, salada tú también, dulce como el moscatel de Chipiona, picante como un pimiento, dorada tu espalda en el peregrinaje por las costas del sur, adoro ese contraste de piel blanca en tus nalgas, en tus pechos que me envían mensajes como palomas cómplices; tus brazos cansados de desbrozar con el almocafre las malas hierbas de mi pensamiento único, esparciendo polvo en mi camino a ti, tan transitado, tan amado, tu cuerpo entero lleno de atajos al baúl de tus suspiros, de tu corazón vencedor en nuestra batalla, en la que siempre, sometido, derrotado, me postro con mi alfanje roto, mis lanzas, mi adarga que entrego en una rendición sin condiciones.
Oh, mujer que sabes que mis naves de recreo sólo quieren arribar a tu puerto de luz; que trazas, traviesa delineante, mi única carta de navegación; que sabes que un cíclope ciego de deseo me lleva de la mano hasta tus altas almenas; qué náyades con tu rostro me acarician mientras avivo y soplo la hoguera de esperarte.

Escapan los pájaros de mi jaula, vuelan por campos de tréboles en los que tu no transitas desde que los trenes dejaron de pasar por nuestra ventana abierta al murmullo del otoño que viene, los mismos que guardamos en fotos enmarcadas, en textos que reservo solo para ti, que no regalo, nostalgia no controlada de tu cuerpo, no numerada.
¿Duermes, amor?, tu rostro está escondido por la melena que agitas a veces para espantar ese deseo que se posa en la misma piedra con musgo, en los pies que huyen sin saber dónde. Déjame que calme el desasosiego, que nos abracemos como lo hicimos bajo el agua de aquella piscina azul, los mirlos esperan en su rama, cuantos minutos llevamos así, las burbujas nos delatan, me falta oxígeno, necesitamos el mar o la tormenta, que llueva o qué de una vez por todas se sequen todas las fuentes, que se caiga el campanario de la iglesia del cerro o que se cumpla el sueño de pasear por esa playa casi desierta – solo esa pareja que envidiamos y que inventan el amor cada atardecer-.
Algo debe ocurrir y los gemidos, algo debe pasar y mi ansiedad calmándose como un caballo después de una carrera – la figura es torpe, pero está llena de notable parecido-. ¿Sueñas, mi reina?, no sueñes, deja que la noche nos lleve abrazados hasta el alba, hablándonos como adolescentes, como turbios adictos a querernos, como los feroces amantes que somos, como las fieras que podemos ser, como el milagro de nuestros cuerpos enroscados, palpitantes, sudorosos,enemigos, cómplices, uno.
Verte así, desnuda, hace brillar el anillo de mi dedo, llena mis ojos de lágrimas de alegría fluyendo como un arroyo del monte entre la niebla de anhelo, delicada hembra tumbada a mi costado como una hurí pintada por Vargas, mi faz de Buck vibra y vibra, altera la vena dorsal profunda y mis nervios se llenan de minúsculas esferas de energía brillante que saltan bajo los músculos tensos, prestos, atentos.
Sudo, bien, sudo y de entre los labios, sin control, cae mi baba mientras te miro y remiro y mis manos inventan alfabetos, dibujan estrofas que conozco y repito, como una letanía, como perlas negras en una sarta que desgrano entre los dedos que se deslizan ahora a milímetros del planeta incandescente de tu cuerpo bajo las sábanas que me llama y llama...

Querido, lo siento, esta noche me duele la cabeza, mañana...
Vaya, otra noche qué no.

lunes, 23 de abril de 2018

Parker no espabila


Parker ha muerto muchas veces, por muchas mujeres. Creía que esta vez, ayer, - ¿o fue mañana?- también iba a morir. Pero no. Jamás ha amado a nadie como a esa ingrata. Pero no muere. Algo ocurre ¿Qué es esa desmemoria? Se ha asomado al abismo y no estaba.

No estaba.

Eso que la disecea no le impide, aún, escuchar el latido puntual del deseo, a veces como un torrente, a veces como un zumbido de insecto en sus oídos torpes, cansados pero atentos.

