Sebastiaan Vrancx (1573-1647),
A view of Antwerp by night with elegant figures on their way to a masquerade, Nd.
.............................................................
Me
lo dijeron ayer las lenguas de doble filo, que te casaste hace un mes y me
quedé tan tranquilo, esas cosas de copla antigua, que mi santa no me
lee, que mis hijos dicen que escriba más surrealista, que mis nietos quieren
que lleve a sus hijos al parque y que estos, mis biznietos, babean, agitan
rítmicamente sus sonajeros y balbucean sobre mi abuelo y su perro que es el
único que me entiende en esta gran familia, con él charlo de esto y aquello,
todo lo que su faringitis permite, todo lo que se dilata mi paciencia en el
apartado canino, aquello que se expande en conversaciones sobre nuestros
gustos, tú sabes, la Macanita y Cecilia Bartoli, los Byrds y Vainica Doble,
Moebius y Pollock, que me postro frente al altar de los santos Julio y Cortázar
y la inspiración se posa sobre mi cabeza como una lengua de fuego, como una
paloma de contrapasa, como un cangrejo de pinzas que abarcan soledades y otro cualquiera, en mi caso, se hubiera echado a llorar, yo, cruzándome de
brazos dije que me daba igual,
qué cultura, la Cultura, es una hermosa palabra que engloba tanto que a
veces va ligada con belleza, la Belleza que se da el brazo con sentimiento, el Sentimiento que es esa indefinible sensación que
se expande en el pecho leyendo a XX *, acariciando el cristal
de la urna que contiene los restos de la juventud, la mía, no hay nostalgia,
no, hay certeza y espejos rotos, de aquella crisis del cincuenta y tantos salió
un bicho entre el barro que asustaba a los críos del barrio, porque sin ser tu marido, ni tu novio, ni tu amante, soy el que más te ha
querido, con eso tengo bastante,
pero la lluvia, bendita lluvia, fue desprendiendo de su piel los colgajos del
primer amor, la certeza de la muerte, las posturas amorosas de un cuerpo
liberado, las uñas rozando la ventana, la palabra como un puente, como un
agujero que se tragaba todo lo que antes no, arco iris o relámpago, carabela,
estroncio, alicates, una soleá en un patio cordobés, Leilía en Santiago, todo
lo que vino detrás, nombres con una mirada que horadaba la armadura, libertad,
apártense que arrollo, que me falta carretera para seguir, que esto es solo un
comienzo de todo lo que aún falta, si me sobran fuerzas, quise decir sí, me
sobran fuerzas, me faltan horas, centrarme, saber que escribir es un arte y no
un desahogo, que sin corazón no basta la técnica, tentáculos de inspiración
bajo el agua negra de algunos días de calamares, de peces abisales que no
avisan, tiburones que muerden y se van, que escribir es contar pero no solo,
eso ya lo sabías, ¿no?, no, lo que no sabes es que detrás de la pared hay un
enigma o un milagro, o nada, un perro levantando la pata para mear, una pareja
comiéndose mutuamente, un hombre que se quiere olvidar de lo que se ha
olvidado, caprichos de sentarse y pensar en otro -ahora mismo tú, ya ves-, en
los juegos florales de la voz, enroscada, hay una mano tendida, dos, los
brazos, un cuerpo abierto en dos mitades, como un pescado a la plancha, arte en
Guetaria, cocineros escogiendo la salsa, marmitón humilde que pela patatas de
palabras, que saca la basura y barre entre las mesas del alma, ¡mírame! no, si,
ya, tiempo, ese que corre desnudo por el pasillo, enseñándonos un culo blanco,
se escapa y nos deja empeñados en recuperarlo, cuantos besos he perdido por
esto de escribir, cuantos he ganado, cinco a cero, partido accidentado, con lesionados
emotivos, con limosnas en la puerta de la iglesia, en misa de una los piadosos
devotos de santos con estigmas dan más, un milagro es llevar aquí tantos
años, ay, tantos años, así, como si nada, soy de Bilbao, sí, pero es mucho, me
pregunto si seguiría si mi ranking de visitantes fuera inferior, si no
recibiera tanto cariño, un tío tan duro que se quita la camisa y se le ve el
alma, un lunar en los ojos, los bíceps que fueron y la voluntad de seguir,
obstinado, que hace mucho preguntaba a mi madre mientras preparaba la comida, “Amatxu
¿me enseñas a bailar? y ella bailaba conmigo en una cocina humilde y feliz,
“Amatxu ¿y qué les digo a las chicas?”, ella sonreía y añadía sal, o
tomate, a los guisos, “Ya se te ocurrirá, hijo, las palabras salen solas,
pero recuerda, tenlas siempre respeto” y entre lágrimas **
y risas pasaron los días y lo que no me haya ocurrido lo inventaré, me sentaré
con los viajeros de la caravana, con los niños en el oasis, con lo que volvieron,
en el centro del silencio de tantos como se fueron, seguiré el consejo de
Albert Camus, si escribes claro tendrás lectores; si
escribes oscuro tendrás comentaristas y discípulos por eso voy a experimentar, a buscar cauces en
los que no me haya mojado, barro y cerezos en flor, contar abubillas entre los
árboles, división entre los que rezan, los que combaten, los que trabajan,
