miércoles, 30 de septiembre de 2015

El trayecto del rinoceronte (3)



No, claro, no me he quedado mudo, no me suelten la mano que nuestro tiempo sigue aunque no lo tengamos, aunque sea él quien nos tiene atrapados en calendarios, en agendas repletas de citas vanas pero que nos alimentan, en hablar de deporte, del Athletic, de Windows 10, de ponencias o de líneas que se pierden en las azoteas de un edificio que nos contiene y alberga mientras los que nos quieren o nos conocen o nos soportan o nos recuerdan, dan vueltas por la casa, por la calle, por la ciudad ajena, por este mundo tan pequeño que mira a otros mundos, el suyo se quedó aburrido y ya conocemos tanto de tantos que nos llenamos de la ignorancia de un nosotros que antes, porque antes es un buen título para una canción, para un bolero, para una excusa, para una indulgente forma de cerrar los ojos a los brazos abiertos sobre la cama como un ataúd, como un desierto, como una mazmorra, como una fiesta de gritos y besos y pasión - nos van a oír- y que nos importa si, a veces, tú, o yo, no nos encontremos, si tú, y yo, sabemos, sabemos qué, sabemos aunque y a veces soñamos con escalerillas de avión y cómo será, y si…, y luego el teléfono, o algo urgente, o un ruido metálico nos distrae y ese cuadro está movido como un rinoceronte que trota hacia nosotros, desafiante. 





Solícito el silencio se desliza por la mesa nocturna, rebasa el irrisorio
contenido del vaso. No beberé ya más hasta tan tarde: otra vez soy el tiempo que me queda.
Detrás de la penumbra yace un cuerpo desnudo y hay un chorro de música hedionda dilatando las
burbujas del vidrio. Tan distante como mi juventud, pernocta entre los muebles el amorfo, el
tenaz y oxidado material del deseo. Qué aviso más penúltimo amagando en las puertas, los grifos,
las cortinas. Qué terror de repente de los timbres. La botella vacía se parece a mi alma.

De "Laberinto de fortuna" 1984 .-. José Manuel Caballero Bonald 

martes, 29 de septiembre de 2015

El trayecto del rinoceronte(2)



Ella se ha ido pero todo está bien, era lo correcto, todo sigue, aún lloverá y lloverá durante dos meses más, luego vendrá el frío, las manos se quedarán pálidas y no hay tiempo para nostalgias, la vida está aquí, empujándonos. 

Alguien me llama para una cena, - tenemos una excursión a la Rioja, ¿vienes?- , y cómo no voy a ir si de nuevo la amistad, la entrañable mediodía de los domingos, aunque sin L, - ¿qué tal la semana?, ¿sabes que…? - . Bilbao está lleno de calles para perderse, cines, museos, visitas al mercadillo de la Plaza Nueva y esta música que escucho mientras escribo entra por cada poro del sensible otoño. 

Ella se ha ido pero aún la imagino leyéndome, imaginándome como yo le imagino, imaginando como sería acariciar su frente junto a una ventana por donde resbalen las nubes grises de New York, o tendidos al sol de playas que nunca, o de nuevo en aquel hotel de Londres detrás de los cuadros que vendían marchantes imposibles en Marble Arch, en mercados de Cádiz - nos van a ver-, en galerías comerciales de Berlín, bajo el pianoforte de Paolo Conte que menea la cabeza y canta, en el bandoneón que acompaña a esa Adriana que nos mintió del Polaco en Corrientes y luego… ¿viste?

No, ella no vio nada y sigo este trayecto del rinoceronte.




Dorm dintre meu, perduda criatura: dorm dintre meu en una nit de reis (Joan Margarit)

lunes, 28 de septiembre de 2015

El trayecto del rinoceronte (1)



No creas que me he quedado mudo, no pienses que he olvidado el camino (de regreso), no temas por mi salud (mental), el cambio de rumbo de las estrellas o las mareas vivas de octubre, si las hubiera. No me ha segado el corazón un rayo de angustia, ni se ha roto el cristal de la brújula con un viento de guadañas. No mires al horizonte, no protejas tus ojos del sol de la mañana, llueve, o lloverá, no adivines presagios detrás de la luna, ni sombras. Olvídate de teorías complicadas, es solo que los días han tornado a rebeldes, incontrolables, antipáticos, puntiagudos. 