Este Parker no espabila ni a tiros, debe ser que está vivo.

domingo, 22 de abril de 2018

Boxeador sonado




He asesinado al poeta, al boxeador, al sinsorgo, al místico que nunca fue.
Los amores que dictaron discursos se han borrado del facistol de la sacristía.
Me duermo en el atril.
Eso.
Ya.


sábado, 21 de abril de 2018

Hoy tengo ganas de ti,




Sale un hombre del opaco y grita airado “Die Grenzen meiner Sprache bedeuten die Grenzen meiner Welt” (Los límites de mi lenguaje representan los límites de mi mundo), que escribió en 1922 el filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein en su Tractatus lógico-philosophicus 5.6. Habrá un tiempo en el que estas cosas me impresionarán. Mañana. Hoy me dedico a temas sin temas, al quizás de este no que musito. O sea que estoy cansado, que´s mucho tiempo, que ya no sé cómo decir lo que ya he dicho/sentido/sentiré. Aun así, tú ves, voy y vengo por textos que no sé cómo me invento con eso de la inercia y el deseo de desear. Y las ganas. Hoy tengo ganas de ti, que cantaba no sé quién, pues no, que las ganas se están mudando a territorios indefinidos en los que solo hay agua y amaneceres, silencio y gaviotas a lo lejos, a ras de la superficie oscura de mi mar (en el qué, por cierto, se reflejan las nubes negras de la borrasca de turno). El fin de la tierra.

viernes, 20 de abril de 2018

Lineal

Norman Rockwell, Easter Morning, 1959.


No sé si este oficio de vivir da para algo más que para el fugaz avistamiento del taller donde. Borroso, está borroso, el futuro es un hilo perlado de rocío temblando en un amanecer incierto. 
Pero amanece. 
Hoy.

 No le entiendo.

Llegó un momento en el que supimos que no había nada que entender, que las reglas de juego eran falsas, que las rayas amarillas del campo se pintaban cada mañana.
When a wake up in the morning que cantaban no sé quién, muchos, una imagen recurrente, encarar la/el mañana.

No me he levantado aún.

jueves, 19 de abril de 2018

La gallina



 Así pasan los días (y yo desesperando/y tú, tu contestando/quizás, quizás, quizás) en busca de la retórica que defina el vacío, el bostezo, refrenar el instinto de contarlo todo de golpe y la semana que viene ya veremos.  No, no lo vemos así, esto va día a día, goteando, administrando la voz.

Hay una certeza, la rutina mata la emoción, en lo cotidiano se pierden los temblores, todo ya es esta  absurda amalgama de palabras, es igual corazón, hígado o lo testicular, nada es nadie y yo qué sé.

Pero vuelva usted mañana (por favor).   

miércoles, 18 de abril de 2018

Memez



Ya lo decía Emerson: "Emplea el lenguaje que quieras y nunca podrás expresar sino lo que eres". Quiero decir que da igual estar aquí desde hace once años o desde ayer, al paso lento, al trote o al galope desenfrenado. Dejar textos oscuros,  emocionantes o preñados de irresponsable sensiblería. El meollo está en las expectativas, en el deseo, en la ambición, en la presunción de inocencia, en la desesperación del escritor por decir, en la alternancia entre subastero y gilí. El único personaje es el que lee, el que esconde los valores, el propósito de esto, el que busca redención o ternura, el que enreda su trama para que el conjunto de palabras no le parezca tan insulso, lineal, o sea una memez…

martes, 17 de abril de 2018

Toro negro.


En principio está el paisaje con árboles y el vacío, lo que no hay, elogio a la ausencia, águilas o música, hombres junto a la hoguera. 

En lo que hay y no se ve, detrás, una mujer  camina por un sendero (por cierto, en la mano derecha sujeta el extremo de un ronzal, el otro extremo pasa alrededor del cuello de un toro negro). 

Todo esto es folclórico, simbólico y onírico, a partes iguales.



lunes, 16 de abril de 2018

Lo angelical

William-Adolphe_Bouguereau_(1825-1905)_-_Song_of_the_Angels_(1881)

La vida soñada de los ángeles es un balancín rojo donde se mece a un lado la realidad, que es una señora delgada, desmemoriada, incómoda, absurdamente sentada en lo alto de los días, al otro lado  su pareja, el grueso señor de la mentira en tres dimensiones que mira sin ver.

Esas cosas raras de los querubines.

domingo, 15 de abril de 2018

Trapecio.





