jueves, 28 de febrero de 2019
Escaleras que suben y bajan
Eduardo Arroyo
Es
mi deseo bajar con ella por las escaleras de la vida –tantas hemos
bajado- de la mano, sonrientes, unidos, enamorados en la alquimia de
arrullarnos con manos que asedian duermevelas y fuego de almanaques, frutas y
perejil.
Tropezaremos
alguna vez, quizás, pero no importa, hombro con hombro llegaremos por
laberintos de cordura y escaparates con “se vende o se alquila” en el cristal,
con tiendas de juguetes de madera, con barrenderos poetas, con la boca llena de versos,
repartiéndolos por los portales con calderos de estrellas en el quicio.
Seguiremos
bajando, juntos.
Además,
abajo nos esperan.
No creas, me da bastante miedo.
No creas, me da bastante miedo.
miércoles, 27 de febrero de 2019
The Pretender
Jackson Browne reunió a lo mejor de la música
californiana: los músicos de sesión más reputados de la costa oeste (Toto), Don
Henley (Eagles), Crosby y Nash, David
Lindley, J.D. Souther, Fred Tackett y
sobre todo Lowell George (líder de Little Feat) .
En la contraportada del disco un niño juega en la arena de una playa, sobreimpresionado un poema de Neruda traducido al inglés. Quizás de ahí se inspiró para componer este “The only child” para su hijo Ethan, una canción triste para un disco muy triste ya que unos días después de comenzar a grabarlo fallecía por una sobredosis su mujer, Phyllis.
Niña morena y ágil
NIÑA morena y ágil, el sol que hace las frutas,
el que cuaja los trigos, el que tuerce las algas,
hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos
y tu boca que tiene la sonrisa del agua.
Un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras
de la negra melena, cuando estiras los brazos.
Tú juegas con el sol como con un estero
y él te deja en los ojos dos oscuros remansos.
Niña morena y ágil, nada hacia ti me acerca.
Todo de ti me aleja, como del mediodía.
Eres la delirante juventud de la abeja,
la embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga.
Mi corazón sombrío te busca, sin embargo,
y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada.
Mariposa morena dulce y definitiva,
como el trigal y el sol, la amapola y el agua.
Pablo Neruda
Cuando sonaba “Your bright blue eyes”, todos los
músicos esperaban la entrada de Lowell George (minuto 3).
Por cierto, Lowell salía (un eufemismo) con Valerie Carter, gran cantante con mala suerte. Los dos compusieron Love needs a heart que Browne incluyó en otro de sus discos.
Valerie Carter
martes, 26 de febrero de 2019
8 1/2
Como Mastroianni en 8 ½, “no tengo nada que decir, y a pesar de todo
lo diré”.
Mi incapacidad para decir algo nuevo no
significa que deje de escribir, no puedo parar, quizás de no decir, diga.
Beckett lo sabía: “Da igual. Prueba otra vez.
Fracasa otra vez. Fracasa mejor”.
lunes, 25 de febrero de 2019
Barrera del sonido.
Parker sabe que es un ejercicio
ingrato eso de reconstruir la soledad a partir de una estricta dieta de
currywurst, brotsuppe, bockwurst y esbein mit sauerkrauts, engordar los
recuerdos antes del siguiente paso, trocear los versos y rendirse, dejar caer
las letras desde 36.001 metros en caída libre hasta romper la barrera del
sonido sin más protección que el escudo de la voz. Atentos que las tira, menudo
es Parker.
domingo, 24 de febrero de 2019
Federico 36
"Nadie comprendía el perfume
de la oscura magnolia de tu vientre.
Nadie sabía que martirizabas
un colibrí de amor entre los dientes."
de la oscura magnolia de tu vientre.
Nadie sabía que martirizabas
un colibrí de amor entre los dientes."
Federico
García Lorca (Fuente
Vaqueros, 1898 - Víznar, España, 1936) no es un poeta del gusto de
Parker, de hecho borra sus poemas de las paredes con cal y romero, los difumina
sin saber que las palabras brillan y traspasan la mirada de los paseantes de la
feria, de los conductores de carricoches, de los inválidos con muletas
amarillas, de los niños con las rodillas arañadas y añas atentas, los perros
ladran bajo las farolas verdes con luz cenicienta y rumores como niebla en la
ciudad del sur donde amanece con brasas de sol en las nubes sobre el mar. Quizás
Parker no estuvo atento aquel día.
sábado, 23 de febrero de 2019
Eso es todo.
El destino se consuma mientras florecen los almendros, los patos vuelan
hacia el sur, la actriz se empolva el rostro antes de salir al inhóspito
escenario, un señor rubio deshace los
nudos del azar con dedos torcidos, un dios agoniza en el extrarradio, los
ángeles velan las creencias de las mujeres piadosas e inmóviles rezando en la
pérgola donde los perros buscan sus límites antes de la condena final. Eso es
todo.
viernes, 22 de febrero de 2019
Anamnesis
Era el límite de mi territorio, bajaba la ría, melancólica y oscura, entonces todavía volaban gaviotas sobre las aguas revueltas. Por poco dinero, Nazario y Txomin cruzaban en sus barcas a los pasajeros de una a otra orilla.
Esperaba a Carmen sentado en un banco junto a las escalerillas. Cuando llegaba, sin decir nada, me ponía a su lado y en ese breve trayecto apenas nos mirábamos. Luego ella seguía por la alameda, con sus libros bajo el brazo, yo iba al taller.
Un día le di los buenos días, me contestó y desde entonces hablábamos, no demasiado, sobre los Beatles, sobre los hippies, cosas de entonces.
Otro día le di la mano para ayudarle a subir a la barca y ya no se la solté. Tampoco me la soltó ella cuando llegamos al otro lado. Así caminamos durante semanas.
Era junio, aquel día vino con su padre, un señor alto y serio. Al llegar a mi lado me dijo, amenazante, nunca más, ¿te enteras? Solo eso, sin más explicaciones. Era viernes y el trabajo se me hizo interminable.
Carmen no volvió a cruzar la ría sobre la barca de Nazario.
Me duró hasta septiembre, me ahogaba sin verla, aquel verano ni siquiera fui a la playa.
Luego supe que a su padre le habían destinado a Burgos y ahí terminó mi espera.
Fue justo el día antes de conocer a María Jesús.
Bien, vuelva el jueves a la misma hora– dijo él.
Perfecto, gracias- dije.
Y me fui.
Aquello era absurdo, no volví a la consulta.
Tampoco estoy curado.
Anamnesis (del griego αναμνησις, anámnesis = traer a la memoria) significa 'recolección', 'reminiscencia', 'rememoración'. La anamnesis en general apunta a traer al presente los recuerdos del pasado, recuperar la información registrada en épocas pretéritas.
En medicina, la anamnesis es el término médico empleado en los conocimientos y habilidades de la Semiología clínica, para referirse a la información proporcionada por el propio paciente al médico durante una entrevista clínica, con el fin de incorporar dicha información en la historia clínica.
En filosofía, palabra utilizada por Platón al referirse a la capacidad que tiene el alma para recordar la esencia que ésta pierde al entrar a un nuevo cuerpo. Éste fenómeno se presenta mediante el uso de la dialéctica.
En psicología es la recopilación de datos sobre el paciente para poder reconstruir su historia personal y situar sus síntomas en la dinámica de la evolución individual. Desde el punto de vista del paciente puede referirse a la traída a la memoria de las ideas de los objetos o hechos olvidados. Se estructura en dos fases: una es la objetiva que se realiza con los familiares y allegados del paciente. La otra es la subjetiva que se realiza directamente con el paciente y que se llama así pues los datos del paciente están o pueden estar cargados de datos subjetivos. Es importante revisar el estado premórbido del paciente para conocer su tipo de vida antes del problema psicológico o médico que padece.
jueves, 21 de febrero de 2019
Libro de instrucciones
No sé muy bien para qué sirve cada uno, pero tengo la casa llena de electrodomésticos. Por eso y por muchas cosas más durante muchos años, a las 14,20H llegaba del trabajo a mi casa y tenía un plato de comida humeante sobre la mesa, cada día un menú diferente. El armario era un prodigio de puntualidad, siempre había varias camisas limpias, planchadas, los trajes cepillados, los zapatos relucientes, la casa entera también relucía. No voy a decir siempre, pero algún fin de semana practicaba sexo con mi chica.
