(Beppe Giacobbe)
Los
recuerdos se bifurcan hacia los escondrijos oscuros entre lo imaginado y lo
olvidado, los escojo, furtivos, con dedos trémulos, no son los mismos que antes
señalaban un claro norte.
Me
duelen las piernas.
Este
cuerpo no es el mío, las arrugas en la frente y esa mancha oscura bajo un ojo,
el ruido en los pulmones y los chasquidos cuando me levanto. No es aquel que
corría en las riberas y en el monte, el que nadaba en la resaca de la pleamar,
el que daba volatines en las playas del Sur.
Este
no soy yo y los días son una mezcla de vacío y aún.
¿A
quién habito?
Solo
me reconozco en la metamorfosis hacia lo menguante, en el descenso hacia la
delicada frontera del ser.