No, no hay misterios, está esa certeza sobre la falta de tiempo para medir, comparar la profundidad antigua de los arcángeles con un relámpago que abra rendijas en el cielo. No hay cortinas cerradas, hay flores de alegría, belleza alrededor, palabras tan dulces, tan hondas que ni siquiera podemos llorar. Palabras que se remansan justo ahí, en ese lugar del brazo donde confluyen las venas, allí donde un día alguien nos besó y se rompieron las dudas, allí donde se fragmentaron las últimas protestas que habíamos puesto en la pasión que nos envolvía, que nos crecía desde un punto invisible del jamás, de la mente que ya no sabía, que ya sólo podía sentir fuegos y cuchillos, caricias interminables y relojes de arena, terremotos. Que alguien apague ese televisor que no quiero saber de malos actores pálidos de la política, mentirosos,  programas absurdos,  grandes hermanos de sonrojo, noticias tristes, desgracias, cosechas perdidas, lluvia y lluvia, esta crisis interminable, silencios llenos de ruido en este trayecto del rinoceronte.



Todos los niños del mundo, menos uno, crecen. Y no solo crecen, sino que enseguida saben que hay que crecer. (Comienzo de Peter Pan en la traducción para Ediciones Libertarias de Leopoldo María Panero)

domingo, 27 de septiembre de 2015

El pobre hombre solo.




S me llama.

Has vuelto a escribir lo de siempre.

Perdona, no te entiendo.

Te he leído. Lo de ayer.

¿Y?

El pobre hombre solo.

Sabes que son cosas que invento.

Ya, pero son variaciones sobre el mismo tema. Estás obsesionado, deberías consultarlo.

Es únicamente un post.

Sí, pero no solo eso, aunque tú no lo sepas.

No me líes, cómo voy a saber lo que no sé.

Hay muchas cosas que no sabes entre todo lo que dejas aquí, eres transparente.

¿Tú crees?

Sí.

Cuelgo el teléfono pero me quedo pensativo ¿tendrá razón?


sábado, 26 de septiembre de 2015

Carta del amante que toca el tambor.


Mi amada, aquí, tocando el tambor como en Calanda, pom porropom pom pom, escribirte es una prolongación de verte, de escucharte, de sentirte, por eso, por oírte entre mis venas cuando pienso en cosas bellas, en emociones que me vienen de fiesta por la cabeza cuando voy de un lado a otro, conduciendo, cantando a pleno pulmón, por carreteras recónditas con postes de telégrafos en los lados y gatos en los balcones de los cortijos, pom.

Tú también me descubres sensaciones recónditas, eres como una pescadora sentada en el muelle de Elanchobe, sacando de mis aguas claras hermosos meros, relucientes besugos, langostas que tocan con las pinzas castañuelas de oro. También navegas en la marea baja y caceas mis chicharros melancólicos, mis sardinas saltando a tu barca, mis algas enredándose en tus anzuelos más retorcidos, en ese miedo de a veces.

Cuando estoy contigo me siento espeleólogo de tus cuevas de sal, caminante de tus montes, curioso explorador de tus selvas más intrincadas. A lo lejos se escuchan gruñidos de osos melancólicos pero no temas, refúgiate en mi pecho y juntos nos defenderemos de los insectos del agua oscura, de las sanguijuelas prehistóricas, de las rebeldes bestias recolectoras de huesos. 

Sería más fácil hablar desnudos, pero hace mucho frío fuera y no sabríamos amarnos sin vecinos presentidos escuchando desde el jardín de al lado, con la oreja pegada a su pared, sin ruidos misteriosos de patas de palo por el tejado y murciélagos chocando con las lámparas de gas. Sería más divertido bordear la costa pero mis muletas se hunden en la arena y debemos pararnos, limpiar el taco de goma que impide ese toc-toc por el asfalto y golpeo a los estorninos que no nos dejan caminar, a los perros sin collar que intentan que los adoptemos con sus ojos lastimeros -yo fui perro en el 65 ¿te lo he contado?- 

Desde el centro de esta plaza, montera en mano, tocando el tambor con la otra, pom pom porropom pom, te lo dedico, aunque quisiera mejor, estar ahí sentado, a tu lado, compartir una taza de café, un cava helado, jamón, un aplauso a cuatro manos o un estudio sobre la naturaleza humana, sobre el bosque de la pasión, sobre este tigre que nos mira desde la pared, y los monos que se burlaban de ese explorador que se comieron los leones después de una vida junto al río. ¿Volveremos a nuestra tierra dura alguna vez? El oro es el regreso que decía don Pablo. Besos, nena, besos, porropom, pom.

Pom.

viernes, 25 de septiembre de 2015

Begoña.



…“pasar la vida con una elegante serenidad sabiendo que al final todo se disuelve en la nada”…

Begoña, tantos años bajando a Cádiz. Entonces no había autopistas, viajábamos de noche para evitar el calor, las niñas dormían en los asientos de atrás Parábamos a tomar café en ventas con gente inquietante y llegábamos justo a tiempo para desayunar en Carmona. Una vez pasado Lebrija casi se olía el mar, de ahí a Conil se nos hacía interminable. Tantos años de momentos deliciosos, ¿recuerdas?

Cuando las hijas se hicieron mayores dejaron de acompañarnos. Aguantamos dos veranos más y giramos el mapa. En Galicia también disfrutamos septiembres memorables. Era diferente, tú y yo solos, como novios, recorriendo las playas desiertas, bañándonos en aguas gélidas, extasiándonos con las puestas de sol. Allí nos llamó la mayor para decir que se casaba. Y la pequeña para anunciarnos que se marchaba a vivir a Londres. Solo volvían en Navidad y la vida cambió, tanto. Cómo me consolabas, Begoña.

En estas cosas pienso mientras vuelvo a Cádiz, un viaje nostálgico. No me riñas, ya sé que no ha sido buena idea pero estoy aburrido de esta soledad. Nuestros nietos estarían felices en la playa pero ni sé desde cuando no me visitan. Mi vista no es la que era y conducir de noche me está cansando demasiado. No sé qué quiero encontrar, tú dirías que sigo siendo un inconsciente. Lástima que ya no me lo puedes decir. Me duelen las piernas, creo que debo parar, me estoy orinando. No hay ni una casa, no sé para qué he venido, debería haber tomado la autopista, esta carretera es muy estrecha, iré más despacio, esas luces que se acercan me están deslumbrando. Te añoro tanto, Begotxu, tanto.




jueves, 24 de septiembre de 2015

Ya/Aquí.



Ya. Aquí. Esto de hoy está dedicado a los viajeros de sí mismos, a los que transitan por las interminables distancias interiores, esos que nunca llegan a su propio destino, que siempre están detenidos en andenes intermedios entre la salida y la nada, entre ser o haber sido, entre recuerdos y el tiempo escapándose de las manos que acunan el vacío, dedos que señalan la inmensidad, lo que siempre está más allá, inalcanzable, el miedo a que todo termine antes de llegar, antes de ser, antes del orgasmo o el viento, antes de conocer el verdadero rostro del alma, de la belleza, de romper los espejos, de refugiarse en las ruinas de palacios vacíos, en carros de gitanos volcados en carreteras con barro y perros ladrando en los caseríos, gatos junto al fuego, ancianas que nos miran con zarcillos en las orejas, con una maldición en la lengua, con un gesto de cruces e intermitencias, lejos de lo conocido, lejos de la historia, de lo que antes, del sí, de haber salido de México y llegar a New York, de un pueblo perdido en una esquina de Galicia, rumor de polvo, zorzales colgados de los alambres, vencejos acariciando los arroyos, un hombre de uniforme revisa las entradas, un hombre ciego ve el futuro, una mujer lleva en su seno la promesa del cambio, de lo que tú no has podido ser, de los inventos, de higrómetros y cachivaches, de melenas sumergidas en una corriente de tiempo y viento que nos abandona justo allí donde confluyen las líneas que delimitan la impotencia y subir y bajar a vagones huecos, ventanas cerradas, calefacción para el invierno y carbón desgranándose por vías y vías, hierro y madera, minutos triturados, la muerte agazapada en los túneles que nos atemorizan, nunca entramos a los túneles, saltamos en marcha, nos golpeamos con rocas y peñascos, con carteles que avisan “menos uno, menos dos, menos tres...”, nos engañamos, nunca llegaremos. Etc. Aquí. Ya.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Dormir.


Bah, pretextos, ni jet lag ni leches, ahora debería sentarme y escribir sobre lo de ahí visto desde aquí, ya, antes de olvidar los matices, los detalles, los olores, las sonrisas, todo lo que he imaginado en los aviones, lo que no he tenido tiempo ni ganas de anotar, lo que aún tengo en la piel.

Quizás.

Pero en esto de escribir el deber está fuera de la norma y la norma la impone ahora el cansancio de no saber ni quién soy y solo querer dormir, mucho rato, sin horarios ni obligaciones, meterme a la cama y despertar cuando sea.

Puede ser que entonces diga que, por encima de todo, de este viaje me quedan las personas, cada una de esas personas que me han aportado tanto, que de forma tan generosa me han brindado su mano y su amistad. Vuelvo cansado y con mucho sueño pero he recibido tanto que debo mencionarlo antes de guardar el despertador en un armario y abandonarme al descanso.

Hasta luego.

martes, 15 de septiembre de 2015

Improvisación 1





Los minutos corren muy despacio en esta habitación pequeña. Pienso en ella. Digo ella porque no recuerdo su nombre, quizás no me lo dijo. Recuerdo la curva de sus caderas recortadas en la claridad de la ventana mientras fumaba, su seriedad después de habernos reído tanto. En aquella única ocasión fue una amante entregada, exigente, activa, intensa, me exigió que le mordiese los pezones, con fuerza, parecía que aquel acto de amarnos fuese lo único importante en su vida. Por lo que ocurrió después es posible que fuese así. Ahora me llaman y parece que ya puedo marcharme, debo volver el sábado, dicen que seguirán preguntándome. En vaya lío absurdo me he metido.


lunes, 14 de septiembre de 2015

Again.