Lector es el que lee, escritor es el que escribe, la existencia la marca un reloj desenfrenado. Un día cualquiera, para cuando te quieres dar cuenta, estás subido en un trapecio de colores, cabeza abajo, emulando a Pinito del Oro, un suponer. 

Un resbalón puede ser fatal. 

Y te caes, claro. 

Ploff.

sábado, 14 de abril de 2018

A ver qué lees que te estoy grabando.



¿Qué quiere decir esto que digo/dije/diré?, pues yo qué sé, dije y digo y varios días después lo entiendo. Curioso. Es así. Suerte y desgracia. Transitar por lugares llenos de símbolos y recuerdos, llevar de la mano el afán y una llave. La inspiración es un caballo que a veces corre por otras praderas. Se lo dije a no sé quién, esto no es lo que quiero escribir/decir/compartir, pero las palabras/ideas/sentimientos han saltado por una ventana y temo estrellarme con ellas en el silencio negro de la noche, el olvido y objetos en espera del próximo dueño. «El silencio es retórica de amantes», escribió Calderón, pero los amantes se han jubilado y pasean por playas diferentes y apenas hay obras públicas que dirigir desde detrás de la valla, mirando el trabajo ajeno. Olé.


viernes, 13 de abril de 2018

Campanas al vuelo

Pulpo Facebook comiéndose usuarios desprevenidos. 

Señoras y señores, pues eso, lo único que está claro es que Aquí somos muchos, que dedicamos tiempo, ilusión, esfuerzo, que nos copiamos y pegamos pedazos de la mente y el corazón, desde ilusiones  y recuerdos hasta traumas y decepciones, incluso imaginación, noticias, mentiras. Y mucha música, la que nos gusta y la que gusta a otros.

Tampoco es para echar las campanas al vuelo, no vienen feligreses, cada uno en su propia iglesia, a nadie le importa nada más que lo suyo.

No hay Mesías, eso es lo bueno, esta es la absoluta igualdad, la misma talla, los mismos derechos, agrupémonos todos,  esta es una democracia perfecta, todos pensamos, todos sentimos, todos somos guapos y anónimos, no hay edades, no roncamos, vivan las redes sociales y el padre supremo que las inventó, viva  Zuckerberg (ya ves, con esa cara).


Qué se habrá creído.

jueves, 12 de abril de 2018

Tiempo normal




Robert Capa1-Barcelona, Enero, 1939

El muerto estaba en un cruce de caminos; no llevaba uniforme; tenía la cabeza destrozada; su sangre se había secado en el polvo. Nuestro perro ladraba y corría arriba y abajo por el prado. Juan lloraba y Susana nos abrazó. Me gustaba el olor de Susana, tenía unos pocos años más que nosotros y su cara era como la de una virgen de misal.

Para alejarnos de la ciudad, nuestra madre nos llevó al caserío del abuelo y nos dejó al cargo de los guardeses. Apartándonos de las calles pretendía ponernos a salvo de los saqueos, de la violencia y de la brutalidad de la guerra en la capital.

Nuestra habitación estaba sobre el establo. En una esquina, por un agujero entre las maderas del suelo podíamos ver las vacas, los bueyes, resignados, casi inmóviles, a veces mugían y nos despertaban. También nos despertaba el canto del búho, los chillidos de los cerdos y los pasos en el altillo. Hacía frío y hasta la incómoda y ruidosa cama de muelles nos llegaba el fuerte olor de los animales. Juan añoraba a mamá y no entendía por qué nos habían dejado solos. De nuestro padre no hablábamos nunca. Los asalariados nos ignoraban: el hombre pasaba el día en el monte; la mujer, siempre seria, tosía entre el alboroto de las gallinas; era su hija Susana la que nos cuidaba y preparaba la comida, la acompañábamos cuando llevaba a pastar a las vacas.

Los días eran largos y aburridos. Nos daba miedo el bosque, la oscuridad, el graznido de los aguiluchos, los conejos, el gallo grande, bajar al prado junto al arroyo, el barbudo vecino de la casona en la hondonada y las sombras de los árboles detrás del granero. Sobre todo temíamos al hombre que venía a veces a cortar leña; procurábamos no tener ninguna relación con él, un individuo mal encarado que una mañana me riñó porque me había subido a un manzano, blasfemaba y dijo no sé qué sobre los niños ricos.