añadiría los que roban a estos últimos, los parásitos, importancia de ser,
integridad en los principios, onomatopeyas, circunloquios para decir que A sigue
siendo A, o no, dudas, ¿quién somos?, escribir raro, confuso, y
mirarte, ¿dónde empieza la ira?, ¿dónde cambia de color el mar?, vista aérea
del mundo que conocemos, un mundo pequeño que cabe en un mano, de momento las
guerras, los terremotos, el hambre, la confusión, la sed, el pillaje, el caos,
están en otra parte, por eso me baño en el agua de la historia, me sumerjo,
intento entender, “Hijo mío ¿ves esa estrella?, está muerta desde hace
millones de años” y seguir mirando el cielo de Cádiz en
verano, cuando todo era diferente y parecía que nada podría cambiar, hoy todo
ha cambiado y se ha vuelto del revés, yo me voy para mi casa y tú te vas al
cuartel, cantos militares, de tropa, sentarte y escribir sobre la tarántula que
sube por la espalda entre sábanas blancas del niño dormido, sobre la aguja en
el brazo del hombre con los ojos rotos, sobre la mujer llorando en una ventana
de soledad, grillos y cigarras, un verano que terminó para siempre, aquí no
pasa nada y pasa todo, un ángel me mira, zumbón, y rompo todos los
confesionarios que intentaron ensombrecer mi infancia, los quemo, una gran
pira, mentiras para sostener la gran mentira, esto es lo que hay y el resto es
silencio, luz, vida, un humilde escritor buscando en el ejercicio de una
escritura compulsiva, esto es un diván, Lacán, si no navega en la sinceridad no
es, si no sé disfrazar el perfil y el bigote no hay oficio, si me lees más allá
de lo que lees es un triunfo compartido, lo dicho, resumiendo, tantos años y
las promesas de continuidad, un cambio en el estilo y trabajo de esclavo de
película de Cecil B. de Mille, los Diez Mandamientos, además, que sí, que sí, que no, que no, que a la Parrala le gusta el vino o nunca llueve a gusto de todos o vaya usted a saber, que lo que é, é, es decir que no se puede contentar a everybody, se puede intentar, claro, pero el fracaso es seguro ya que cada uno somos de nuestra madre y de nuestro padre y a unos les gusta el tinto, a otros el blanco y a otros no les gusta nada, que por sus actos les conoceréis y que por mucho bigote postizo que te pongas al final lo que haces/dices/omites/escribes te define y el tiempo nos pone en nuestro sitio y en cien años todos calvos (otros antes) y hoy por ti mañana por mí, yo, mí, me, conmigo, que este es un desfile de ombligos y ahí la partera influye mucho, no digo que luego uno no, sí, quizás, que si juegas bien todo el partido y te meten un gol de penalti injusto en el último minuto es como si nada, échale la culpa al árbitro, a los periodistas al lucero del alba, que el que decide es el público soberano, aplaude, pita, patea, tira cacahuetes a los linieres, que no solo hay que ser bueno sino parecerlo y esto es un intento de escritura, ya te digo, y cada uno lo lleva como puede/sabe/quiere y por su público lo conoceréis, que lo bueno es que no hay normas, normal, algo tan nuevo no debe tenerlas, si las hay nos las saltamos pero, insisto, gustar a todos es imposible, además como este artilugio tiene las puertas abiertas lo mejor es ese pasen y vean, que como es gratis uno/una tiene todos los derechos, incluido el del pataleo, que para este viaje no hacen falta alforjas, que esto es el espejo de Blancanieves, siempre te dice que eres el más guapo, bendito el que se lo crea, bendito el que compita, bendito al que le sirva su propio estímulo, bendiciones a diestro y siniestro que esto es una pequeña parcela en el amplio campo de las posibilidades y quedarse aquí es otra forma de irse, que hoy así y mañana asá, es lo que tiene, ya, es muy largo y quizás sin demasiado sentido, para los impacientes lo he resumido, os quiero, comienzo con uno, todo
comienza conmigo y todo termina en yo, Larralde, mezcla de tantas lecturas, de
tantas músicas que tarareo y silbo, que los días carcomen el alma, el tedio, la
rutina y si tienes la suerte/desgracia de rozar el milagro sabrás que el
éxtasis existe, que la pasión es un privilegio de los que arriesgan la
estabilidad, avaricia de conservar el moho, mirar las horas desde el borde de
un precipicio y con absoluta confianza dejarse caer para que seres celestiales
te recojan con sus alas, que las abran de pronto y te precipites hasta la cama
de un hospital con los huesos rotos, con el alma rota, con la mente que ve
bichos a partir de ahí y llora, lo mejor/peor que te puede ocurrir, empezar a
vivir después de haber muerto, otro escenario, arriba el telón que la función
va a comenzar, estreno mundial, señoras y señores esto es la vida, un festín
sobre los manteles de lo cotidiano, empapucémonos, hartémonos, llenémonos de
las viandas de la existencia, ay, ay, ay, ay, esto es lo que hay, ¿tantos años
de extimidad?, bendito el que haya llegado hasta aquí ya que todo
esto se resume en dos palabras, las repito:
Os
quiero.