Yo penetré en tus huesos. Más allá de mis fuerzas, más allá de la -
posibilidad.

retumbé en tu vientre: tantos días en ti hasta que tuve miedo;

tantas horas en ti hasta que tuve miedo;

tantos días hasta que comprendí que el miedo era el alimento de
mi patria,

el conductor de mi espíritu hacia una vejez en que la traición es
utilizada como estiércol y la mentira trabajada hasta que

hierve dentro de la boca.

Antonio Gamoneda



Tantas cosas ocurriendo en el mundo, la mayoría pasan tan lejos que parece que no pasan, pero pasan, la diaria ración de muertos el sufrimiento, la doble soledad de la incomprensión, el absurdo dolor que nadie detiene. –seres como usted, como yo-. Ni siquiera me atrevo a enumerarlas. Etc.

Palabras, juntamos palabras, estas ventanas de internet nos permiten decir (¿nos?) cosas que antes nos callábamos, comentábamos a los íntimos. ¿Aún quedan íntimos? Etc.

La vida sigue, incluso en esas mañanas en las que voy a visitar a mi tía (87 años) a la residencia y salgo llorando o cuando voy al  hospital a visitar a L, muriéndose sin que ella lo sepa, no queremos morirnos, es igual nuestra edad, nos aferramos a la vida a pesar del dolor, de momento les pasa a otros. Una vez estuve allí, yo era el visitado, me miraban los familiares, los amigos, con gesto incrédulo –pues no parecía...- me miraba a mí mismo con resignación, con miedo, esa es otra historia. ¿Aprendí? ¿He aprendido algo? ¿Qué hacemos aquí usted y yo?, intercambiando fragmentados discursos llenos de buenas intenciones y vacío, palabras, metonimia, hablar, sin conocernos, sin saber, esta es mi mano, lo dije: escribir no es vivir, vivir es salir ahora a la calle y estar con los otros, o no, yo qué sé. Etc.

Lunes, comienza la semana, me voy de viaje. Hasta la vuelta. Cuídense. Etc.



domingo, 13 de septiembre de 2015

Carta del amante al otro lado de la nueva frontera.





Mi niña, que es una pena que aunque  correligionarios (de una forma de sentir), solo seamos corresponsales a tantísima distancia, correveidiles de cuentos y fábulas de Samaniego, corredores de fondo en esto de ser así (un así muy particular), correctos escritores sin manchones de tinta ni gazapos,  correosos amantes sin habernos amado (solo en el concepto bíblico, aunque esto es corregible), nunca cobramos corretajes en corridas (de toros), no formamos corrillos de comadres que difaman y bucean en su soledad, corroboramos que amar es ese temblor en los poros de la nuca, no nos corrompemos por halagos ni lisonjas, nos comemos el curruscu del pan blanco antes de llegar a casa y así, en esta resaca del día después, antesala del 27 ¿o es el 29?, ¿cuándo es? ¿cuándo nos veremos?, ¿cuándo sabré quererte como tú quieres que te quiera? que pienso en ti cada momento pero como esto no es la televisión lo que no se ve no pasa (pero pasa) y así mis pensamientos no son objetos solidos que puedes poner sobre la mesilla de noche, al lado de tus jarrones chinos, china tú misma, una china de lujo, que te imagino gritando consignas por las calles como una partisana albanesa y se me abren las carnes de gozo,  no tanto gozo como cuando abro mis carnes y mi alma, mi todo para ti, que es como llegar a una esquina del cielo y quedarse allí, arrebujado junto a ti,  susurrándote ternuras y pícaros avisos de lo que haremos después y ponte así, nena, que no sé cómo no sabes que te quiero como un turco de largos bigotes, haciéndote cosquillas en los muslos de nácar, morenos ahora, de indígena de algún lugar del Empordá, belleza autóctona que deseo y canto, que sabes que tienes una cuerda alrededor de mi cuello y haces mohines de enfurruñada y salto como un mastín del Pirineo, atento a tus chiss, chiss y me paro, chiss, chiss y corro, eres mi dueña sin haberme comprado, voluntariamente tuyo, sin voluntad, guiándome por tu estrella, estrellado en la estelada de tu balcón, un cantante sin tuna detrás, un enamorado con flores marchitas en el comedor, este hombre del mismo centro de Bilbao que te ama, sin boina pero a lo clásico, sin ochotes detrás que canten habaneras ni el txoria txori de Laboa, que soy un pájaro con las alas cortadas pero tu pájaro, que cómo volaba entonces, cómo nadaba cuando era pez, cómo entraba en la tierra cuando fui topo ciego, cómo amaba cuando era un niño atolondrado y crédulo y ahora te miro desde los que soy, desnudo y cierto, este, el que ha ido y vuelto, el que se perdió en tantos bosques con lobos aullando y sombras fugaces, con nombres y corazones tallados en árboles de ramas retorcidas, antes del incendio y, con todo, íntegro, fuerte, mirando al frente, pudiéndote mirar a los ojos con honestidad y, espera, vienen a prenderme, maldita huida continua, seguiré desde el otro lado de la frontera. Te quiero, mimosa, y lo sabes. Agur, hasta pronto. 


sábado, 12 de septiembre de 2015

¿Está la honestidad pasada de moda?


