Thomas Bossard (French, born 1971)

sábado, 31 de diciembre de 2011

Final del 2011



Se acabó 2011, una sorpresa. Cuando empezó parecía que iba a ser un año larguísimo, lo ha sido pero no hay mal que cien años dure, este ha durado 365 días con su primavera y todo. Nos ha dado tiempo para  inventar la resignación y la esperanza, mantener el amor propio y la respiración. Quiero hacer balance y se me descuadran los márgenes, no hay tiempo, tenía que haberme dado cuenta antes, las prisas son malas. El cielo está gris, hace frío y el invierno está sentado en el borde de un silencio de nieve. Mi casa está llena de flores y música, el rosal florece y florece, escribo un poema y quizás lo acabe en estos próximos doce meses.  

2012 vendrá con sorpresas, abismos, colores a descubrir y, verás, saldremos a la calle a reinventar la vida, la posibilidad de vivirla. Sé que vendrán a por mí el miedo y la desilusión pero lo tienen claro, me he tatuado en la frente, por dentro, carpe diem, ya pueden venir. Será un año de abrazos, voy a abrazar a todo aquel que se ponga por delante. También de los besos, voy a besaros a todos, sobre todo a todas, no por nada, por afición, selección y tendencia natural (de mi natural, que respeto todos los naturales). Llevo en la palma de las manos un secreto, os lo contaré cada día, sin más obstáculos que el tiempo, su falta y la técnica, no saber más, cómo decirlo.

La puerta está abierta, persiste la comunicación y la sensibilidad, es sábado y termina el año, te lo deseo magnífico, pleno de salud del cuerpo y el alma, te abrazo como si nos conociéramos de toda la vida, esta, la que tenemos, no hay más. Feliz año 2012 (y los que vengan)



Jacques Henri Lartigue

viernes, 30 de diciembre de 2011

Observatorio 5



Desde el observatorio puede verse lo que no se entiende, un espacio informe con luz diferente, una arquitectura desconocida, el hastío, el tiempo clausurando la última ilusión, el no, la cancelación de las creencias, el páramo, la lluvia de jóvenes vencidos por la edad, amaneceres de titanio, el incendio del bosque de los recuerdos, la danza sensual de los bailarines que imitan a serpientes.


Sin haberte ido, tú no has vuelto.



jueves, 29 de diciembre de 2011

let it snow


Busquen «let it snow» (sin comillas) en Google.


Observatorio 4



Desde el observatorio las horas vuelan como los vencejos que anidan en el portal abierto al viajero, se detienen como delfines atrapados en traicioneras redes, quise beber el néctar de tu sexo herido y el lecho se llenó de ay y párpados, las horas se congelaron en las sábanas vencidas, los polizones se acuclillaban a estribor.

Eran dulces los miércoles.

Escribo sonetos a tu ausencia de hielo.


miércoles, 28 de diciembre de 2011

Observatorio 3


Wolfgang Suschitzky Londres 1935



Desde el balcón del observatorio mido la distancia a la realidad, la cresta de los gallos, desdeño la palpitación de la vida que adivino detrás de las cartas todavía no leídas, temo a las sinuosas bestias que merodean frente a la puerta de hierro y madera, acoto parcelas en la tarde pelirroja, arrojo lastre por los ventanales, no remite el ardor, la mentira tiene forma de herradura y lombrices.

Quisiera besar tus mejillas.


martes, 27 de diciembre de 2011

Observatorio 2


Desde el observatorio es más sencillo oír rodar al mundo; sentir la hierba ondulando; acompañar a las anguilas mientras hierven en el río. Desde ahí arriba, las estrellas están doce metros más cerca, los dioses están millones de kilómetros más lejos.
Tú nunca estás.




Come Back to Me



domingo, 25 de diciembre de 2011

Mirada de domingo






Don McCullin


Graham Miller “Rhonda and Chantelle” from the series “Suburban Splendour”


Henri Cartier-Bresson





St Margaret Mary Alacoque Contemplating the Sacred Heart of Jesus - Corrado Giaquinto


Mary Cassatt (1844-1926) Toreador, 1873





sábado, 24 de diciembre de 2011

Feliz Navidad


Feliz Navidad.
Amor para todos.





viernes, 23 de diciembre de 2011

No vale.

Ansel Adams

 El amor es como la música,
me devuelve con las manos vacías,
con el tiempo que se enciende de golpe
fuera del paraíso.
Conozco una isla,
mis recuerdos,
y una música futura,
la promesa.

Y voy hacia la muerte que no existe,
que se llama horizonte en mi pecho.
Siempre la eternidad a destiempo.

(Blanca Varela.)

Nan Goldin


Envueltos en capas de salteador, el Tiempo, el Pecado, la Muerte señalando el Reloj, el dramático empeño de querer saber, olvidar lisonjas y partir camino adelante, con brío, con fuerza en los muslos, olvidarse del polvo y la sed, un día, otro día, fuera obsesiones, fuera voces, quemaremos calendarios en la dársena, humo de olvido, las espinas, los fantasmas ululando en lo oscuro, tras la tapia, el cuerpo ausente, en los tendones, en la cabeza la palabra que hiere, el silencio incesante, ya no sé si era o si soy yo, si ella existió y si estoy vivo, escribo aquí, pero no vale.


Nan Goldin


jueves, 22 de diciembre de 2011

De la palabra, escritos y otras cosas.

(Dino Valls)


La palabra nos une.
(recuerdo cuando supliqué “no te vayas”)

Escribo lo que vivo, lo que siento.
(demasiadas veces siento que no vivo)

 Recibo elogios por lo que escribo, por cómo lo digo.
(a menudo, defender lo que pienso me lleva a la confrontación)

En alguna ocasión me han dicho que lo que escribo a colores les hace soñar.
(aún me duele a cuantas personas he hecho llorar)

Siempre he pensado que es fácil decir, inventar historias.
(lo difícil es vivir la propia)

Muchos días dejo el alma en lo que digo.
(son los días en los que me siento más incomprendido)

Cuando escribo claro, cuando invento primaveras me aplauden.
(justo entonces estoy seguro que traiciono mi otoño)

La palabra me acerca a otros.
(no recuerdo la última vez que dije "te quiero")

Etcétera








miércoles, 21 de diciembre de 2011

Nadador.



A veces ganaba, a veces, la carrera solía ser contra mí mismo, el premio era nadar, el aplauso tímido de los desconocidos, la velocidad de mis brazos y piernas, la agilidad de mi cuerpo en los virajes, el entrenamiento, la entrega, el cloro que enrojecía mis ojos, el poder presumir con las sombras de los ausentes, jamás fui seleccionado, no tuve padrinos, ni carnet, nadaba para poder nadar, mi padre no estuvo nunca en la grada.






martes, 20 de diciembre de 2011

Ensimismado.



