No todavía
En llamas, en otoños incendiados,
arde a veces mi corazón,
puro y solo. El viento lo despierta,
toca su centro y lo suspende
en luz que sonríe para nadie:
¡cuánta belleza suelta!
Busco unas manos,
una presencia, un cuerpo,
lo que rompe los muros
y hace nacer las formas embriagadas,
un roce, un son, un giro, un ala apenas;
busco dentro mí,
huesos, violines intocados,
vértebras delicadas y sombrías,
labios que sueñan labios,
manos que sueñan pájaros...
Y algo que no se sabe y dice «nunca»
cae del cielo,
de ti, mi Dios y mi adversario.
LA SOLEDAD ERA ESOEs duro pescar en el siglo veintiuno.La soledad,nada lúgubre, nada crepuscular.a miles de kilómetros de tu casa:treinta marcas diferentes de salmón ahumado;Un supermercado inmenso y luminoso,todas son la misma, sin embargo.parece que lleve años aquí perdida,Una anciana polaca te pregunta algo, intentando dar con un frasco de canela o con el hilo de Ariadna.es lo poco que nos nos hemos cargado del instinto.Indefenso, sientes solo la punta de lanza de aquel pescador neandertal: Treinta marcas diferentes de salmón ahumado,El pescador ancestral te abandona.y bajo la etiqueta de una de ellas está la fecha de tu muerte. Recurres al grito, pero la garganta no responde.Ahora ve, y elige una.Treinta marcas diferentes de salmón ahumado frente a ti, y tú que te creías tan valiente.