Oulipo
Pedro M Martínez
Charlotte Sorapure, The Letter, 2017
Parker intuye que esta ciudad está
abierta de par en par y aun así sus calles y plazas están llenas de
colaboradores del miedo, de chivatos del cuchicheo, de profesionales del
ombligo, de calígrafos de fronteras, de ciegos absurdos que se vendan los ojos,
de infantes que aún no han aprendido a leer pero que llevan puñales escondidos
para matar gorriones desprevenidos. Eso y la envidia como alquitrán. Se guarece
pero sabe que alguien le ha delatado.
Christopher Thompson, The Letter
No sé cómo explicarlo.
Estábamos tendidos sobre una
cama con peces, salamandras y rumores.
De fondo Zelenka.
Rumor de beatas en Begoña.
Algo hacíamos, un intento de disección del amor, la descripción de un plano
secuencia, escarabajos en el esófago, el mercurio sobrepasando la raya roja, la
armadura desaliñada sobre una silla de enea, la lanza clavada en el espejo, las
lenguas como serpientes, una forma de conocernos,
Me quiero detener en esto: la húmeda lengua dejando surcos en la espalda ausente, babeando como un niño, como un loco, como un perro con sed, como un idiota. Una estroboscopia del amor,
Un niño daba vueltas por la ciudad ajena y fría, con maestras surgiendo de las esquinas y novias vestidas de novia.
Un adolescente sentado en una esquina de la ciudad indiferente, ajena y fría, llovían estrellas en la ciudad de los ciegos.
Un hombre tumbado en mitad de la carretera que lleva a la ciudad ajena y fría, los límites se borraron y desde ese día fue extranjero.
Un anciano acezante con el pecho abierto como un campo de trigo, las amapolas aún miraban a la ciudad ajena y fría.
Estábamos tendidos sobre una cama con peces, salamandras y rumores.
Es difícil de explicarlo así, tan ridículo colgado de este gancho, me lastima
el cuello y la autoestima, deja un burujón absurdo allí donde se juntan las
venas y el rencor, me da un aspecto de masoquista que se exhibe, de profesional
de ausencias, de esclavo con el látigo del recuerdo lacerándome la espalda.
Quizás es Zelenka con su música religiosa-
O el rumor de llanto del que
llora al encontrar en la cama, entre las sábanas, arrebujado, un caballo gris
que me mira con ojos lastimeros.
En medio de Spinoza
«Encuentren lo que les gusta, no
pasen jamás un segundo criticando algo o a alguien. Nunca, nunca, nunca
critiquen. Y si los critican a ustedes digan: -De acuerdo- y sigan, no hay nada
que hacer. Encuentren sus moléculas. Si no las encuentran, ni siquiera pueden
leer. Leer es eso, es encontrar vuestras propias moléculas. Están en los
libros. Vuestras moléculas cerebrales están en los libros. Yo creo que nada es
más triste en los jóvenes en principio dotados que envejecer sin haber
encontrado los libros que verdaderamente hubieran amado. Y generalmente no
encontrar los libros que uno ama, o no amar finalmente ninguno, da un
temperamento… y de golpe uno se hace el sabio sobre todos los libros. Es una
cosa rara. Nos volvemos amargos. Ustedes conocen la especie de amargura de ese
intelectual que se venga contra los autores por no haber sabido encontrar a
aquellos que amaba… el aire de superioridad que tiene a fuerza de ser tonto.
Todo eso es muy enojoso. Es preciso que, en última instancia, sólo tengan
relación con lo que aman».
—Gilles Deleuze,
Al terminar la Guerra Civil muchos no volvieron, los que perdieron y regresaron a casa eran otros. Mi tío abuelo Ángel volvió cuando le liberaron del campo de concentración de Gurs, en Francia. Quizás a causa de su sordera y de las duras experiencias en el frente, era un hombre tosco, algo brusco, aunque con mi hermana y conmigo era cariñoso, tierno, nos hacía juguetes con madera y cuerda. Siendo yo muy niño solía llevarme de excursión a Artxanda. En las faldas del pequeño monte teníamos que cruzar entre muchas chabolas, viviendas precarias, sin electricidad ni agua corriente, expuestas a corrimientos del terreno, entonces sin árboles. Recuerdo que al pasar junto a las personas que vivían allí, mi tío Ángel hablaba con algún conocido, saludaba al pasar, yo me agarraba su mano, asustado. Hoy le he recordado al terminar de ver “El 47”, película que sugiero por su temática, por la extraordinaria interpretación de Eduard Fernández y por el intento del director de recrear la lucha de muchos por conservar la vida y la dignidad.
https://www.youtube.com/watch?v=hhdbMuAZsZo
https://www.youtube.com/watch?v=MZDFTt7s_uE&t=17s
https://www.pikaramagazine.com/2023/05/chabolismo-en-bilbao/
El último y mayor refinamiento de la vanidad es el fin de todo lo vano, igual que cuando una mujer juega con total seguridad con un hombre al que no necesita.
Parker comprobó con sorpresa que
la nostalgia hostigada por la soledad oscura (1) se mecía en el secreto (2). Volvían
los cuerpos desnudos, el abrazo demorado, caían estrellas de castidad (3), se
derrumbaban los contornos sinuosos, tal era la desmedida pasión y el poco
tiempo para el aquí te pillo, aquí te mato (4). Se desbordó el brocal, se ahogaron
las rosas, el augur, ciego (5), se perdió en las rutas nocturnas del coro al
caño y del caño al coro (6). De ahí la soledad, la nostalgia, los pájaros vuelan
hacia el ocaso (7) y la línea divisoria de la nada está a un paso, (8) detrás
está el abismo (9).
Escribo para no
perder la costumbre
para decir las cosas.
Escribo en un intento
de renunciar
una pista.
Escribo por miedo que
por pensamientos
cruzan por mi mente.
Yo camino con
bolígrafo en este
el libro blanco y la
suciedad de las ideas.
Lo juego, lo uso, me
seduce,
Usa, inténtalo.
Con un bolígrafo lo
digo todo, no estoy mintiendo,
No tengo vergüenza.
Donde la lengua duda
y se detiene,
La mano fluye suave y
ligera.
Escribo para mirar
dentro.
Escribo para congelar
el tiempo.
Escribo para evocar
sentimientos y para
Expresando el mío.
Escribo para darle
significado al silencio.
El cielo azul
el mar azul
la tinta azul. »
.
Dacia Maraini,
(de
"Beloved Writing")
¿Y qué es la literatura? preguntaron a Toni Morrison: