Amber Hakim

lunes, 31 de mayo de 2010

De cambios y realidades.

Devuélveme el golpe
y déjame ir
para volver
con una venganza más atroz, más enamorada.

(Gloria Gil Romera)


Has cambiado, cuéntame lo que quieras pero has cambiado.

Me siento y te miro, (léeme como si no me hubieras leído nunca). Quiero hacerlo como espectador, sin implicarme, sin emoción, como un científico. Intento quitarme de encima la ternura pero me cuesta, me doy cuenta que mi mirada no puede ser neutral.

Pero me concentro y te miro (léeme de forma diferente a como me has leído hasta ahora). Trazo líneas, hago cálculos, mido intensidades, me aproximo a tus círculos concéntricos, peso números, intento dejar tu figura bajo el microscopio. Es imposible, no puedo, tu intensidad de mujer rompe los pronósticos, tu luz desborda cualquier intento de encasillarte.

Ahora me levanto y sé que ya no me miras, que no me lees (no sé si me has leído alguna vez, sé que te has leído), que apenas resbalas tu mirada por mi intensa producción de textos, músicas, fotos, vídeos, poemas, blogs, correos. Tampoco me extraña, soy excesivo. Has vuelto a tu ritmo, a esa cadencia de regreso a tu propia vida, a reencontrarte, sin interferencias, sin ataduras, sin condicionantes.

Lo entiendo. Armonizar idiomas es complicado. A veces hablas en un complejo dialecto de las montañas y me pierdo en los matices de la oscuridad. Por otra parte tengo el traductor universal y leo donde no hablas, lo combino con lo que dices y sale un discurso complicado pero claro, entre lo que sé y lo que debería saber, entre lo que me has contado y lo que has callado. O sea, respeto. Me inclino, abro mis brazos, después junto las manos y te entrego mi respeto.

Sin saberlo, o sabiéndolo, hemos entrado en un territorio nuevo donde todo, o bastante, está sin descubrir. Antes de dar ningún paso te entrego la seguridad de qué, por mi parte, mi sentimiento amoroso hacia ti es inmenso, fuerte, cierto, grato, lleno de luz y alegría, bello, agradecido y sin límite de caducidad.

A partir de aquí andaremos o nos quedaremos quietos, esperando. Sea lo que será, no quiero perder nunca el privilegio de mirarte a los ojos y sentir que se me llena el corazón de dicha.

Ahora vuelvo a sentarme y te pienso (léeme hasta en los márgenes, como si me leyeras por primera vez).



Miquel Barceló

• CaixaForum Madrid, Paseo del Prado, 36. 28014 MADRID
• Hasta el 13/06/2010
• De lunes a domingo, de 10.00 a 20.00 h

CaixaForum Madrid repasará los últimos 25 años de trayectoria del artista en una gran muestra que permitirá al espectador vivir la experiencia pictórica de Miquel Barceló (Felanitx, 1957).

La exposición organizada por la Obra Social ”la Caixa” no sólo celebrará los logros de este importante artista vivo de talla internacional en los últimos 25 años, sino que sobre todo ofrecerá al espectador la posibilidad de entender el misterio, la adrenalina y la incertidumbre personal que implica el proceso creativo de Barceló.

Así, esta muestra será clave para poder experimentar de forma coherente y emocionante la obra de Barceló a partir de 140 obras, desde grandes telas creadas a partir del año 1982 hasta las más recientes, pasando por sus piezas cerámicas y escultóricas, sin olvidar las acuarelas, dibujos, pósters, libros y cuadernos de viaje. Todo ello permitirá subrayar el ritmo y la variedad de su trayectoria.

El objetivo de la muestra es que el público pueda vivir la obra de Barceló como una experiencia. Para ello, el artista se ha implicado directamente en la selección de obras, prestando algunas telas de su propia colección que convierten la exposición en un auténtico acontecimiento, y no tanto en una retrospectiva de su trabajo. El público descubrirá su respuesta enérgica al mundo material, su relación con la tradición, sus viajes —físicos y mentales, y a través del espacio y el tiempo—, el uso de elementos insólitos y su representación del mundo humano y animal. 


(si pueden )

¡No se la pierdan!

domingo, 30 de mayo de 2010

Parker no ha ganado nada.

Es tu dorada luz, aire lejano
lo que viene a los verdes arrecifes.

Dame la mano, Bronwyn, alejémonos
del mar.

Juan Eduardo Cirlot.



 12. Parker cuenta las monedas en su bolsillo y llega a la conclusión que con esta página no ha ganado nada. Es más, sabe que ha perdido el tiempo, que la historia, la suya, no se ha modificado, que ha dejado al aire las vergüenzas y que sus flancos son vulnerables a los cuchillos del sarcasmo, la ironía, cuando no a la descalificación y la burla. “Bah, no sabe organizar sus sentimientos, es un iluso, las velas de su altar se han apagado.” 


sábado, 29 de mayo de 2010

Andreas Scholl

Andreas Scholl

Andreas Scholl es un contratenor alemán nacido el 10 de noviembre de 1967 en el seno de una familia de cantantes en la región de Wiesbaden (capital de Hesse, a 30 kilómetros del centro de Frankfurt .