Corto de miras, un lelo, ensimismado en mi blog, sin mirar a los lados, no como esos reptiles de mirada periférica, un camaleón por ejemplo, no, con orejeras, mirándome el ombligo sin cesar, sin mirar hacia otros lados, que los hay, vaya si los hay, leer, sentirlo, admirarme acomplejándome, empequeñeciéndome, agarrándome al absurdo de la estadística, sí pero a mí me entran más, cómo se puede ser tan idiota (perdone, me insulto cuanto y cuando quiero), que sí, que de escribir de sentimientos que nacen dentro de la piel, debajo, en las entrañas, por ahí, doliente voz borboteando en inviernos del alma, amor encontrado en Ella, en otras Ella, en un templo de Barcelona, yo qué sé, paso a escribir como un amanuense, un monje benedictino que copia textos desde la esquina del cerebro que organiza un Stockhausen  ibérico, un burgués emocionalmente inestable, al borde de la melancolía, un perro negro a punto de morderme las pantorrillas, ¿ves?, a nadie le importa esta retahíla de boberías alienadas en el escaparate, lo sé, mi espejo habla, habla el que en él se refleja y dice, me dice, espabila, chaval (debe ser miope este espejo de madrastra de Blancanieves), déjate de nostalgias del piso de Tívoli, infancias en una cocina luminosa entre mujeres y risas, salto al vacío de la vida, soledades compartidas, las garras del trabajo, el primer beso en la sombra, el tedio, el miedo, el amor como una losa, siempre una Ella en la confluencia entre ser y no haber sido, esperando su llegada, su paso, y no venía, llegó cincuenta años después (o más), podemos ser amigos, ¡no!, que no quiero ser su amigo, solo, que quiero su cuerpo enjuto y pálido abrazado al mío en la ternura, crucificados a besos nunca dados, inventar la dulzura de una voz ahora tan ronca, definir la pasión, imaginar caricias en sus muslos, esto es así, empieza en uno y termina en infinito en esas madrugadas plomizas en las que el viento alborota las gaviotas que van de un sitio a otro, galopando entre olas oscuras, de la alameda llega el silbido entre los árboles deshojados, una ausencia hizo la otra, melodía prófuga, la vida pasa en tres minutos de una canción de Sinatra, my way, descifrar lo incomprensible, la travesía de los días, vivirlos con el corazón colgado de un bramante de sueños desmedidos, mirar la luna hasta perder la razón, si aún quedaba, el desaliento de las amistades que se fueron, recuerdo las playas, las blandas arenas que he pisado en bajamar, los brazos bronceados, las huellas en la orilla, su bikini escueto y verde, sus caderas generosas, mi cuerpo varado junto al suyo en las noches oscuras y cálidas, un aeropuerto en Bruselas, la retirada cuando me reñía, sus labios llamándome luego, ven, desnudos sobre el crepúsculo, el nuestro, un tiovivo de voces, su acento dulce, la escarcha de las despedidas, no te vayas , amor, ¿volverás?, como un funámbulo sin equilibrio, caminando sobre un alambre tenso, sin red abajo, me rompí las piernas, el alma, las ilusiones, la esperanza, nadie aplaudía ya, los violines, aquella orquesta  pagada, toquen otro vals, ¿qué queda?



Jean Noel de Soye




El canto de los adolescentes /./ Stockhausen

Karlheinz Stockhausen (Mödrath22 de agosto de 1928 — Kürten-Kettenberg5 de diciembre de2007) fue un compositor alemán ampliamente reconocido como uno de los compositores más importantes de música culta del siglo XX.
Es conocido por sus trabajos de música contemporánea y sus innovaciones en música electroacústicamúsica aleatoria y composición seriada.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Enemistad.


Cierta madrugada, uno de mis compañeros y yo habíamos salido a disparar contra los fascistas en las trincheras de las afueras de Huesca. Entre su línea y le nuestra había trescientos metros, una distancia a la que era difícil acertar con nuestros anticuados fusiles; pero si se acercaba uno arrastrándose a un punto situado a unos cien metros de la trinchera fascista, a lo mejor, con un poco de suerte, le daba a alguien por una grieta que había en el parapeto.

Por desgracia, el terreno que nos separaba de allí era un campo de remolachas llano y sin más protección que unas cuantas zanjas, y había que salir cuando todavía estaba oscuro y volver justo después del alba, antes de que hubiera buena luz. Aquella vez no vimos a ningún fascista; nos quedamos demasiado tiempo y nos sorprendió el amanecer. Estábamos en una zanja, pero detrás de nosotros había doscientos metros de terreno llano donde difícilmente se habría podido esconder un conejo. Todavía andábamos infundiéndonos ánimos para echar una carrera cuando oímos mucho alboroto y silbatos en la trinchera fascista: se acercaban aviones nuestros. De pronto, un hombre, al parecer con un mensaje para un oficial, salió de un salto de la trinchera y corrió por encima del parapeto, a plena luz. Iba vestido a medias y mientras corría se sujetaba los pantalones con ambas manos. Contuve el impulso de dispararle. Es cierto que soy mal tirador y que es muy difícil dar a un hombre que corre a cien metros de distancia, y además yo estaba pensando sobre todo en volver a nuestra trinchera aprovechando que los fascistas estaban pendientes de los aviones. Sin embargo, si no le disparé fue por el detalle de los pantalones. Yo había ido allí a pegar tiros contra los «fascistas», pero un hombre al que se le caen los pantalones no es un «fascista»; es, a todas luces, otro animal humano, un semejante, y se le quitan a uno las ganas de dispararle.
(George Orwell, Recuerdos de la guerra civil)


Nos conocíamos desde la adolescencia.