El grupo de hombres armados caminaba hacia la cantera, gritaban. Susana nos escondió detrás de unas zarzas y allí estuvimos tumbados mucho tiempo, con la cara entre la hierba, atemorizados. Entre temblores, sentí algo especial con la mano de ella en mi cabeza.

Sentados junto a la fuente, mientras los animales abrevaban, vimos pasar varios aviones en dirección norte. Susana no sabía lo que era el norte y se lo expliqué. A cambio ella nos habló de cómo orientarse en la oscuridad siguiendo las estrellas. Esa noche, asomados a la ventana, a lo lejos, desde detrás de las montañas nos llegó el resplandor de los bombardeos sobre nuestra ciudad. Nos dormimos muy alterados.

De madrugada me despertaron unos sonidos que no podía reconocer. Me tumbé junto a la pared y por el agujero del suelo miré entre las maderas. En la oscuridad, sobre un montón de paja seca y hierba cortada, distinguí unas piernas blancas, abiertas, desnudas. Después pude escuchar unas palabras groseras del leñador mientras se acercaba y pude ver sus nalgas moviéndose arriba y abajo sobre los gemidos y las risas nerviosas de ella; el hombre, al cabo de un rato, soltó una imprecación y quedó quieto sobre Susana que miraba al techo con ojos tristes. Estoy seguro que ella pudo verme.

A la mañana dije que me encontraba mal y me quedé en la habitación, no subí a los pastos. Desde entonces los días fueron aún más largos y más tristes. No volví a hablar con Susana. El sábado siguiente, nuestra madre vino a buscarnos y un tren lento nos llevó hasta Barcelona, donde vivían los abuelos.

Han pasado tantos años y aún recuerdo aquella madrugada y la mirada de Susana cruzándose con la mía.

Y además perdimos la guerra.


miércoles, 11 de abril de 2018

El puente


En esta primavera discontinua, en este miércoles que brota a destiempo después de una semana de dolores, sorpresas, cambios, fin de privilegios, de mensajes ocultos en el revés de la mano, de llamadas, voces de otros tiempos, demasiado para el destierro, para la fiebre, para los susurros en el pasillo, la camisa abierta enseñando la herida, la vida arrasada por el accidente, el esfuerzo del cuerpo, tan frágil, ahí abajo los esbeltos árboles del parque, con gorriones, bajo los bancos verdes gatos que alguien ha abandonado, el desarraigo, sin alimentos para las bocas diminutas que se dibujan en el aire como en un cuadro de Brueghel. Debemos llegar al puente pero ¿cómo? 

martes, 10 de abril de 2018

Trivial

La historia la escriben los que ganan. Después la inventan, la modifican a voluntad, por conveniencia, por método, por odio.

¿Conoce usted a Boris Vian?
No, no había nacido.



La historia empieza cuando uno nace al conocimiento, cuando sabe.
De Gabriel García Márquez leí, parece que fue ayer, Cien años de soledad, un inicio, la entrada a la magia de leer lo diferente, el sur también existe.

Le digo que no había nacido.



No importa, léala, lea Conversación en la catedral, léase a sí mismo, conózcase, sepa, escriba su historia.

¿Diga?


Ya que está, lea Rayuela.

¿Mande?