Su formación musical desde la infancia, de manera natural y precoz, le dotará de la profunda comprensión musical que le caracteriza como intérprete. Educado en el canto por sus propios padres y a través de su participación como niño de coro en diversos conjuntos, tanto en la iglesia como en la escuela, a los 13 años, durante su cambio de voz, continuó cantando de manera natural como contralto, sin haber tenido mayores dificultades para mantener su registro infantil. Este proceso gradual, según el propio Scholl, ha facilitado su técnica, y ha sido reproducido por varios contratenores de generaciones posteriores.

Su formación vocal adulta siguió la estela de los grandes de la cuerda de contratenor en aquel momento (James Bowman y, sobre todo, Renè Jacobs, de quien Scholl es considerado el principal discípulo en la mítica Schola Cantorum Basiliensis). En la actualidad, Scholl es profesor en dicha institución.

Scholl debutó en 1993 con la Pasión según San Juan, composición de Johann Sebastian Bach, siendo apadrinado por su maestro Jacobs. Esta actuación impactó profundamente a William Christie quien, de manera fortuita (se encuentran casualmente en un tren entre Caen y París), lo recluta para grabar, al lado de su prestigiosa formación Les Arts Florissants, la ya legendaria versión de El Mesías, de Georg Friedrich Händel (1994), recientemente reeditada.

Desde entonces, Scholl no ha abandonado la primera fila en la interpretación historicista, colaborando con los más prestigiosos directores y grupos, y convirtiéndose en un docente de muy alto nivel.

Nota crítica

Para muchos se trata del contratenor más importante del mundo. Su doble faceta de cantante-profesor ha facilitado que su influencia se haya extendido por todo el planeta, y le ha reportado un merecido prestigio. Siempre alineado con el "núcleo purista" de la interpretación histórica, su carrera ha estado vinculada siempre a la música de Händel y Bach, especialmente la de este último. Scholl es considerado, con justicia, uno de los mejores cantantes en el repertorio de Johann Sebastian Bach, cuya música se adapta como un guante a su fraseo ligero y su inteligente canto.

De voz fina, sutilmente afalsetada, quizás más artificial que la de otros ilustres colegas/rivales, pero con una pureza que no tiene parangón, Scholl ha dejado deliberadamente en manos de sus "rivales" el repertorio más operístico, centrándose inteligentemente en la música sacra centroeuropea, en la cual es referencia obligada.

De Wikipedia, la enciclopedia libre


Andreas Scholl "Ah spiegarti o Dio vorrei" Mozart

Estoy de viaje, en Madrid (creo).

viernes, 28 de mayo de 2010

Parker miente.

Bronwyn;
es un mar de ceniza, está subiendo.

Nuestras alas no existen por la noche.

La cabeza es de cera,
los ojos son espacio.

Te dejo entre los árboles del mundo
y este coro de gritos que persigna
mi estatura maldita.

Juan Eduardo Cirlot.

 
11. Parker toma las palabras que guarda en su moleskine, en post-it, en los márgenes de recetas médicas, en papeles de viento, las junta, las revuelve con sus emociones íntimas, se miente, quiere engañarse y habla, vierte también eso que dice, lo que calla, lo que le duele en la lengua, las pesadillas, lo muscular, la bilis. 



jueves, 27 de mayo de 2010

Chino


人 Trepo hasta la punta del blog, oteo el horizonte por si alguien se ha dejado una caricia entre las olas del lenguaje. 情 Escribir es pedalear cuesta abajo en una bicicleta sin frenos, es rebuscar en las papeleras del Tiertegarten mientras un chino y una china que se amartelan en un banco próximo nos mira sin entender. Escribir es ser chino. 眼

Dejo una bandera en un extremo del texto para delimitar dónde empieza la verdad y dónde termina la realidad. La verdad es un concepto variable. 里 Escribir es ser variable. Se puede ser sublime, normal, mediocre, intermedio o un capullo. 情 Ser sublime no está reñido con lo subliminal, de hecho solo está reñido con la mayoría, es muy suya la sublimidad. Ser un capullo está al alcance de cualquiera. La característica principal es la de no reconocerse en ese estado. Cuando me miro en un espejo pienso “mira, un capullo”, pero de inmediato comprendo que no soy yo. 眼 No sé si me explico bien, es decir, me miro pero no me veo, el que soy no es el que veo (un capullo) sino el que me siento (o sea, otro). Es lo que tiene mirarse. 出

Tuve una amiga (la tuve, disfruté de su generosidad, creo que fue en otra vida, un miércoles) que no se reflejaba en un espejo. 情 La última vez que nos amamos le sugerí que la postura treinta la intentásemos frente a un espejo, accedió, nos aplicamos al acto y, qué curioso, no se veía, ella estaba pero no estaba. 里 Entre suspiro y suspiro decía que le daba vergüenza. 眼 Eso me hizo pensar (después del acto, claro, soy hombre, muy, no sé hacer dos cosas a la vez) que quizás esa vergüenza, es decir lo que venía de fábrica, el ADN, lo anterior a lo aprendido, lo incrustado después por una educación, lo adquirido forzosamente por tantos que nos enseñaron lo que sí y lo que no, es lo que da visibilidad a lo real. Veía a un capullo (yo) pero no veía lo sublime (ella). Los dos nos lo perdimos. 出 Ser ciego no tiene nada que ver con ver. Compro bastón y cascabeles de segunda mano. 人

Bajo hasta la cloaca del blog, meto las manos en el agua sucia por si alguien ha perdido un anillo, un diente de oro, el estremecimiento en la piel cuando la brisa nos roza si en primavera estamos sentados a la sombra de una higuera. 手 Escribir es intentar tocar con delicadeza el corazón del posible lector, o empujándolo bruscamente o tumbándolo en un salón de Versalles. 君 Escribir también es abrir la puerta del espejo para que alguien salte a este lado, con candil o tanteando, con la cabeza alta y abierto a todo lo que pueda ocurrir (le). 动 Este es un blog para valientes. Soy chino y no entiendo nada de lo que he escrito hoy. 情 人 眼 里 出 西 施 五 十 步 笑 百 步动 口 不 动 




miércoles, 26 de mayo de 2010

Parker duda, tiembla, teme.