Por una absurda honestidad pasada de moda intentaba no repetir los temas que había subido (me resisto a utilizar “publicado”) antes  a Glup 2.0. Si Arnold Böcklin pintó cinco versiones de la isla de la muerte no veo la razón de no repetir por ejemplo una carta a un Príncipe sin posibilidad de trono, incluso repetir el pre destrono, no reinar en el reino no reinado, re no reinar, Es decir un re de re de re, como en los mensajes que se repiten hasta el infinito (y más allá). 

 Esto tiene el valor de la imaginación de cada uno, lector o escritor. 

Siempre hay un roto para un descosido, dicen, pero con la cara de Clooney debe ser más sencillo emparejarse (aunque sea temporalmente) que con la mía (con mi cara, digo). O con la (cara/cuerpo/curva del culo) de Angelina (Jolie), por decir alguien. Con la mía (con mi cara, repito), es prácticamente imposible (a las pruebas me remito). Por eso es importante la capacidad de imaginar aquello que no pasa (ni por casualidad). 

Escribir de nieve en Finlandia es más sencillo que hacerlo en Marruecos. Digo. Escribir para escritores tiene el mérito del yo más/ pues que se habrá creído/ es largo/ es corto (el escrito del escritor)/ pues si tú no me lees yo no te leo/ lo mío sí que sí/ pues vaya/ que le den. Y la cuestión es que si te dan y no te enteras no tiene el mismo goce que si sí te enteras. O algo así.

Si al acariciar la cabeza del perro este no mueve el rabo o el perro es sordo o es que eres ciego. Si te muerde la mano es que tiene miedo. Si echa espuma por la boca tiene la rabia. Por eso a muchos les gustan los gatos. O los ratones colorados. Incluso los seres humanos. Tengo una vecina que solo habla con su perro, ella le habla, él ni le contesta (de momento). Este agosto, en misa,  he conocido a una señora a la que se le aparecía la Virgen cada día, en su jardín (en el de la señora), incluso le invitaba a café con pastas (a la Virgen)

La verdad es que no sé a qué venía todo esto, creo que venía a cuento de alguna persona que me ha preguntado si “lo de hoy” no lo había  publicado antes. Me ha emocionado. Agradezco mucho su interés. No pasa nada. Todo está en orden desordenado. Escribir debe ser un goce. O yo qué sé. Antes es solo un concepto. Ahora es esto que acaba de pasar para llegar al siguiente ahora y así continuamente hasta que no pero tampoco es cosa de ponerse serios. Repito escritos antiguos, claro que sí. Esto es una comunidad de bienes. Si vienes y lees, perfecto. Si te ha gustado, mejor. Si no te devuelvo el dinero. Lo intento, lo juro, con lo nuevo y con lo viejo. Hale
 .









viernes, 11 de septiembre de 2015

Tantos años.



