Supongo que cada uno vive su vida. Nunca se me ha ocurrido pensar en esas cosas (inestabilidad, soledad, alienación) como temas artísticos. Cada uno de nosotros, de entre las muchas ficciones que nos representan al cabo del día, intenta descubrir algunos resquicios por donde algo de vida pueda colarse. El hecho de que esta circunstancia sea más o menos exitosa acaba definiendo un estilo de comportamiento. Supongo que si a usted se le sugieren todas esas cosas a partir de trabajos míos será porque algo compartimos en nuestra tarea de vivir. Realmente siempre he sido fiel a esa consideración de que lo que se busca no es comunicar algo, sino comunicar con alguien, no se trata de expresar alineación o inestabilidad sino que consigamos comunicarnos a través de algo, en este caso la obra, que evidencie que lo que vivimos es un sentimiento compartido. (Txomin Badiola)
Escribir no es vivir, apenas es disfrazarse de otro. Escribir es mentir, engañarse uno mismo, vivir fuera de lo que es, recrear con la cabeza lo que no llega al alma. Hacerlo bien o mal apenas tiene importancia, la valoración depende sobre todo de la mirada del lector. Respecto a la calidad literaria hay diferentes criterios de valoración, y muchos gustos.
Escribir bajo seudónimo tiene un punto de cobardía, es fácil aplicar la verborrea para disfrazar un anhelo, el que sea, de reconocimiento, de vanidad, de necesidad de sacar sentimientos, del miedo a recibir pataleos, o aplausos, de inseguridad, de ¿ves?, escaparate con paisajes pintados, papeles mojados por la lluvia. Aunque, por otra parte, escribir firmando, a pecho abierto, es demasiado expuesto, ahí queda lo dicho, al desnudo, vulnerable, ingenuo, sincero, valiente, inconsciente.
Historias, publicarlas aquí para que alguien las lea. Escribir historias sobre otros, sobre otro yo, sobre alguien que no eres tú. Son mentira, están inventadas, no son reales, aunque a veces lo parezcan. Es fácil hacerlo, solo se necesita imaginación, algo de técnica, desparpajo, no tener miedo, estar seguro. Una forma de pasar el tiempo, es un trabajo estéril.
Poesía, escribir poesía es sencillo, ya no hay normas, el poema es libre, se necesita sentimiento y habilidad, un poco de música y gusto para jugar con la belleza, una mirada detrás de la mirada y la íntima desfachatez de saber que nadie entiende, todo vale, vale la hermosura de la rima, lo recóndito, lo prohibido, el enigma. La poesía es una trampa al azar de los cazadores de palabras.
Escribir de lo de dentro es difícil, los días son iguales, uno igual a otro, no hay demasiado espacio para la aventura, lo mágico, lo sublime. Tampoco hay quién soporte una vida así, en continua tensión emocional, al límite. Recuerdo los momentos que viví en la pasión, pero esa es otra cuestión, pasada además.
No me paro ahora a considerar ahora si todo esto de hoy está bien o mal escrito en la forma, en el estilo. Viene a partir de una conversación con el corazón en la mano. No sé transcribirla pero quisiera cambiar ahora el tono de lo que habitualmente dejo aquí. Quizás porque hoy es hoy y quiero terminar el día con honestidad conmigo mismo.
Miro alrededor, estoy acostumbrado a vivir con coraza, no llegan dentro, no les deja la mirada, la frase, la sonrisa, el gesto, la aparente fortaleza, la ironía. Y me siento tan necesitado de cariño, de ternura como todos, como tú. Este es un guión repetido desde que recuerdo, lo de fuera disfraza lo de dentro. Empiezo diciendo que detrás del oficio, del gesto autosuficiente, de la rutina de estar -ser honesto, legal, fiel, cumplidor, correcto, buen esposo, padre, hijo, vecino, ciudadano, trabajador, etc- tengo miedo, que estoy confuso, que quiero asimilar tantas aflicciones que se me acumulan por los problemas que todos tenemos, por el trabajo, por la falta de intensidad, por lo afectivo, por el aburrimiento, por la necesidad de pasión, por los contrastes, por las añoranzas, por querer estar en tantos sitios a la vez y no estar en ninguno, por algún reencuentro con el pasado (que no pasa), porque la vida camina tan rápido que nos deja atrás y es tan corta y soy tan consciente de todo, estoy tan despierto que no me soporto en esta vida de dormido, por seguir haciendo lo que debo y no lo que quiero, por dejar de lado tantas oportunidades para ser el que soy y seguir siendo el que no soy, por no tener creencias, ni maestros, a nadie a quién admirar, a nadie ante quién derrumbarme, a nadie que me aconseje, que me señale otros caminos, por ser tan débil que debo ser fuerte, enérgico, aparentarlo, sacar pecho, pavonearme, presumir, seguir y seguir sabiendo, dios, sabiendo. Y no hacer nada para cambiar.
Contar sobre esto no es apropiado, no es literatura, no cumple lo que me propuse al empezar esta página. Además no acaba de quedar claro si esto es lo que siento o lo que invento, si es un paraguas de colores o es una debilidad de un momento concreto. Puede ser una doble trampa, una que me hago y otra que os hago. No está definida la frontera entre lo imaginario y lo real. ¿Cómo convencer? ¿Esto es todo? Pues no, el fin de este blog es dejar lo que escribo, pretende ser, solo, literario, de ficción, pero hoy, hoy he querido dejar lo que siento, lo que me duele, sin velos, sin buscar frases bonitas, mañana ya intentaré poemas. Queda pues la palabra, sin ropas, sincera, para el que quiera entenderla.
( lo escribí el martes, 11 de Enero de 2005)