Remolinos de cielos y de océanos
de incesantes distancias funerales.

El centro es lo lejano, y es allí
entre espirales grises y plateadas,
donde acaso la cruz es una cruz,
el cruce y el encuentro.

El centro es el lugar donde la imagen
habla desde su doble transparente.

Juan Eduardo Cirlot.


10. Parker duda ante la boca de la cueva. Nunca ha sabido nada de lo que ella es/era. Desde lo oscuro, quizás desde otra constelación, viene una voz. Desde esa negra profundidad suena terrible, tronante, tan lejana. Duda, tiembla, teme. Llegan mensajes del abismo que espera, paciente y cierto. Se inclina con dulzura ante la nada. El corazón se le rompe con un nunca que reverbera en las paredes del cielo con estrellas muertas hace millones de años. Jamás es ahora y lo sabe. La realidad se cierne y le deslumbra, es un instante puro. Un cuervo vuela con un anillo en el pico, los tigres dormitan, los milanos chillan, el alma se le anuda en el vientre, la felicidad tenía un ticket caducado, entra con lentitud en un pantano de cenizas y el sudor se cristaliza en el perímetro de lo ajeno. Da vueltas pero no sabe salir del laberinto. Mary le dice que debería consultar con un psiquiatra, lo cual no deja de ser una ironía ya que…Parker sabe que ha llegado demasiado lejos, para el coche en la cuneta y se pierde en los bosques de Luisiana. Hasta aquí. 



martes, 25 de mayo de 2010

Ánimos

Había encontrado (gangas del azar) al hipopótamo en la calle. Llovía desordenadamente y a la niña debió gustarle el brillo acharolado de aquel cachorro que era como una formidable cómoda holandesa, y con carantoñas y mimos, usando de señuelo el ramillete de flores que llevaba en la solapa, logró persuadir al perezoso e inmenso paquidermo para que la siguiera; y no sin alguna dificultad lo subió a la casa. Los abuelos, acostumbrados al mal carácter y capricho de la niña, nada dijeron de tan particular invitado (aquella noche, con ánimo conciliador, leerían en un diccionario zoológico todo lo referente a este mamífero, no sin cierto recato ante la palabra mamífero), y, con cuidado, apartaron los viejos muebles de la sala y le hicieron sitio (casi todo el espacio que ocupa en extensión la palabra sitio). Durante muchos años lo tuvieron oculto tal si se tratara de un prófugo en tiempo de guerra (en verdad sentían vergüenza de que los vecinos pudieran descubrir la relación del hipopótamo y su nieta, que no llegaban a aceptar del todo). Así, niña y animal fueron creciendo, haciéndose adultos secretamente. Solo de noche, el ruido del ascensor, incansable en la tarea de subir brazadas de hierba y tréboles, hacía sospechar a algunos vecinos que en aquella casa algo raro sucedía. Agotados por una convivencia tan ardua, murieron los abuelos, y la niña no tuvo ya ni freno ni pudor para insinuarse al hermoso hipopótamo, que era, al parecer, indiferente a sus encantos; y eso que nuestra intrépida protagonista había conseguido ser una gruesa y sana muchacha de la que apenas se podía deducir su antiguo aspecto humano. Y todo esfuerzo fue baldío, pues, fiel a su especie, el animal soñaba con una idealizada hembra de hipopótamo; en tanto que ella, adulta y solterona, exacerbada en su pasión aún más al ser rechazada, suspiraba mirando aquella inmensa mole suspirar.

Rafael Pérez Estrada. El muchacho amarillo. Barcelona: Plaza y Janés, 2000. pp. 57-58.


En el 200.000 dije que no lo repetiría pero no me puedo resistir, me hace ilusión. Desde el 08.02. 2007 hasta hoy se han abierto 300.000 páginas de este blog.

O eso dice el contador, que vaya usted a saber.

Ni siquiera sé si han leído algo, si les ha gustado, si han estado un segundo o tres horas, sé que han entrado a todas esas páginas.

No sé si es mucho o poco, a mí me parece increíble.

Me da ánimos. A veces pienso que es una empresa absurda esta de salir cada día a esta palestra sin que nadie me haya llamado, sin otro propósito que compartir lo que se me ocurre. Hay un poco de muchas cosas. 
Creo que sobre esto ya he hablado antes lo suficiente, no me repetiré.

El caso es que, ya ven, me hace ilusión (leches, cómo he cambiado, demostrando debilidades, emociones, flaquezas, dónde ha quedado aquel que pasaba de estas manifestaciones de normalidad, que estaba por encima de estas minucias. Ay)

Pues eso, que nada, que muchas gracias por venir, por los comentarios, por los silencios, por tanto cariño, por ayudarme a mantener este tinglado.

Que a gusto me he quedado.

Hasta mañana.






lunes, 24 de mayo de 2010

Desconexión.

