Clara Peya - Nana para mí feat. Sílvia Pérez Cruz
Pedro M Martínez
Sí, ella fue allí
Dice que sigue sin haber cura
(para el amor).
Parker no sabe si es un juego
de palabras, si le envía mensajes escritos con zumo de limón y ambrosía, si todo se ha
solucionado o si la rebeldía se ha disfrazado en un psss y sigue la fuga
silenciosa.
Sabe que hay cura.
El mismo se curó y desde
entonces se ha perdido.
Se perdió una noche en
Tarragona, la luna entraba por el ventanal del patio mientras ella dormía entre
sus brazos.
Parker, insomne, sentía su
respirar pausado.
No recuerda qué ella
No quiere recordarlo (la).
No sabe si toda esta historia
es verdad, si se la inventa, si ocurrió, si sigue siendo aquel, si alguna vez
lo ha sido, si sigue cobijado en un sueño.
Acompasa sus anhelos con complicados
juegos florales.
A veces se reconoce.
Cuando Parker se queda atrapado en el círculo del No, con los sentimientos cortados y sangre en una bandeja de plata, se convierte en apenas un fantasma que acaricia ese cielo azul de California en el que los rudos vaqueros no lloran en público, gozan de una buena asistencia sanitaria, comen tortitas con miel en la intimidad. Entre la libertad, la fraternidad y la igualdad, Parker escoge la facultad de las cerezas, la alegría de ser bajo la piel. Entonces, ¿casualidad?, anochece, termina la película y Parker, montado en su caballo blanco, se pierde en el horizonte mientras los chacales aúllan en la llanura. Gerónimo había muerto en Oklahoma un 17 de febrero de 1909.
Debo decir y digo que a Parker le importa un carajo la línea Maginot, la intranquilidad por la reproducción de las abubillas, el estado de cuentas de las avariciosas princesas turcas y el ladrido de los perros que envejecen. No por indiferencia o desapego, no, con el tiempo ha aprendido que la ruta migratoria de las cigüeñas es inalterable, ya llueva o un rastro de diamantes desde el ombligo a la base del cuello se retuerza en resplandores de ternura. Es así, las cunetas siguen ocultando los muertos de entonces y la esperanza de ahora, bajo los harapos de Parker la retórica se clava un puñal entre las costillas.
y todo aquello que crece tan rápido como la hierba sobre la tumba de un pájaro
(Celan)
los gramos de luz que impactan la tierra por segundo
(Wright)
dos personas mirándose desde lados opuestos de la claridad
(Carson)
hablar de eso, de lo que nos permitimos el lujo de no entender literalmente.
si la luz puede impulsar una nave espacial ¿todavía te preguntas quién saldrá ganando?
*
dos amigas conversan en la mesa de un bar a primera hora. una de ellas repasa la línea de las pestañas con la yema del dedo índice, parece realmente afectada
(sus palabras conforman una mastaba en la mente de la otra un recinto dorado —con razón mastaba proviene del árabe “tertulia”, que atesora a su vez restos del griego antiguo stibás, “lecho de hierba”— dábale leche de yegua y curábale las llagas con polvo de violetas, piensa la que escucha, como sucede en las leyendas andinas como si la efectividad de los remedios se midiese por la extrañeza que provocan)
*
escondida en un bosque mientras medita, Ng Mui observa a una serpiente pelear con una grulla, direccionalidad frente al equilibrio, un esplendor de órbitas y esbeltezas, dos versos de metro desigual cabalgando en la boca de quien recita. Ng Mui observa y memoriza los movimientos, el arte.
*
no hay orden que valga en el mundo
si consideramos su relato, la amiga que habla también persevera en el contacto. hace suya la técnica del oponente, simultánea defensa al ataque, no arremete contra puntos vitales, pero sí contra aquellos que desarman el movimiento por venir
detrás de las palabras, músculos incandescencia
wing chun, “eterno canto de primavera”
*
la que escucha no sabe si la amiga aprendió más de la grulla o de la serpiente. la que escucha se pregunta qué amuleto egipcio vendría al caso (si los peces de cerámica turquesa protegían a la portadora de morir ahogada en el 1335 a. C., ¿qué serviría aquí?)
de forma subcutánea, la mañana avanza como el veneno expulsado gracias al cierre de las mandíbulas un mordisco de serpiente
poco importa: permanecen, sin tocarse, unidas en su asombro como las marcas paralelas de los colmillos en la carne de la víctima.
- Atlas, Alba Cid.
Versiones del gallego al español por Diego Gómez Pickering
*
Wing Chun, do amor como arte marcial
e todo aquilo que medra tan rápido coma a herba sobre a tumba dun paxaro
(Celan)
os gramos de luz que impactan a terra por segundo
(Wright)
dúas persoas a mirarse desde beiras opostas da claridade
(Carson)
falar diso, do que nos permitimos o luxo de non entender literalmente.
se a luz pode empurrar unha nave espacial aínda te preguntas quen sairá gañando?
*
dúas amigas conversan na mesa dun bar a primeira hora. unha delas repasa a liña das pestanas coa xema do dedo índice, parece realmente afectada
(as súas palabras conforman unha mastaba na mente da outra un recinto dourado —con razón mastaba provén do árabe “faladoiro”, que atesoura á súa vez restos do grego antigo stibás, “leito de herba”— dáballe leite de egua e curáballe as chagas con po de violetas, pensa a que escoita, como acontece nas lendas andinas coma se a efectividade dos remedios se medise pola estrañeza que provocan)
*
agochada nun bosque mentres medita, Ng Mui espreita unha serpe pelexar cun grou, direccionalidade fronte a equilibrio, un esplendor de órbitas e esbeltezas, dous versos de metro desigual encabalgando na boca de quen recita. Ng Mui observa e memoriza os movementos, a arte.
*
non hai ordenación que valla no mundo
se atendemos ao seu relato, a amiga que fala tamén persevera no contacto. fai súa a técnica do oponente, simultanea defensa a ataque, non arremete contra puntos vitais, pero si contra aqueles que desarman o movemento por vir
detrás das palabras, músculos incandescencia
wing chun, “eterno canto de primavera”
*
a que escoita non sabe se a amiga aprendeu máis do grou ou da serpe. a que escoita pregúntase que amuleto exipcio viría ao caso (se os peixes de cerámica turquesa protexían a portadora de morrer afogada no 1335 a. C., que serviría aquí?)
de xeito subcutáneo, a mañá avanza coma o veleno expulsado grazas ao peche das mandíbulas unha trabada de serpe
pouco importa: permanecen, sen tocarse, unidas no asombro coma as marcas paralelas dos cabeiros na carne da vítima.
1Ley por la cual un animal o fuerza maléfica no atacará a quien lleve sobre sí una parte de dicho animal o fuerza.
2Lei pola cal un animal ou forza maléfica non atacará a quen leve sobre si unha parte dese animal ou forza.