Me llamó a las siete de la mañana.

-Siempre seremos amigos –me dijo.

-Sí, claro –contesté, medio dormido.

-¿Vendrás a declarar a mi favor? –preguntó, con urgencia.

-Sabes que no le puedo hacer eso a Julia –respondí.

No nos hemos hablado nunca más.

Ha pasado una vida.    


domingo, 18 de diciembre de 2011

iOigee, la incomprensión y una carta al Rey.

ALTA FIDELIDAD 

Entre todos los ruidos de la noche 
yo distingo sus pasos. Sé 
cómo va vestida, lo que piensa, 
qué música prefiere. No me importa 
su nombre, dónde vive 
o en la casa de quién, y todavía 
mucho menos aún qué hará mañana, 
hacia dónde se irá, qué oscuros trenes 
la envolverán con su jadeo sordo, 
qué manos retendrán su mano tibia. 

Ella camina ahora, y yo la siento 
cerca de mí, real, cansada, siempre 
con ojos asombrados, esperando 
que algo nuevo suceda, algo que cambie 
el monótono ritmo de las horas, 
un gesto, acaso, que ella entendería, 
y no sabe cuál es. Sólo la noche 
acompaña sus pasos desolados, 
le da cobijo entre las multitudes; 
sólo la noche, como yo, la espera.



iOigee se siente incomprendido, desde la estructura invisible de la retícula d´esto hasta el punto final. Pone en marcha el cronómetro, da cuerda a los relojes y en dos le sobran minutos. Se sumerge en el centro del túnel del viento y le falta fuerza impulsora para volar más allá del acá.

Ha leído una frase de Groucho Marx (¿Que por qué estaba yo con esa mujer? Porque me recuerda a ti. De hecho, me recuerda a ti más que tú.) y se le alteran todos los ámbitos de la percepción, incluso siente un temblor similar al crecimiento entre la organogénesis y la gastrulación. Hay mucho en ese dicho.



En el trabajo del pasado siglo hay un énfasis de azufre y manganeso, una alteración del carbono  de 0,001 (%) y  iOigee fluctúa entre la inyección de oxígeno y la toma de muestras de acero líquido para su posterior análisis químico. En este periodo crítico, el trabajo es un bien escaso y entre la metalurgia y la informática hay periodos de contemplación de la Naturaleza desde el mirador del cabo San Vicente, desde Elanchobe o desde Chiclana de la Frontera. Ea.

iOigee se siente incomprendido, digo, él lo dice. No es culpa tuya, ni suya, ni siquiera mía (que solo lo cuento). Este es el esbozo de un retrato ahora que el día está oscuro y los peces se marean con tanto oleaje y mar de fondo, los telediarios insistiendo en el viento para no dar publicidad a la dura y posible carta al Rey del coronel del ejército español, Amadeo Martínez Inglés (click), las cadenas de televisión fusionándose y a pesar de la distancia, como una huella de nostalgia en el barro de su otro yo, entre la nausea y la asfixia está la mirada de tentación hacia el cuerpo de aquella mujer que no sabe si amó o deseó.

Los arcángeles abren y cierran ventanas, balcones, párpados, el corazón como una música sin compás, es domingo, iOigee aún está dormido. 

Este hombre…¿Dónde estaría anoche?, ¿con quién?   


The Order of Release, 1853  John Everett Millais

sábado, 17 de diciembre de 2011

Muere Cesaria Evora

Muere Cesaria Evora


La mirada de los sábados.