Es que todo es muy raro, en cuanto te fijas un poco. Lo raro es vivir. Que estemos aquí sentados y se nos oiga, poner una frase detrás de otra sin mirar ningún libro, que no nos duela nada, que lo que bebemos entre por el camino correcto que es y sepa cuándo tiene que torcer, que nos alimente el aire y a otros ya no, que según el antojo de las vísceras nos den ganas de hacer una cosa o la contraria y que de esas ganas dependa a lo mejor el destino, es mucho a la vez, tú, no se abarca, y lo más raro es que lo encontremos normal.
(Lo raro es vivir – Carmen Martin Gaite)


Una central nuclear abandonada.

La cámara 1, fija, ofrece la vista superior de un interminable pasillo, con puertas a derecha e izquierda. Una mujer uniformada lo recorre a intervalos exactos de veinte minutos.

La cámara 2 está centrada en un gran panel de control, pintado en verde pálido, con relojes y sistemas de control.

La cámara 3 apunta a la noche.

La cámara 4 está instalada en el coche de seguridad que recorre la carretera al otro lado de la verja que bordea el edificio de la central y los pabellones cercanos.

Cuento todo esto como controlador de cuatro monitores, como espectador, sin capacidad para intervenir en aquello que pueda ocurrir. Es mi nuevo trabajo, como el anterior, mal remunerado.
Un molesto zumbido de fondo acompaña esta monótona actividad.

Desde el aburrimiento quiero escribir el post para mañana, este puede ser un tema diferente. No quiero cansar a los lectores con las habituales historias de amores imposibles y lamentos clandestinos.

La cámara 4 se centra en un agujero en la tela metálica, el coche se ha detenido y varias sombras cruzan frente al campo de visión.

La cámara 3 sigue a un hombre con un traje parecido al que usan los astronautas, jadea mientras sube por unas escaleras con barandilla amarilla. En su mano derecha lleva un objeto que parece un arma.

La cámara 1 muestra una luz roja de alarma que se enciende y apaga. La mujer uniformada atraviesa corriendo el pasillo.


Esto está ocurriendo ahora y quiero contarlo mañana.
Además sin que la habitual mezcla de sentimientos alborotados interfiera. Algún lector me reprocha que hay temas que repito demasiado. La vida es una repetición, una rutina de actos inútiles, un absurdo transcurrir de los días. Lo raro es vivir.
Por eso estoy frente a estas pantallas, intentando lo diferente.
Aunque me empieza a parecer peligroso.

La cámara 1 continúa mostrando la luz roja de alarma.
La cámara 2 se dirige a un punto concreto del gran panel de control.
La cámara 3 enfoca diferentes lugares, pasillos, escaleras, pero no hay rastro del hombre vestido con un traje parecido al que usan los astronautas.
La cámara 4 nos muestra a varias personas uniformadas que entran precipitadamente por una gran puerta.

Repaso el manual, no acabo de encontrar el protocolo para un caso así, nunca ha pasado antes.
Debo centrarme en mi trabajo y olvidar de momento intentar contar lo que sí para suplir lo que no.
Para colmo se ha perdido el sonido en los monitores, las pantallas tienen algún tipo de interferencias, se apagan y encienden, se forman rayas, debo estar atento.


Sigue la luz roja de alarma en la cámara 1.
En la cámara 2 puedo ver que del gran panel de control sale una densa humareda.
La cámara 3 se ha centrado en el cuerpo inmóvil de la mujer uniformada, tendida en el suelo en una postura extraña.
La cámara 4 no funciona.

A partir de aquí me fui. Quizás no debí abandonar mi puesto de trabajo pero el sonido de la sirena pudo con mis nervios. Corrí escaleras abajo, salí al exterior y me metí en la noche. Seguí carretera adelante, sin detenerme. La explosión me lanzó de cabeza contra unas zarzas. En ningún momento perdí la consciencia.

No me han quedado secuelas. No me acusaron pero tampoco recibí ninguna indemnización. He vuelto al desempleo. Sigo escribiendo. Creo que debo centrarme en lo sentimental, en la ficción de los sentimientos, la vida es demasiado real. Seguiré con este blog, ahora tengo más tiempo.

 



domingo, 23 de mayo de 2010

Ambasmestas.

Primeiro amor, primeira morte.

Todo canto eu amei perdéuseme contigo:
a luz clara e vibrante da miña xuventude,
os bosques entrañables perfeitos de quietude
onde o vento vivía con un lecer antigo.

Entón era o silencio o meu mellor amigo,
era eu namorado de todo canto vía
vivir era unha leda, fermosa moradía
onde o mencer entraba recendendo a prantigo.

De súpeto viñeches con esa lonxanía,
caraveliño feble en terra ventureira
e eu abrín outra nova fiestra para o día.

E todo canto amei foi unha lumieira,
foi a fouce tan íntima que de cote se afía
para ceifar dun pulo brutal a primaveira.

Avilés de Taramancos. (1935-1992)



-Buen día.
-Buen día, buen camino.

Está sentado al sol en el borde de la carretera. Con su boina y su cachaba. Hablamos. Me dice que tiene buena salud, que hoy cumple noventa años, que no toma ninguna medicina y que come de todo.

-¿Qué le pedirás al Santo?-
Y esa pregunta me mueve, me descoloca. No he pensado en santos ni en peticiones. Camino y veo, siento.
-Que me quede como estoy, llegar tan bien como usted a su edad.

Y sigo.



sábado, 22 de mayo de 2010

Otra vez cuatro gatos.


A veces dejo en mi página esta herramienta. Al principio funciona bien pero pronto repite una y otra vez los mismo post. Entonces la quito.
Antes de hacerlo, hace poco, (me) descubrí en este texto que he dejado hoy.
Lo había colgado el 01.04.2008. Cómo pasa el tiempo.
No suelo repetir escritos anteriores.
Pero hoy sí, me gusté.
Espero que a ti también,


Cuatro gatos.

José Lezama Lima lo decía, no esperaba a nadie y sin embargo insistía que alguien por fin iba a llegar. Si llegó o no es algo que no importa, importa la poesía, el poema, ahí, contagiando, sin antifaz ni disimulo, desnudo, como un amante tembloroso de deseo que no teme la desaprobación de aquella a quién ama, que presenta su pecho hundido, la mandíbula impaciente, el gesto insomne del que solo puede velar la alegría, circunvalar los límites del destino, preservar el secreto de su sonrisa. 

Las palabras que se esconden detrás de las palabras dejan un gusto húmedo, un sabor de luz, un afán de estirar la curiosidad desde la rendija de la puerta hasta la ventana que se abre a un patio donde ronda la primavera en la ropa tendida, en los jilgueros enjaulados, en los ancianos que miran más allá de sus recuerdos rotos.

Encuentro una fotografía sobre la mesa. Una mujer, bella, a su lado un hombre serio, barbado, alto, que la protege o preserva con su brazo, que la defiende o la aísla en ese posesivo acto, en esa distinción, una advertencia. Ella también está seria y mira a la cámara con ojos de espuma, al borde de la lágrima, incapaz de rebeldías ni distancias, ajena. Pero está ahí y eso deja el mañana abierto.

Quién lo iba a decir.

Sin embargo el tiempo difumina los colores, los instantes detenidos, ella saliendo de su ayer y entrando en mi hoy, sentada a mi lado en el autobús, cada día, azar o designio, suerte o desgracia, conversaciones en la mañana desganada, en el regreso de cincuenta kilómetros, tiempo suficiente para las confidencias y los anhelos, los sueños guardados en una caja de madera junto a cartas en papeles amarillos, un anillo, una tarjeta con una dirección que ya no existe, con un nombre que sí.

Ni en su casa ni en la mía, escogimos la habitación de un hotel discreto, cuando nevó, cuando se cortó la carretera, pretexto y garantía, discreta disculpa, subterfugio, aval y defensa, barrera a la suspicacia. Ese fue el principio.

Estaba escrito.

Su acento italiano, sus modales suaves, su cuerpo encogido, sin hábito de besos, de caricias, con un feo color morado en el muslo. No hablamos de ello, no tuvimos tiempo, nos precipitamos en un río de esperanza, de manos y piernas, de labios, de suspiros, de un sueño fabricado después de los días de trabajo monótono. Y pensar que no me gustaba, que me pareció un fastidio su primer buenos días, la interrupción de mi lectura, mis pensamientos ensimismados. Fueron once meses.

Otra fotografía, tomada con el móvil, el último encuentro. Volvió a Rímini. El trabajo, otro traslado, inesperado. Los dos reímos, sin ganas, quizás el sueño estaba agotado y era lo mejor. De sexo pasó al amor, del amor a la costumbre, de esta volvió al sexo y de ahí al bostezo. Se nos acabaron las disculpas, la rutina cegó las ansias del principio. Fue lo mejor, que se fuera, con su hombre barbado y su necesidad de ternura, con sus silencios prolongados y su mirada a un horizonte en el que yo apenas era una sombra bajo un árbol.

Ahora viajo solo, nadie se sienta a mi lado. 



viernes, 21 de mayo de 2010

Escritura que salda deudas

By natural piety

…Fue un llamear tan suave como sañudo: agudo
estilete del aire cuando en tu pubis trepo
por encontrar a tientas en botón que discrepo
de tu mano en saber palpar, y de mí dudo:
pues tan sólo tu mano sabrá darte el espasmo
ahora, como antes, al cabalgar, me pasmo
de que pueda una Venus convulsionarse así…

Pere Gimferrer


La boca se me ha llenado de sonidos, me asomo a la adolescencia y caigo en la madurez. Ves mi caída sin extender tus alas. Dices que ya no me parezco al que era. Ni falta que hace, pienso, por eso te escribo en equilibrio desde la frontera entre el ardor del equinoccio y la intemperie del desamor, desde un presente continuo, no hay futuro. Como un aprendiz del oficio del reencuentro junto fragmentos del vacío, llueven suspiros como puñales afilados, han caído las torres de la tierra oscura. Ya veo, la armadura me hace parecer ridículo.

Dama de la almena en la rutina de tu soledad, ya no sé, no sé si has pasado al otro lado de la línea, si estás en esa tierra de nadie del silencio, si vives un tiempo descorazonado en el que esquivas los dardos del sentimiento, si para no ser herida estás debajo de una manta escuchando música soft, eludiendo la refriega. No sé si preparas tu salida del territorio de los sueños o si simplemente no has tenido tiempo ni ganas de hacer otra cosa que hacer lo que has hecho. Recoge la ropa y las violetas, hoy viene el jardinero.