De pronto todo ha cambiado. Resulta que la comida no se hace sola, que hay que pensar qué hacer para comer, bajar al mercado a comprarla, acarrearla a casa, prepararla, que lleva su tiempo y rezar para que te salga bien. Llevo varios días comiendo en el chino de la esquina.
Con la ropa pasa lo mismo, las camisas y calzoncillos se acumulan en una pila que amenaza ya con inundar la cocina, hay que meterla a la lavadora, con jabón, sacarla, tenderla, recogerla, doblarla y plancharla, que tiene su técnica. Me han dicho que hay unos establecimientos que se llaman tintorerías, lavanderías, algo así, que te dejan la ropa como nueva. No sé si cobran por hacerlo, preguntaré.
En el trastero encontré el aparato ese que llaman aspirador. La última vez que quise utilizarlo parece que tenía llena la bolsa o algo así. En google he encontrado que hay que cambiarla cuando pasa eso, seguro que el cortinglés me dicen qué hay que hacer.
Pero de todos estos cambios el más sorprendente es que la chica que dormía a mi lado durante tiempo y tiempo, hace unos días que no está, no sé nada de ella. No recuerdo cómo se llamaba, ¿Conchi?, no esa era otra, no sé, siempre le decía “cari”, o “churri”, o “gordi”, El caso es que no tengo con quién tener sexo ni con quién discutir.
Creo que no leí bien el libro de instrucciones de la vida, hay algo que no entendí del todo.
miércoles, 20 de febrero de 2019
El otro
El cojo Peroche canta por soleares en una mañana de febrero, con un débil sol entrando por la claraboya que no tengo. Escribo para ti, I, que estás al otro lado del mundo, bajo un tejado de pizarra y gorriones junto al mar que muerde con sal las ventanas de tu casa, las estrellas que miras sin mirar, las olas de lo que fue dejando algas embusteras en el arenal de entonces.
Descontrolado, así me has dejado.
Con solo dos palabras.
El otro.
Preservaba la ternura como un jardinero que cuida los arbustos malheridos de la memoria. Podaba con mis dientes los pliegues del pasado. Con obsesivo celo protegía los brotes del cariño, de la atracción creciendo como madreselva que se adhería a mi alma con más y más fuerza. Comíamos cerezas, tomábamos café, cortábamos jamón con afilados cuchillos, nos mirábamos a los ojos y se encendían las alarmas sin asustarnos,
Y ahora esas dos palabras vacían los aljibes, agostan los parterres, queman la hierba, rompen los esquejes, dejan la tierra oscurecida, infértil, con un viento trágico que se lleva los sueños, se incendia el monte junto al penal de no verte.
Evoco, medito, rumio, me refugio en la imposible lucidez, me escondo en el contrabando de palabras. Viajando al abrigo de las miradas inoportunas me oculto, disimulo, selecciono la voz que aparente, que disfrace, no, tiempo de tragedia, tiempo nublado en invierno del norte, voces fragmentadas, entrecortadas, no hay cobertura, obsesiva imagen de tu cuerpo reflejando la luz leve que se filtra por la persiana que protege, hondura en la aparición de caricias que atesoramos como una oración selectiva, protectora, intensidad en los besos que antes no nos dábamos…
Pero de súbito…el otro.
En la radio el Brillantina se marca unos tangos, músicas que antes no, canciones saliendo de un arcón bajo la cama sin dosel. Te escribo, I, sobre las rocas del acantilado, desafiando los tambores y las certezas; te escribo en la orilla, saltando las rayas del agua, el misterio, el miedo, la sombra ciega que me ofrece tres deseos, la visita piadosa del todavía, trágico como un actor desdentado, ridículo como un cómico a caballo entre lo imposible y la pirueta, con un gorro de cascabeles, con una nariz postiza, roja, silbando, con los pulmones abiertos a la resaca de ese otro.
Pongo las cartas sobre la mesa, esta es una partida en la que nadie gana, tres envido y llevo pares, órdago al juego y ahora me sales con que no hay otro, que ni siquiera yo soy uno y nos reímos bajo la parra, fotografiamos a los cisnes entre los juncos, desafiamos las miradas de los desocupados en el muelle, de los marineros en tierra, de los que levantan plazas de toros, de los capitanes de barco en la proa de la inactividad, de los vecinos asomados al balcón, de los guardias civiles en sus torretas, de los surfistas avistando olas, de las gaviotas que se ríen, inoportunas, y graznan y nos señalan con sus picos amarillos y ahora recojo el mantel y dentro estamos tú y yo y esta historia renacida y cierta.
Me has convertido en un antropófago.
Descontrolado, así me has dejado.
Con solo dos palabras.
El otro.
Preservaba la ternura como un jardinero que cuida los arbustos malheridos de la memoria. Podaba con mis dientes los pliegues del pasado. Con obsesivo celo protegía los brotes del cariño, de la atracción creciendo como madreselva que se adhería a mi alma con más y más fuerza. Comíamos cerezas, tomábamos café, cortábamos jamón con afilados cuchillos, nos mirábamos a los ojos y se encendían las alarmas sin asustarnos,
Y ahora esas dos palabras vacían los aljibes, agostan los parterres, queman la hierba, rompen los esquejes, dejan la tierra oscurecida, infértil, con un viento trágico que se lleva los sueños, se incendia el monte junto al penal de no verte.
Evoco, medito, rumio, me refugio en la imposible lucidez, me escondo en el contrabando de palabras. Viajando al abrigo de las miradas inoportunas me oculto, disimulo, selecciono la voz que aparente, que disfrace, no, tiempo de tragedia, tiempo nublado en invierno del norte, voces fragmentadas, entrecortadas, no hay cobertura, obsesiva imagen de tu cuerpo reflejando la luz leve que se filtra por la persiana que protege, hondura en la aparición de caricias que atesoramos como una oración selectiva, protectora, intensidad en los besos que antes no nos dábamos…
Pero de súbito…el otro.
En la radio el Brillantina se marca unos tangos, músicas que antes no, canciones saliendo de un arcón bajo la cama sin dosel. Te escribo, I, sobre las rocas del acantilado, desafiando los tambores y las certezas; te escribo en la orilla, saltando las rayas del agua, el misterio, el miedo, la sombra ciega que me ofrece tres deseos, la visita piadosa del todavía, trágico como un actor desdentado, ridículo como un cómico a caballo entre lo imposible y la pirueta, con un gorro de cascabeles, con una nariz postiza, roja, silbando, con los pulmones abiertos a la resaca de ese otro.
Pongo las cartas sobre la mesa, esta es una partida en la que nadie gana, tres envido y llevo pares, órdago al juego y ahora me sales con que no hay otro, que ni siquiera yo soy uno y nos reímos bajo la parra, fotografiamos a los cisnes entre los juncos, desafiamos las miradas de los desocupados en el muelle, de los marineros en tierra, de los que levantan plazas de toros, de los capitanes de barco en la proa de la inactividad, de los vecinos asomados al balcón, de los guardias civiles en sus torretas, de los surfistas avistando olas, de las gaviotas que se ríen, inoportunas, y graznan y nos señalan con sus picos amarillos y ahora recojo el mantel y dentro estamos tú y yo y esta historia renacida y cierta.
Me has convertido en un antropófago.
martes, 19 de febrero de 2019
Kiefer
Este cuadro de Kiefer está en el museo Guggenheim de Bilbao desde su inauguración. La primera vez que lo vi me impresionó. Esta última también. La celadora me avisó que no se pueden sacar fotografías a las obras expuestas. Pedí disculpas.
Anselm Kiefer nació en 1945 en Donaueschingen, al sur de Alemania. Reconocido internacionalmente como uno de los más importantes creadores de nuestro tiempo, su producción se inicia a finales de los años sesenta, cuando decide abandonar los estudios de derecho para dedicarse a su verdadera vocación, el arte, en el año 1966. Su producción de los años setenta y ochenta gira en torno a la mitología, la historia, la religión y la simbología alemana, temas que el artista investiga profundamente y que utiliza de forma recurrente en sus obras como medio para evitar el proceso de amnesia colectiva ante las brutalidades y tragedias históricas de una Alemania desmembrada por la Segunda Guerra Mundial y en plena lucha por la restitución de su identidad como país. De esta forma, la cábala, los nibelungos, Adolf Hitler, el músico Richard Wagner o el arquitecto del nazismo, Albert Speer, son referencias comunes en su obra de este periodo que ha sido considerada un auténtico “teatro de la memoria”.