Sebastiaan Vrancx (1573-1647), 
A view of Antwerp by night with elegant figures on their way to a masquerade, Nd.
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Me lo dijeron ayer las lenguas de doble filo, que te casaste hace un mes y me quedé tan tranquilo, esas cosas de copla antigua, que mi santa no me lee, que mis hijos dicen que escriba más surrealista, que mis nietos quieren que lleve a sus hijos al parque y que estos, mis biznietos, babean, agitan rítmicamente sus sonajeros y balbucean sobre mi abuelo y su perro que es el único que me entiende en esta gran familia, con él charlo de esto y aquello, todo lo que su faringitis permite, todo lo que se dilata mi paciencia en el apartado canino, aquello que se expande en conversaciones sobre nuestros gustos, tú sabes, la Macanita y Cecilia Bartoli, los Byrds y Vainica Doble, Moebius y Pollock, que me postro frente al altar de los santos Julio y Cortázar y la inspiración se posa sobre mi cabeza como una lengua de fuego, como una paloma de contrapasa, como un cangrejo de pinzas que abarcan soledades y otro cualquiera, en mi caso, se hubiera echado a llorar, yo, cruzándome de brazos dije que me daba igual, qué cultura, la Cultura, es una hermosa palabra que engloba tanto que a veces va ligada con belleza, la Belleza que se da el brazo con sentimiento, el Sentimiento que es esa indefinible sensación que se expande en el pecho leyendo a XX *, acariciando el cristal de la urna que contiene los restos de la juventud, la mía, no hay nostalgia, no, hay certeza y espejos rotos, de aquella crisis del cincuenta y tantos salió un bicho entre el barro que asustaba a los críos del barrioporque sin ser tu marido, ni tu novio, ni tu amante, soy el que más te ha querido, con eso tengo bastante, pero la lluvia, bendita lluvia, fue desprendiendo de su piel los colgajos del primer amor, la certeza de la muerte, las posturas amorosas de un cuerpo liberado, las uñas rozando la ventana, la palabra como un puente, como un agujero que se tragaba todo lo que antes no, arco iris o relámpago, carabela, estroncio, alicates, una soleá en un patio cordobés, Leilía en Santiago, todo lo que vino detrás, nombres con una mirada que horadaba la armadura, libertad, apártense que arrollo, que me falta carretera para seguir, que esto es solo un comienzo de todo lo que aún falta, si me sobran fuerzas, quise decir sí, me sobran fuerzas, me faltan horas, centrarme, saber que escribir es un arte y no un desahogo, que sin corazón no basta la técnica, tentáculos de inspiración bajo el agua negra de algunos días de calamares, de peces abisales que no avisan, tiburones que muerden y se van, que escribir es contar pero no solo, eso ya lo sabías, ¿no?, no, lo que no sabes es que detrás de la pared hay un enigma o un milagro, o nada, un perro levantando la pata para mear, una pareja comiéndose mutuamente, un hombre que se quiere olvidar de lo que se ha olvidado, caprichos de sentarse y pensar en otro -ahora mismo tú, ya ves-, en los juegos florales de la voz, enroscada, hay una mano tendida, dos, los brazos, un cuerpo abierto en dos mitades, como un pescado a la plancha, arte en Guetaria, cocineros escogiendo la salsa, marmitón humilde que pela patatas de palabras, que saca la basura y barre entre las mesas del alma, ¡mírame! no, si, ya, tiempo, ese que corre desnudo por el pasillo, enseñándonos un culo blanco, se escapa y nos deja empeñados en recuperarlo, cuantos besos he perdido por esto de escribir, cuantos he ganado, cinco a cero, partido accidentado, con lesionados emotivos, con limosnas en la puerta de la iglesia, en misa de una los piadosos devotos de santos con estigmas dan más, un milagro es llevar aquí tantos años, ay, tantos años, así, como si nada, soy de Bilbao, sí, pero es mucho, me pregunto si seguiría si mi ranking de visitantes fuera inferior, si no recibiera tanto cariño, un tío tan duro que se quita la camisa y se le ve el alma, un lunar en los ojos, los bíceps que fueron y la voluntad de seguir, obstinado, que hace mucho preguntaba a mi madre mientras preparaba la comida, “Amatxu ¿me enseñas a bailar? y ella bailaba conmigo en una cocina humilde y feliz, “Amatxu ¿y qué les digo a las chicas?”, ella sonreía y añadía sal, o tomate, a los guisos, “Ya se te ocurrirá, hijo, las palabras salen solas, pero recuerda, tenlas siempre respeto” y entre lágrimas ** y risas pasaron los días y lo que no me haya ocurrido lo inventaré, me sentaré con los viajeros de la caravana, con los niños en el oasis, con lo que volvieron, en el centro del silencio de tantos como se fueron, seguiré el consejo de Albert Camus, si escribes claro tendrás lectores; si escribes oscuro tendrás comentaristas y discípulos por eso voy a experimentar, a buscar cauces en los que no me haya mojado, barro y cerezos en flor, contar abubillas entre los árboles, división entre los que rezan, los que combaten, los que trabajan, añadiría