Entre tú y yo el amor estaba en vilo, no había mapas ni código de banderas, planos de las calles prohibidas, manuales de sombras caducadas. Al parecer empieza una nueva era, te ruego me avises si estás sentada en el centro de un círculo de tiza, con velas encendidas y señales de advertencia, con tus nalgas de nácar posadas sobre el azahar, con un cartel de vetado el paso, vete, tío. Dímelo, por favor, estoy en un limbo en el que no sé si voy o si vengo. Para colmo, todos los autobuses pasan llenos y he venido sin chaqueta.


(Los dos cuadros son de Carlos Saura Riaza)

jueves, 20 de mayo de 2010

Foto de Andrea.


 Esta magnífica fotografía es de Andrea, una artista que vive en Lisboa. Está tomada el día once de este mes, después que el Papa hubiera abandonado el estrado donde miles de fieles rezaban, clamaban su nombre, pedían milagros. No los hubo y por eso esa señora vagaba entre las sillas plegadas que sostuvieron los culos de fervientes creyentes, buscaba su salvación. Ya no hay milagros, los ciegos siguen sin ver, los sordos sin oír, los muertos no resucitan. Aunque conozco muchos muertos, emocionalmente muertos. Conozco personas que nunca han amado, si lo han hecho, se han cuidado mucho de demostrárselo a la persona amada, de decírselo. Conozco personas que nunca han encontrado a nadie a quién amar (¿habrán buscado?). Mujeres a las que nadie ha dicho “qué guapa estás hoy”, “te quiero”, “me gustaría besarte”. Conozco personas que se aman demasiado a sí mismos como para amar a otros. Hombres que preferirían cortarse la lengua que reconocer que están tristes, o desesperados, o al límite. Creo que conozco a demasiadas personas, me voy a ir a vivir a una isla desierta, mi loro y yo, quizás invite a Parker. Eso sí, una isla con conexión ADSL, sin puertos de atraque para barcos ni helicópteros, solo se podrá llegar nadando. Me someteré a una estricta dieta, de todo tipo, alimentaria, amorosa, ardorosa, haré voto de castidad (bueno, depende de lo atractivo que sea el loro), practicaré gimnasia sueca por las mañanas, genuflexiones por la tarde, insomnio por la noche.

Pero hablaba de la fotografía de Andrea, de esa señora caminando con una bolsa en la que quizás lleve sus pecados. Tanto tiempo nos han atemorizado con los pecados, todo era pecado, de pensamiento, palabra y obra, por eso he pecado tanto, no he parado de pecar, me gustan más los de obra, los que atentan contra el sexto mandamiento (no fornicarás, ya, como si fuera tan fácil), a veces contra el noveno (no desearás la mujer de tu prójimo, es curioso, como si las mujeres no deseasen a los hombres de las prójimas, como si fuera fácil, hay cada prójima, ay), tampoco he desdeñado otros pecados (sin especificar, al menos ahora, no hablaré si no es en presencia de mi abogado).

Tres envido, todo esto es un farol, una salida de tono para simular que no soy un cuitado (que es lo que realmente soy), un hombre buscando en lo que escribo lo que no encuentro en lo que digo. Por eso sigo aquí, (casi) cada día, hablando a veces con piedras en la boca, frente al acantilado de los visitantes anónimos, abierto a mis propias contradicciones y errores, sin miedo, sin red, quizás un día me lance al vacio, con los brazos abiertos. Hoy tocaba esta fotografía, de Andrea, una artista que vive en Lisboa. Muito obrigado.



miércoles, 19 de mayo de 2010

Parker lee una inscripción,

Nunca he tocado nada de lo que
tú eres.

Estás como una idea en un instante
puro.

Clara en tu firmamento de firmeza
blanca.

Desnuda Bronwyn, llámame, ya voy;
caigo.

Juan Eduardo Cirlot.


 9. Tenía halo, el cuerpo de aquella mujer era inaccesible, una isla virginal en la mitad del lago de la pureza. Todos aquellos que quisieron llegar nadando hasta ella perecieron ahogados en el intento. En otro tiempo, Parker lo intentó, esforzado nadador de lo imposible, braceó sin éxito entre olas. Derrotado, se retiró de espaldas dejando gladiolos en el altar de sus convicciones, de su firme propósito de divinidad. Los sueños piden orillas pero con los años creció un bosque dentro de un bosque, de las nubes caían ranas, un meteorito acabó con los dinosaurios del jardín, los hippies se cortaron el pelo y Jimi Hendrix gustaba a las abuelas. En el 83 un diluvio inundó la ciudad, las aguas desbordaron las riberas y subieron, subieron, inundando las calles. Ni siquiera entonces apareció en lontananza un apóstol. Nadie señaló el horizonte para amansar la gota fría. El mar se retiró al mar, una paloma blanca se posó en lo más alto de una torre blanca, alguien escribió en sus muros, “¿Y si fuera solo sexo?” Por casualidad Parker lee esa inscripción, la repite, se lo pregunta bajo una catarata, lo grita entre los rosales, evoca los momentos en los que los brazos de aquella mujer eran una prolongación del paraíso, sus muslos eran la ciénaga donde se ahogaban las peores intenciones, encaramarse sobre su cuerpo era otear otro mundo, allí donde todo era posible. Entonces el agua se hace murmullo y sabe que ese es el castigo de los dioses. 



martes, 18 de mayo de 2010

Parker no tiene billete de regreso.

Mensajera del más allá, tú vienes
con forma de mujer, pero el abismo
se cierne junto a ti tan dulcemente.

