Y decirle: Acúsome, reverendo padre. Acúsome del descuido que os reveló mi rostro, de la negligencia de mi velo en ocultar mi codicia. Acúsome del lazo que tendí a los pies de vuestra reverencia, de la tela de araña emboscada, del grillete que aprisionó vuestra mirada en mi sombra. Acúsome de ser lanza en el vientre, medusa entre las piernas, desvelo de vuestra reverencia y sed. Acúsome de clavaros la aguda y persistente dentellada de los rosales del remordimiento. (Ana Rosetti)
Francesca Woodman
En este plato con especias de New York has vuelto a entrar en mi vida como un ciclón ciego y fiero, desbordante de palabras y sentimiento, cambiada, en llamas como un mastín loco y fiero que no suelta su presa, convirtiéndome también en un perro negro que husmea tus pasos por esta ciudad inmensa donde te busco a las cinco menos veinte en un café con música brasileña, a las seis y cinco frente a una librería con cuadernos de tapas de colores y te sigo y te busco, arcángel traspasado por tus pechos, hombre sonriente refugiado en tu sexo de aromas de hembra, colgado de las farolas con banderolas y luces de tu recuerdo, de ti, mujer tan mujer, mirada mágica, bella del Caribe, quisiera verte tumbada y desnuda, ver tus caderas esperándome, temblando, sabiendo que llegan las olas del placer y me deseas, sabiendo que no podrás oponerte a las mareas, sintiéndote llevada y traída por aguas que burbujean, por remolinos que te tragan y no sabes en qué país saldrás, en que playa terminará tu cuerpo agotado y feliz, dulzura de tierras lejanas, me gusta sentir en la distancia esa llamada de muslos, ese súbito e incontrolado fluir, esa señal con brazos que reclaman imperiosos, con órdenes musitadas: ven, ven, ven y yo voy, obediente y frenético súbdito, atareado como un delicado orfebre que quiere modelar el milagro de nuestro abrazo amoroso y dulce, brillante como una estrella en lo más alto de esos árboles navideños que aún no han recogido los comerciantes de la ilusión colectiva, los mercaderes del íntimo afán de trascendencia y digo esto mientras aún levito, etéreo, sin peso, atónito, con el placer aún aferrado a mis músculos, a mi esencia, sonrío, canto, cedo el paso en los cruces, el cielo se ha llenado de luces y la vida es lo que era, las mañanas estarán sembradas de esperanza, los lunes y viernes están marcados en rojo, en púrpura, los martes en verde, los sábados en azul mar, los días saltan a la cuerda y ya es igual que sea junio y las calles comiencen a derretirse, has vuelto, corazón, bienvenida, mi ser entero te recibe alborozado, mis dedos te buscan, mi boca te canta, mi cabeza sólo piensa en ti, te busco, ay, por las calles frías de este día caluroso, pero tú estás en tus paseos y yo, pronto, deberé seguir con mis deberes profesionales, trabajador modélico, la envidia de las aburridas mujeres que esperan en vano a sus previsibles parejas. Hoy estoy cansado, ayer corrí demasiado bajo el bochorno nocturno. ¿De qué quería huir? ¿De quién? ¿Del recuerdo de V? Ay, mis piernas están cansadas, y yo, del arco iris, de la lluvia, Abraham con su hijo en la pira ¿o era Jacob? las plagas de Egipto, lo que tú y yo queramos que sea porque has vuelto, mi reina en New York , ya era hora, estoy lleno de ti, me llenas, me turbas, me excitas, me incitas, hembra tan deseada, ya no te vayas más, no me dejes perdido y temblando en tu ausencia, niña amorosa, number one de memoria frágil, tan inteligente, mi dulzura, regalo envuelto en los más bellos colores del celofán, si un día escucho tu voz de seguro me voy a derretir como un helado de limón, hermosura que sueña con glup´s sobre ella, dentro de ella, en su cabeza, en las vueltas y revueltas de sus orejas ávidas, en los recovecos de su cerebro rico, brillante, mi hermosura, ¿dónde has estado escondida estos tres años? tan cerca y tan lejos, hablando de las personas que he conocido y sin tener la curiosidad por saber que había sido de tu vida, estúpido ignorante que no he sabido ver en el blanco espacio del tiempo como una niebla entre la mujer de . y la de . (o así), esta mujer, o sea tú, que me enajena ahora y me tiene así, mirando desde el balcón del amor, traduce, amor, traduce, que septiembre está cerca y bajarás al río a lavar los pecados de la humanidad, aceite y vinagre para esta ensalada de gentes y razas en New York y aún no conoces mi lado oscuro, mi incesante sed de amarte, mis ganas de dejar tu cuerpo exhausto, desmayado, rogándome un suspiro, pobre mujer sin fuerzas ya, indefensa a mis manos que no cesan, a mi cuerpo que se pega al tuyo, a mis piernas apretando tus caderas, mis labios subiendo y bajando por tu espalda, mis brazos que te abrazan, mi fuerza que te arrastra, que te pide, que te ordena, que te nubla la mirada, y tomarte suavemente, depositarte en una barca y dejarte en la ribera de otros deseos, esclava egipcia abandonada en el Nilo, acechada por cocodrilos con ajustados trajes verdes con finas rayas negras, ya no tenemos nombre y somos una mujer y un hombre anónimos, dos cuerpos desnudos que chocan y friccionan, que resbalan y dedos viscosos, que gimen ajenos al mundo detrás de la puerta y enredarte entre sábanas, prisionera, apasionada, uno en el otro, inventando posturas, piernas al aire, escorzo, uno, uno, nuestras cinturas unidas, mojadas, moviéndonos sin cesar, delicioso movimiento continuo de amarnos y amarnos, ojos entornados y no conocernos, ¿quién somos?, y cómo hemos llegado a esta sucesión de muslos en los muslos, humedades, de boca en la boca, de lucha y lucha de caricias, incesantes y nadie nos espera y la noche es larga y aún el sol está dormido y morderte el cuello, el lóbulo de las orejas, los hombros , escupirte la cara, hacerte daño, dulce dolor de amarnos así, como desconocidos, como una mujer y un hombre que se encuentran al borde de una noche, mirarnos hasta no vernos, mirarnos hasta conocernos, mirarnos hasta grabar esa mirada en la historia de nuestras vidas y así desvanecernos lentamente hasta que el sueño nos transporte a otro mundo. Y estará en este y ahí vienen las brujas uniformadas con sus pastillas y sus órdenes, rompiendo el mundo que creo desde este rectángulo blanco desde dónde te invento y te rompo, desde donde te imagino y te busco, me arde la frente, las ventanas están en llamas, no sé quién es ese ser de piel roja y cuernos, ni los bichos con patas de acero, ni esta serpiente que tengo enroscada al cuello. Debo dormir.