Sus trabajos, en los que se fusionan la pintura, la escultura o la fotografía, mediante técnicas como el collage y el asamblage, subrayan la solemnidad y la naturaleza trascendente de su contenido no sólo por sus cualidades táctiles, sino por la violencia de su pincelada y la opacidad que transmite una paleta de colores casi monocroma, mezclada con materiales poco ortodoxos y endebles como plomo, alambre, paja, yeso, barro, ceniza o polvo, o flores y plantas reales, en contraste con la transparencia de su significado.
No es hasta comienzos de los años noventa cuando Kiefer, tras una serie de viajes por el mundo, comienza a explorar temas más universales, todavía basados en la religión, los simbolismos ocultos, los mitos y la historia, pero centrándose ahora más en el destino global del arte y de la cultura, así como en la espiritualidad y los mecanismos y misterios de la mente humana.
Desde 1993 Kiefer vive y trabaja en Barjac, una pequeña villa de Francia, cerca de Avignon, donde este artista ha creado un auténtico laboratorio que le permite testar ideas y materiales y transformarlos en auténticas experiencias artísticas. Reconocido como uno de los más importantes artistas en activo, ha sido el protagonista en la últimas cuatro décadas de exposiciones de pinturas, esculturas, dibujos e instalaciones en la instituciones y museos más relevantes de todo el mundo y sus trabajos forman parte de las más prestigiosas colecciones de arte públicas y privadas.
“Mis obras son muy frágiles y no tan sólo en el sentido literal. Si las colocas juntas en las circunstancias equivocadas, pueden perder completamente su poder. Es por ello que lo que yo hago en Barjac es darles un espacio, quiero dar un espacio a la pintura”, señalaba el artista en una entrevista concedida a finales de 2006 a la revista Modern Painters. (http://www.enfocarte.com/7.32/kiefer/kiefer.html)
lunes, 18 de febrero de 2019
La mujer de los gatos
La
vida va por ese camino, por este y por aquel otro, hasta llegar a la tapia,
allí donde da la vuelta el viento. Hay un murmullo de soledades, hay una
golondrina que no sabe volver de África, hay un frasco de cristal lleno de
miedo verde, hay un nombre que pinto en las esquinas oscuras para que nadie
sepa, solo lo verán los mendigos que buscan refugio bajo los cartones. También la mujer de
los gatos.
domingo, 17 de febrero de 2019
Una mujer que tiene los ojos oscuros
Cortázar murió en París en 1984 y parece que fue ayer, a
decir verdad, a veces parece que todo fue ayer. Sin embargo el hoy da codazos,
quiere abrirse paso, nos zarandea entre las peligrosas olas de la
incomunicación. El puerto está lejos y nado en la imperiosa resaca de resistir
el ahora. Un pérfido fantasma de imprudencia me sumerge la cabeza en el agua
oscura, un mar en cuyo fondo reposan los recuerdos con los pies aprisionados en
un bloque de cemento.
Me
salvarán aquellos cursillos acelerados de inmersión a pulmón libre que hice
cuando las tempestades de otoño.
Y
una mujer que tiene los ojos oscuros y un océano de luz en el corazón.
sábado, 16 de febrero de 2019
Aburridos
(Debo deciros que desde el
principio, en aquella reunión, mis pensamientos y deseos no eran obscenos, no,
al contrario, la ternura me desequilibraba y ansiaba fundirme en abrazos de
entonces, tanta dulzura goteando, horadando el gesto sobrio, calando hasta el
punto de no retorno y enfermedades, ellas y ellos solo hablaban de
enfermedades hasta que dije la palabra
mágica…sexo. Todos rieron y pasados unos segundos siguieron contándose sus
desgracias.)