Bronwyn,
constelaciones pálidas esperan
en medio de otros cielos con tu luz.

Juan Eduardo Cirlot.

  8. Sigue lloviendo, es un día triste, no parece primavera. Parker sueña con una mujer de cristal, sabe que no le conviene pero, ay, su sonrisa. Se mete en ella, por sus oídos, elude la lengua, entra a sus pulmones, la recorre por dentro, inventa lo que piensa, adivina lo que siente, pequeño, un insecto mínimo, ve los intestinos, el bazo, un apunte de sentimientos que en tiestos rojos se plantó en el hígado, el deseo en cuadros colgados en su aorta, el miedo que pende de la tráquea, las ilusiones que corren por sus venas. Ya en el colmo la imagina desnuda, la abraza como un náufrago, nadador hasta su playa, esforzado amante que acaricia sus muslos y ese espacio que se abre como una magnolia, que le embriaga, se pierde en ella, goza, muere de placer, despierta, sabe cuál fue el camino de ida, no tiene billete de regreso. 



lunes, 17 de mayo de 2010

Parker clasifica su alma

Las ruinas de las runas en la roca
hablan de que yo estuve en este mundo,
donde el mar y la tierra de las nieblas
se funden y confunden.

La vida era una ausencia inagotable,
un laberinto de serpientes grises,
un pantano de rosas tenebrosas.

Juan Eduardo Cirlot.


 7. Ya que eso de la resurrección no está muy claro y que el despliegue de colores del atardecer está dejando todo perdido de añoranzas, Parker se pone una careta y se dedica a clasificar y ordenar trozos de su alma, no como despojos, no, canta números para organizar mejor cada sentimiento. Oregón es un himno, el tres enseña álgebra, la amargura se asocia con el color morado, las perlas abren bocas como llagas, el siete es una cabra, un diccionario es un pozo sin brocal, dos es uno más uno más uno. Recuerda que su madre murió cuando su padre tenía la edad que él tiene ahora. Nunca lo había pensado. Además del dolor sin fondo, de quedarse huérfano de ternura, marcó un punto desde el que ahora se mira, desde arriba, espectador atónito, piensa que su padre le parecía entonces muy mayor. Corre al espejo y la cara que se refleja es la de su abuelo, se ha saltado una generación. Florecen los cerezos, su alma es una naranja azul, pisotea un jardín con sangre A-, una barca regresa sin pescador, el horizonte está detrás de las dos columnas donde está atado Sansón, caen hojas desde la acacia rosa, se arrodilla y canta un himno, mañana será otro día. 


domingo, 16 de mayo de 2010

Txikiteros.


El txikiteo es una costumbre típicamente vasca de relación cívica, una forma de garantizar la pervivencia de la solidaridad y la cohesión social, un acto voluntario que comporta variados beneficios morales tanto para la persona como para la colectividad.

Es un rito que consiste básicamente en recorrer en cuadrilla los bares de la localidad y mientras se saborean los ricos caldos riojanos se comparten conversaciones, experiencias, emociones dentro de un caluroso clima de amistad y compañerismo.

En clara contraposición a un determinado modelo de sociedad individualista que desde fuera se nos pretende imponer, que nos intenta atemorizar con imaginarios peligros y catástrofes, que nos anima a quedarnos en nuestra casa frente a una pantalla, ya sea del televisor o del ordenador, el txikiteo contrapone los beneficios personales, psicológicos, emocionales y sociales que comporta la costumbre de salir a la calle para tomar unos vinos con los amigos, para hacer nuevas amistades, en definitiva para compartir nuestra vida con otras personas, con los Otros.

Los txikiteros de antes estaban uniformados, gabardina larga y boina en invierno, camisa blanca, pantalón de mil rayas y boina en verano. Una buena cuadrilla de txikiteros era respetuosa con las damas, tanto que era imposible que una mujer se integrase en una de ellas. Las mujeres en general eran las madres, las hermanas, la propia y las hijas. La propia tenía una paciencia digna del santo Job. Las madres cuidaban a sus hijos solteros hasta avanzadas edades (frisando los 60 o 70 años de los niños), siempre tenían las camisas planchadas y una cazuela de bacalao al pil pil lista para comer. El resto del mundo femenino no existía, como mucho la panadera, la señorita de la ventanilla de la caja de ahorros, la vecina del segundo que en otros tiempos fue al mismo colegio y no más.

A pesar de mi integración en la sociedad bilbaína siempre me he sentido ajeno a este mundo del txikiteo. Aun respetando las tradiciones, me parecía alienante, antiguo, de otro tiempo. Sobre todo porque mi afición al vino era nula y mi afición a relacionarme con damas, intensa. Con el tiempo me doy cuenta que posiblemente, como en tantas otras cuestiones, estaba equivocado.

Pues bien, quiero anunciar en este foro de comunicación varias cosas:
  1. Me he comprado una boina.
  2. Me he integrado en la cuadrilla de mi barrio.
  3. He cambiado el sillón por el txikiteo.
  4. Me tomo entre 14 a 15 txikitos cada día.
  5. Mari Sol me ha dejado por un tal Juantxu.
  6. Este era mi destino
 No sé en qué orden.

Eup.



sábado, 15 de mayo de 2010

Parker y los actores italianos.

Alucinante luz en que la luna
une la encina blanca desde el cieno
al cielo donde el hielo resplandece
azul en un silencio alucinado.
Bronwyn,
enciende la llanura con tu voz.