los que roban a estos últimos, los parásitos, importancia de ser, integridad en los principios, onomatopeyas, circunloquios para decir que A sigue siendo A, o no, dudas, ¿quién somos?, escribir raro, confuso, y mirarte, ¿dónde empieza la ira?, ¿dónde cambia de color el mar?, vista aérea del mundo que conocemos, un mundo pequeño que cabe en un mano, de momento las guerras, los terremotos, el hambre, la confusión, la sed, el pillaje, el caos, están en otra parte, por eso me baño en el agua de la historia, me sumerjo, intento entender, “Hijo mío ¿ves esa estrella?, está muerta desde hace millones de años” y seguir mirando el cielo de Cádiz en verano, cuando todo era diferente y parecía que nada podría cambiar, hoy todo ha cambiado y se ha vuelto del revés, yo me voy para mi casa y tú te vas al cuartel, cantos militares, de tropa, sentarte y escribir sobre la tarántula que sube por la espalda entre sábanas blancas del niño dormido, sobre la aguja en el brazo del hombre con los ojos rotos, sobre la mujer llorando en una ventana de soledad, grillos y cigarras, un verano que terminó para siempre, aquí no pasa nada y pasa todo, un ángel me mira, zumbón, y rompo todos los confesionarios que intentaron ensombrecer mi infancia, los quemo, una gran pira, mentiras para sostener la gran mentira, esto es lo que hay y el resto es silencio, luz, vida, un humilde escritor buscando en el ejercicio de una escritura compulsiva, esto es un diván, Lacán, si no navega en la sinceridad no es, si no sé disfrazar el perfil y el bigote no hay oficio, si me lees más allá de lo que lees es un triunfo compartido, lo dicho, resumiendo, tantos años y las promesas de continuidad, un cambio en el estilo y trabajo de esclavo de película de Cecil B. de Mille, los Diez Mandamientos, además, que sí, que sí, que no, que no, que a la Parrala le gusta el vino o nunca llueve a gusto de todos o vaya usted a saber, que lo que é, é, es decir que no se puede contentar a everybody, se puede intentar, claro, pero el fracaso es seguro ya que cada uno somos de nuestra madre y de nuestro padre y a unos les gusta el tinto, a otros el blanco y a otros no les gusta nada, que por sus actos les conoceréis y que por mucho bigote postizo que te pongas al final lo que haces/dices/omites/escribes te define y el tiempo nos pone en nuestro sitio y en cien años todos calvos (otros antes) y hoy por ti mañana por mí, yo, mí, me, conmigo, que este es un desfile de ombligos y ahí la partera influye mucho, no digo que luego uno no, sí, quizás, que si juegas bien todo el partido y te meten un gol de penalti injusto en el último minuto es como si nada, échale la culpa al árbitro, a los periodistas al lucero del alba, que el que decide es el público soberano, aplaude, pita, patea, tira cacahuetes a los linieres, que no solo hay que ser bueno sino parecerlo y esto es un intento de escritura, ya te digo, y cada uno lo lleva como puede/sabe/quiere y por su público lo conoceréis, que lo bueno es que no hay normas, normal, algo tan nuevo no debe tenerlas, si las hay nos las saltamos pero, insisto, gustar a todos es imposible, además como este artilugio tiene las puertas abiertas lo mejor es ese pasen y vean, que como es gratis uno/una tiene todos los derechos, incluido el del pataleo, que para este viaje no hacen falta alforjas, que esto es el espejo de Blancanieves, siempre te dice que eres el más guapo, bendito el que se lo crea, bendito el que compita, bendito al que le sirva su propio estímulo, bendiciones a diestro y siniestro que esto es una pequeña parcela en el amplio campo de las posibilidades y quedarse aquí es otra forma de irse, que hoy así y mañana asá, es lo que tiene, ya, es muy largo y quizás sin demasiado sentido, para los impacientes lo he resumido, os quiero, comienzo con uno, todo comienza conmigo y todo termina en yo, Larralde, mezcla de tantas lecturas, de tantas músicas que tarareo y silbo, que los días carcomen el alma, el tedio, la rutina y si tienes la suerte/desgracia de rozar el milagro sabrás que el éxtasis existe, que la pasión es un privilegio de los que arriesgan la estabilidad, avaricia de conservar el moho, mirar las horas desde el borde de un precipicio y con absoluta confianza dejarse caer para que seres celestiales te recojan con sus alas, que las abran de pronto y te precipites hasta la cama de un hospital con los huesos rotos, con el alma rota, con la mente que ve bichos a partir de ahí y llora, lo mejor/peor que te puede ocurrir, empezar a vivir después de haber muerto, otro escenario, arriba el telón que la función va a comenzar, estreno mundial, señoras y señores esto es la vida, un festín sobre los manteles de lo cotidiano, empapucémonos, hartémonos, llenémonos de las viandas de la existencia, ay, ay, ay, ay, esto es lo que hay, ¿tantos años de extimidad?, bendito el que haya llegado hasta aquí ya que todo esto se resume en dos palabras, las repito:

Os quiero.




jueves, 10 de septiembre de 2015

Cabeza a pájaros. El desenlace.


No, la vida se para.

Con Mariam no seguí adelante. Un día se quitó el abrigo y no tenía nada por dentro, su atractivo se quedaba en los bellos ojos verdes Y no es que fuera delgada o gruesa o qué, es que literalmente estaba hueca, sin sustancia, suspiraba bien en eso del coito pero hasta ahí, me aburría. Con esas premisas, claro está, no había posibilidad de un idilio continuado. Además me dejó, la muy...

Mi tía María Luisa, que me quiere mucho pero que es espabilada, mientras me preparaba el bacalao al pil pil para los desayunos murmuraba –este chaval no tiene remedio, ni con pájaros.-

Y me centré en Txomin, mi pingüino. Lo primero que hice fue comprarle una bufanda y una gorra de béisbol, verde. Después saqué entradas para el cine – “Don´t come knocking” de Win Wenders-, nos gustó. Al salir fuimos a cenar al hostal junto al bosque rojo -que preparan muy bien las anchoas en vinagre-; nos pusimos ciegos, él untaba el plato y palmeaba de gozo.

Txomin era poco exigente, teniendo comida y frío estaba contento, yo también. Así, la relación duraba, duraba Los vecinos nos miraban con cara rara en la escalera. Bueno, también miraban así cuando viví con Laura, esa es otra historia, gótica, Laura.

Todo iba bien hasta que llegó el circo Americano. Le llevé, claro. Allí fue donde vio al oso polar. Un flechazo. Ese mismo día desapareció. Con todo lo que yo le había dado. Ingrato. Lo peor es que se llevó mis ahorros. Dicen que les han visto de gira por la zona de Almendralejo. Forman el Dúo Gélido. Se quitan las pieles, serán...Y conmigo que era tan recatado.

Mi tía María Luisa ya no se atreve a decir nada, ni viene a almidonar los calvinklein, ha empezado un cursillo de filatelia por correspondencia y no tiene tiempo de nada.

Yo, ya, estoy bien, gracias, no os preocupéis. Es solo que tengo mala suerte en mis relaciones. Lo único, si sabéis de alguna buena chica, que le gusten los animales, aunque ella también lo sea –un poco, eh-, que tenga algo por dentro -además de lo que tiene que tener, claro- darle mi dirección, en estos momentos estoy solo, sin compromiso.

Le he echado el ojo a un canario flauta, que me han dicho que son muy fieles, pero la verdad no me decido. Ay, con todo lo que he pasado, no gano para disgustos.

Hasta mañana.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Cabeza a pájaros.

Sonia era morena, huraña, apenas hablaba. No sé cómo pude dormir a su lado durante tantos meses.
Cuando me dejó, mi tía María Luisa mientras planchaba mis camisas, me sugirió – necesitas un pájaro-.

Al año siguiente me abandonó Chus. Con ese nombre, sin cortarse, dijo que era un aburrido y un maniático, que prestaba más atención a mis libros y discos que a ella. Aunque las tres cosas eran ciertas me molestó, no tanto como para caer en una depresión, pero sí para estar permanentemente triste.
Al verme así, mientras me enseñaba a preparar huevos con bechamel, mi tía María Luisa repetía –tengo la solución, un pájaro-.

Era sábado y muy temprano me despertaron varios timbrazos. Abrí la puerta medio dormido y ahí estaba mi tía con un pingüino. Ante mi sorpresa me dijo que era lo que necesitaba, que este animal me ayudaría a combatir la soledad. Y se fue.


Pasé al pingüino al salón y allí nos quedamos los dos, mirándonos sin saber qué decir, era bizco y tenía el pico triste. Como era invierno, lo primero que hice fue apagar la calefacción y ponerme un jersey, después abrí una lata de berberechos, que era lo único adecuado que había en la despensa para una supuesta dieta del ave. El pingüino ni la miró y entré a Google para conocer las costumbres de estos bichos.

Ya instruido, en el centro comercial compré krill, sardinas y calamares y volví a casa con la idea de ser un buen compañero para mi nuevo huésped. Me puse un abrigo, dejé las ventanas abiertas y una generosa ración de pescado en un cuenco. El pingüino palmeó, me miró con ojos agradecidos y se zampó su ración, después se quedó dormido apoyado en la tabla de planchar.


Han pasado dos semanas y entre nosotros se ha creado una buena amistad. Me recibe cuando vuelvo del trabajo y se queda a mi lado, silencioso pero atento, no pide nada y es cariñoso. A veces se mete al frigorífico y está allí horas, me da miedo que se ahogue. Me está saliendo un poco caro en la comida, se ha vuelto un sibarita, tengo que pelarle las gambas ya que de otra forma no las traga, pero me da tanto afecto que me enternece. En este pueblo hace mucho frío, los domingos me lo llevo al estanque, allí el pobrecito está muy a gusto. Cuando llegue el verano no sé dónde lo llevaré.

No he vuelto a tener novia pero mis sobrinos están encantados cuando me visitan. Me he apuntado a un club de propietarios de mascotas y allí he conocido a Mariam que tiene dos, pingüinos, y unos ojos verdes preciosos. Como siempre va muy abrigada no sé bien cómo es, pero creo que me estoy enamorando.
Nunca podré agradecer bastante los consejos de mi tía María Luisa.
La vida sigue.

(Y este relato)

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