Me fui a casa, vaya reunión tan aburrida.
viernes, 15 de febrero de 2019
Las chicas hablan en tono alto
(Las
chicas hablan en tono alto y ríen, dejan momentos uno tras otro, como naipes en
equilibrio antes del viento, como pájaros verdes en selvas de voces, el verdugo
avergonzado girando sobre su cabeza el hacha del tiempo, de todos los tiempos y
aromas de cunas de recién nacido y coquetería y limones y uno, dos, tres gin
tonic antes de la negativa, siempre un no delante de la puerta al cielo)
Todo
esto es lo que no quería decir Parker.
jueves, 14 de febrero de 2019
Manual
Manual del cortejo en el diálogo de cartas aéreas, inventar la historia, inventar al otro, reinventarnos, es decir lo nuevo, lo bello, utilidad de lo inútil, ahí está la palabra que nos asedia, que nos cerca con la magia del deseo, desear el deseo, atrevimiento progresivo llenándonos de la música erótica de nuestros cuerpos recién descubiertos, construidos desde la imaginación, desde la necesidad, mujer y hombre nuevos en cada gesto singular del intercambio de correspondencia, sin sellos ni sobres, sin cartero, cambiando un alfeizar por otro, ventana a un mundo con huertas sembradas de osadía, de espera, de ilusión, nerviosismo ante la tardanza en una respuesta, celos irlandeses, repetir los errores de lo cotidiano, posesivo afán de capturar lo inaprensible, reproches, ¿cómo puedes querer a una desconocida?, distanciamiento, agujero del adiós, peor, el silencio instaurando su reino implacable, totalitario, sabor tan amargo de lo que fue sin ser, otro hueco en el corazón, otro nombre perdido en la libreta de direcciones.
miércoles, 13 de febrero de 2019
Sin pasaporte
Despavoridos,
rugen los tigres del destierro, los
caminos forman un círculo en el que siempre estoy aburrido en el punto de partida,
sentado en el rocío antes del amanecer.
Mi
amada, puedo contarte que tengo una amiga que se llama Isabel y que vive en
Burdeos.
Y que
he llegado a una conclusión, quizás no te amo a ti sino a lo que veo de ti.
Por
otra parte te informo que la cena fue magnífica, toda la mesa era alegría,
reíamos, solo S estaba absorta en descubrir las claves de esa risa. Alguien
dijo un nombre, el tuyo, y todos nos miramos como si de pronto nos
desconociéramos, las voces se rompieron.
Salí
al jardín a fumar, miré las luces del comedor ahora en silencio, miré la ciudad
dormida, abajo, volví a entrar en la casa, me puse el abrigo y me fui sin
despedirme. La sombra de tu recuerdo me siguió entre las callejuelas hasta la
autopista.
Ah,
también te digo que tengo el pasaporte caducado.
martes, 12 de febrero de 2019
!953 Dylan
Quien
eres tú
tú que naces
en el cuarto vecino
tan patente en mi cuarto
que alcanzo a oír el vientre
cuando se abre y la sombra que avanza
sobre el fantasma y el hijo que desciende
tras la pared delgada como un hueso de jilguero
en el cuarto sangrante del nacimiento oculto
para el incendio y el girar del tiempo
la huella del corazón humano
no venera el bautismo
sino la sola sombra
cuando bendice
a la salvaje
criatura
eres tú
tú que naces
en el cuarto vecino
tan patente en mi cuarto
que alcanzo a oír el vientre
cuando se abre y la sombra que avanza
sobre el fantasma y el hijo que desciende
tras la pared delgada como un hueso de jilguero
en el cuarto sangrante del nacimiento oculto
para el incendio y el girar del tiempo
la huella del corazón humano
no venera el bautismo
sino la sola sombra
cuando bendice
a la salvaje
criatura
(Dylan Thomas)
Versión de Elizabeth Azcona Cranwell
Versión de Elizabeth Azcona Cranwell
Dylan Thomas nació en Swansea, Gales, un 27 de octubre de 1914 y murió en Nueva York el 9 de noviembre de 1953.
Aunque nunca se lo ha dicho a nadie, Parker siempre quiso tener una voz así, escribir como él. No pudo conseguirlo y se conformó con beber mucho, con estar endeudado y pedir préstamos urgentes a los amigos y a los desconocidos, con intentar sorprender de forma natural, como él. Tampoco lo consiguió y sin embargo bebió hasta ver serpientes y dragones, arañas voladoras, hasta que las mujeres que en su vida fueron se marcharon de casa con un portazo y la maleta vacía de ilusiones.
Parker aún no ha muerto, no bebe, no escribe, mira por la ventana de los días esperando que se aparezca en el rellano un ángel luminoso mientras los rojos demonios de la envidia le atormentan.
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