Juan Eduardo Cirlot.


 
6. Nadie sabía quién era Victorio Gassman y por supuesto a nadie se le ocurrió llevar flores a su tumba. No era joven, en el infierno no hay sitio para los viejos, sus pasillos están decorados con retratos de dioses enfermos, con lirios que crecen en las riberas del estanque de fuego, donde se tortura a los poetas, las calderas donde gritan los escritores con libros que hierven en sus cabezas huecas. Hay una habitación con artilugios para hacer confesar a los sacristanes equilibristas, al párroco que se dormía en el confesionario, al implacable perseguidor de herejes, al azote de la adultera presa de sí misma. Parker escucha el eco de los salmos, el plash de los saltos de los salmones, el trueno de motocicletas en la carretera de vuelta, el silbido de un diablo de cuernos rojos parado en la señal de limitación de velocidad, prohibido aparcar, los actores italianos se mueren en el escenario, ya no quedan plazas en el infierno. 


viernes, 14 de mayo de 2010

Parker alivia su cansancio.

La cruz de las hogueras se ha deshecho,
las ruinas de las joyas se estremecen.

Se acerca el cementerio con los ojos
inundados de lágrimas.

Juan Eduardo Cirlot.


 
5. Libélulas y anfibios, el agua clara de un arroyo bajando mansa, Parker alivia el cansancio y el remordimiento de sus pies sumergiéndolos en esas aguas frías. Mientras, lee/mira el Eternauta de Hector Germán Oesterbeld, un comic con cicatrices, el árbol bajo el que se cobija está deshojándose en este insólito mayo, quizás florezca en otoño, las estaciones están cambiando y nadie comprende lo que ocurre, el amor brota sin medida de su pecho. El petróleo brota incontrolable, borbotea en el mar y los vientos y las mareas lo llevan hacia las costas de Luisiana. En Grecia han puesto el Partenón en venta. Millones de pobres pagarán los juegos prohibidos de cuatro ricos. Alguien estudia a fondo la batalla de Stalingrado, cuando termina la última frase del último capítulo muere de frío. Es excitante suponer que quizás la mujer de Lot vive en el salero de la cocina. ¿Se equivocó Chabosky a sabiendas? El torturador entra a la cárcel veinticinco años después, nunca es demasiado tarde. Junto al Sena, cerca de la Torre Eiffel, un dibujante chino ejecuta con ágiles trazos el retrato de un niño mexicano, sus asustados padres lo mecen en sus brazos. Un juicio, los que pusieron las bombas ríen, el juez abronca a las asustadas víctimas, no hay dios que entienda nada. El amor es austero, fugaz a veces, hay que sujetar sus alas cuando pasa cerca, aprovechar el vuelo, no acercarse demasiado al sol. Aladino lleva varios meses sin venir, los deseos se están pudriendo en la repisa del luego. John mató a su esposa y después se suicidó, todo ello delante de su hijo de nueve años. Rrrrrrrrac (onomatopeya de cierre de una persiana). La belleza es el silencio. 


jueves, 13 de mayo de 2010

Parker necesita una musa

Por el bosque del tiempo la noche del espacio,
el errar de mi busca, la boca de mi incendio.

En tus ojos, cayendo, un mar gris se levanta.

Lo espantoso es sencillo y está siempre muy cerca.

Juan Eduardo Cirlot.
4. Dibuja, la punta del lapicero va definiendo un contorno, un esbozo de sonrisa, un brillo de lujuria, un cuerpo exánime sobre la niebla abandonada. Sus dedos bailan, dejan trazos de carboncillo que iluminan con su negrura, emborronan el paisaje hasta que, oh milagro, surge el retrato de la ausente, de la viajera de los desiertos, la guía de la caravana de camellos, la introductora en el territorio de la inspiración. “Necesitas una musa” y Parker asiente, cabizbajo, austero en manifestaciones, prendiendo velas, en fila, kilómetros de ellas, de océano a océano, tocar pared y vuelta. No hay noticias de Pessoa, se come sus versos, poeta inmóvil, los pincha con un tenedor hambriento, los sazona y traga sin entusiasmo, ausente. Un fado se rompe en las marismas.


miércoles, 12 de mayo de 2010

Parker y la paloma equivocada.

Que las orquestas ciegas del martirio
acaben con los bosques, y los fuegos
de este incendio final, sacramentario.

Bronwyn,
si no puedo ser tú, si no podemos
ser ángel,
¿por qué la niebla es gris sobre el mar gris?

Juan Eduardo Cirlot.


 3. Se equivocó la paloma, se posó sobre la chimenea que daba al patio donde pastaban los unicornios, esquivó a mariposas y abejorros, al deshollinador de rescoldos invernales, a la joven francesa enemiga de la erre, al cazador de lo negro. Parker riega con vinagre los tomates sobre la marquesina que ya no protege del frío, pule los versos que zumban en su lengua, los escupe sin educación, sin puntería, sobre la nieve que pisan los ejércitos en retirada. Un pescador de perlas jubilado mira la escena, escéptico, a su alrededor imaginarios cisnes blancos se funden con el río. Hay una escena de gran violencia emocional que se reproduce una y otra vez en la ventana de un incansable You Tube, una mujer con los pulmones enlutados la mira detrás de un abanico, de las pestañas, del rencor, pesa el sí y el no de sus lágrimas en una balanza absurda. 

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