My Brightest Diamond - ALL THINGS WILL UNWIND: Be Brave from Asthmatic Kitty on Vimeo.



Eastern Sector, West Berlin, Germany photo by Ralph Crane, 1953
 Chumy Chumez.








 René Burri - Napoli Street Dancers (Teatro di strada), 1956



Watson and the Shark by John Singleton Copley, c. 1777.


Bob Landry, Rennes, France, 1945 French patriots confronting a German collaborator.


Hoy no quiero escribir.


viernes, 16 de diciembre de 2011

Generoso.



Que esta carta no estaba escrita, pendiente de pensar, traspapelada entre tantos estudios de tantos, lo suyo, lo que ella es, lo mío era eso otro, la actividad de un amante generoso, que pasé el umbral de lo prohibido y entré tan dentro, en lo oscuro, ciego, tanteando la encontré, en el reposo de sus caderas, en el rumbo de sus labios semiabiertos, sin reparar en el peligro, sin haber respirado su aliento de ida y vuelta, lo digo, escribo, en este aún otoño que hiere de tristeza, ahora que los traductores extienden la equivalencia a lo largo del poema y Jerry Ehman, atento, espera captar todavía otro código GEQUJ5, inútil intento en el monótono murmullo del cosmos, como ella, mujer detrás del muro, en un sexto piso que mira a la plaza donde tanto jugué de niño, cuando mi tía L me llevaba de la mano y me contaba todos los cuentos, cuando me vestía de ternura y me paseaba por los jardines transformados ahora en semicírculos de cemento y rosas solitarias, flores de pascua, charlatanes del fin del mundo e inmigrantes ensimismados, que todo está cambiando y no nos damos cuenta, que las calles se llenan de colores y seguimos como si nada, indiferentes al tsunami de gentes que nos van a integrar, comunidades nuevas, mezcla, otras voces, costumbres, sonidos, comidas, olores, que seguimos debajo del Árbol, cantando himnos que apenas entendemos, manteniendo fronteras imposibles, levantando los brazos en saludos a lo que no será, guardando la heredad sin saber que todo pasa y sólo tenemos ahora, como ella, digo, quizás ya ni siquiera el motivo de esta carta que no sé escribir, que me pierdo en carreteras nunca transitadas, que ya no recuerdo ni su perfil, ni sus gemidos, ni su desnudo abandono, los mensajes que quemé en una hoguera de dolor insoportable, perdida la cabeza y la esperanza, perdidos los retornos, en el borde de un precipicio con los brazos abiertos, que me tiré sin alas, sin saber volar, que aún hay milagros, que pasé de iluso amador a mutilado de guerra, a dependiente de emociones ajenas, a equilibrista sin cable caminando sobre rayas que inventaba en las aceras, que aprendí a hablar de nuevo, otro lenguaje, o el de antes de, prehistoria del sentimiento, lenta recuperación en hospitales del alma, eso fue ayer, eso fue hace un siglo, eso no fue nunca que me he instalado en este rincón 2.0 y hablo y hablo sin cesar, para que me lean y sepan, para que no sepan, juegos de manos y voces, nada en esta mano, nada en esta otra y aparece un poema donde menos te los esperas, poemas de otoño, los posos de Cortázar, de Neruda, de Dylan Thomas cantando en una habitación donde acumulo objetos de diez habitaciones, recuerdos como espinas, libros, una hélice, un barómetro, fotografías de una carrera de motos, una lupa, una navaja suiza, una taza con pétalos de las flores del último ramo, un cierre de esta metonimia al calor del jueves, de nostalgias no bien curadas, de necesidad de airear el corazón ahora que no llueve y soy capaz de mirar por la ventana que da a una avenida que lleva a carreras de domingo justo ahora que solo quiero bañarme de música, descansar de batallas mal asimiladas, estrenar una camisa blanca y pasear de la mano de aquella a quién amo, aunque a veces, ahora, ay, recuerdo cuando fui un amante generoso.



Si, es ella.

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