María Zambrano, dice “Hay que dormirse arriba en la luz. Hay que estar despierto abajo en la oscuridad. Arriba en la luz, el corazón se abandona, se entrega. Se recoge ...pues se ha llegado allí, a esa luz, sin forzar ninguna puerta y aun sin abrirla, sin haber atravesado dinteles de luz y de sombra, sin esfuerzo y sin protección” y sin transición, en el Perseguidor, Cortázar dice “Lo que pasa es que se creen sabios -dice de golpe-. Se creen sabios porque han juntado un montón de libros y se los han comido. Me da risa, porque en realidad son buenos muchachos y viven convencidos de que lo que estudian y lo que hacen son cosas muy difíciles y profundas. En el circo es igual, Bruno, y entre nosotros es igual. La gente se figura que algunas cosas son el colmo de la dificultad, y por eso aplauden a los trapecistas, o a mí. Yo no sé qué se imaginan, que uno se está haciendo pedazos para tocar bien, o que el trapecista se rompe los tendones cada vez que da un salto. En realidad las cosas verdaderamente difíciles son otras tan distintas, todo lo que la gente cree poder hacer a cada momento. Mirar, por ejemplo, o comprender a un perro o a un gato. Ésas son las dificultades, las grandes dificultades. Anoche se me ocurrió mirarme en este espejito, y te aseguro que era tan terriblemente difícil que casi me tiro de la cama. Imagínate que te estás viendo a ti mismo; eso tan sólo basta para quedarte frío durante media hora. Realmente ese tipo no soy yo, en el primer momento he sentido claramente que no era yo, lo agarré de sorpresa, de refilón y supe que no era yo. Eso lo sentía, y cuando algo se siente... Pero es como en Palm Beach, sobre una ola te cae la segunda, y después otra... Apenas has sentido ya viene lo otro, vienen las palabras... No, no son las palabras, son lo que está en las palabras, esa especie de cola de pegar, esa baba. Y la baba viene y te tapa, y te convence de que el del espejo eres tú. Claro, pero cómo no darse cuenta. Pero si soy yo, con mi pelo, esta cicatriz. Y la gente no se da cuenta de que lo único que aceptan es la baba, y por eso les parece tan fácil mirarse al espejo. O cortar un pedazo de pan con un cuchillo. ¿Tú has cortado un pedazo de pan con un cuchillo? y para terminar, GGM escribe “José Arcadio Buendía, sin entender, extendió la mano hacia el témpano, pero el gigante se la apartó. "Cinco reales más para tocarlo", dijo. José Arcadio Buendía los pagó, y entonces puso la mano sobre el hielo, y la mantuvo puesta por varios minutos, mientras el corazón se le hinchaba de temor y de júbilo al contacto del misterio. Sin saber qué decir, pagó otros diez reales para que sus hijos vivieran la prodigiosa experiencia. El pequeño José Arcadio se negó a tocarlo. Aureliano, en cambio, dio un paso hacia adelante, puso la mano y la retiró en el acto. "Está hirviendo", exclamó asustado. Pero su padre no le prestó atención. Embriagado por la evidencia del prodigio, en aquel momento se olvidó de la frustración de sus empresas delirantes y del cuerpo de Melquíades abandonado al apetito de los calamares. Pagó otros cinco reales, y con la mano puesta en el témpano, como expresando un testimonio sobre el texto sagrado, exclamó:-Este es el gran invento de nuestro tiempo. y sin ser lo más significativo, es suficiente para que te/me pregunte, como tantas veces, qué diablos hacemos aquí, con cariño sí, pero la A, ¿sabes?, ¡la A!, Hay que dormirse arriba en la luz., pues eso. Esto. Estamos en el camino ".....triste ser letrado y funcional a la vez......" del poeta Cisneros

lunes, 9 de abril de 2018

Y ya.



... Entendí que soy un estúpido, por mucho que grite desde el mirador nunca vuelve el pasado, los nombres están ocultos bajo las hojas secas de tanto tiempo. La nostalgia es un artilugio absurdo. No hay una manivela que retrase los años. Por muchos espejos que rompa esa cara es la mía y ya... 

domingo, 8 de abril de 2018

Estrellas



…Las estrellas caían a mis pies y marcaban el camino de la huida. Bajo la lengua sentí el sabor de la incoherencia,  salté intentando sortear esto que digo aunque no sé siquiera qué quiero decir, si quiero decir algo o solo juego a juntar palabras que liberen la angustia  del pecho por no saber dónde está la línea, dónde empieza el territorio de lo prohibido o si solo he sido un ingenuo caminante del desierto de voces sin roces...

sábado, 7 de abril de 2018

Fue el destino


…guardé en el cuenco de la mano la luz de la espuma en aquella playa vasca. Volvieron las olas que anegaron  la arena hasta que olvidé al torturador de mi conciencia. Volaron las gaviotas. Fue el destino…

viernes, 6 de abril de 2018

Vino el insomnio



…Vino el insomnio, el reconocimiento de la deuda con la palabra previa, el idilio, las espinas del ramo de rosas, la tarjeta con dos palabras, sin firma, la tentación en el misterio, no en el diálogo, la puerta entreabierta a la isla, la nieve en otoño. Me duele recordarlo…

jueves, 5 de abril de 2018

Seguí sus pasos



…En aquel momento era un animal herido por el deseo, prisionero en la ciudad de agosto, aullando bajo su ventana indiferente mientras esperaba, sol, agobiado por el calor,  al salir sus caderas bailaban al caminar como en la escena final de una película italiana en blanco y negro. Seguí sus pasos…

miércoles, 4 de abril de 2018

Me gustaba.



...Nos gustábamos, quizás no para la eternidad pero sí para aquella noche de luna llena, la piel desnuda, pequeños animales haciendo ruidos fuera, pájaros que alborotaban en la arboleda, la bisagra del sueño chirriando, la atracción de la carne, es decir sexo.
Eso...

martes, 3 de abril de 2018

Como impulsar la creatividad un día cualquiera.

torre Iberdrola-Jesus Carbajo

Palacio de Euskalduna. Con el nudo de la corbata bien derecho presentar la identificación con su código de barras a la sonrisa de las azafatas. Bluup. Hablan las autoridades, tan serios, tan cercanos en su ausencia. La importancia de las personas en el rendimiento de la compañía y la dama se mueve en su elemento por el escenario rubio o quizás ella es rubia y el fotógrafo es amigo y no para de -click, click- inmortalizar nuestra presencia en tan magno acto. Invertir en formación es apostar por aumentar la rentabilidad: equipos mejor formados, equipos más productivos y los primeros bostezos empiezan aquí y allí, de la fila veinte a las del fondo. Digitalizarse o morir.Nadie quiere digitalizarse, ni siquiera afiliarse a un sindicato en esta mañana tan fría, tan temprano, tan azul en la que los Reyes llegarán en helicóptero para inaugurar la Torre Iberdrola, aquí al lado, 200 millones de euros, un símbolo de la energía y justo entonces aparece el elefante, vuela en círculos sobre mi coronilla. No es el típico elefante blando de dibujos animados, no, es un paquidermo fiero, de largos colmillos y orejas pequeñas, barrita con energía aunque los espectadores de alrededor parece no darse cuenta. Todos hablan de la nube, pero esta vez la nube te hablará de cómo potenciar tu negocio y el enorme bicho se ha sentado a mi lado, ocupa varios asientos, espachurra a los vecinos y hablamos de esa nana desgarradora que dejé ayer y que nadie ha escuchado. Normal, es lo que tiene la nube, estar en la nube, creer que dejar un texto cualquiera en esta esquina puede significar otra cosa que mi absurda terapia ya que reinventarse es la clave de cualquier negocio: nuevos tiempos, nuevas soluciones. Es tan iluso como cierto que mañana también estaré*, excepto muerte súbita, virus informático o exceso de inflamación de glándulas, que los bostezos se generalizan y la presunta reunión para Pymes es en realidad una concentración de personajes que quieren vender a Pymes y el elefante acaba de enroscar su trompa alrededor del alcalde con su traje gris que se coloca derecha, bien,  la boina no vaya a salir borroso en las fotos de mi amigo antes músico de rock y ahora fotógrafo que hay que comer, señores, que la vida es dura, señoras, la comunicación, tu mejor aliado, para vender más, multiplicando el beneficio de tu compañía que la cuestión aquí y en Pekín es que todos venden y nadie compra, que todos escribimos y nadie lee, que para una cosa se necesita carnet, ni siquiera producto y para la otra se necesita tiempo y gusto y vista y olfato como el proboscidio que defeca abundantemente sobre las fuerzas vivas y estas no se enteran, acostumbradas al insulto a ellas mismas, a sus santas madres y a su descendencia, que el animal (perdón) no repara en respetos a urnas y democracias orgánicas, que sus propios órganos se revelan y quizástomar las decisiones acertadas en el momento oportuno, clave del éxito empresarial y a estas alturas de las intervenciones solo sabemos que la vida es breve y que con la oscuridad de la sala aproximadamente el 83,78% de los asistentes se ha dormido y cada uno sueña en sus cosas, que suelen ser las mismas, que ya me he acomodado junto a la curva marfileña del coloso gris y le cuento lo de María (no la virgen, no, la morenita que os dije) y de pronto se encienden las luces, muchas gracias por su asistencia  y es hora de ir a comer. Me monto en el elefante y salgo con dificultad por las puertas acristaladas, el Rey ya habrá cortado la cinta, imagino.

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