Esto lo escribí, creo, hace ocho años, sin
darnos ni cuenta el tiempo pasa y pasa y estamos en el 2016, ni me acuerdo del
2008. Importa el ahora. Ayer está demasiado lejos, mañana es incierto. Lo repito, esto, todo, porque nuestra
relación es antigua y el cariño que te tengo es grande, lo sabes. Este medio es casi entero y tiene la virtud de excitar nuestras mejores facetas. “Vemos” lo que escribimos
y así todo es más sencillo. No roncamos, ni tenemos mal humor, no se notan
nuestras pequeñas mezquindades, las manías, apretamos siempre el tubo de pasta
de diente por abajo, nos levantamos sonrientes de la cama, somos los mejores
amantes imaginarios, bajamos la tapa del wáter, no sudamos, ni usamos gafas,
nunca nos duelen las muelas, ni los ovarios, no meamos, lo otro mucho menos, no
pasan los años por nosotros, no tenemos bolsas bajo los ojos, no vamos al
mercado, no tenemos imperfecciones en la piel, siempre estamos disponibles,
siempre dispuestos para el coito vespertino, matutino, nocturno, no tenemos
familia, ni hijos, ni padres, ni pareja estable, no tenemos problemas económicos,
ni de salud, tenemos brazos largos, piernas largas, cuello largo, tenemos
partes de nuestro cuerpo de más de treinta centímetros (¿de ancho?, no, no,
también de largo, pero en reposo), somos románticos, obsequiosos, inteligentes,
rubios, guapos, de película, no trabajamos, no lo necesitamos, siempre tenemos
la frase justa, somos del mismo partido político, somos ateos, creyentes,
tibios, agnósticos, somos como nosotros mismos somos, un espejo, cariñosos,
alegres, pintamos bien, cantamos mejor, tocamos el piano, el violín, la
guitarra en las fiestas y cómo bailamos, hemos aparecido en el mundo por
generación espontánea, así, zass, como querubines bajando entre nubes de un más
allá difuso y a quién le importa, bajamos, no sabemos lo que es una hipoteca,
nuestros números siempre están en azul, nos gustan los perros, los gatos, los
osos, somos verdes, o rojos, o blancos, tenemos los ojos más bonitos del mundo,
vestimos siempre de forma apropiada, nos desnudamos de forma apropiada,
follamos como los ángeles (como los ángeles que follan bien), nuestros pechos
son espléndidos y desafían de continuo la ley de la gravedad, somos serios,
alegres, cantarines, circunspectos, altos, somos muy altos, no tenemos
espinillas, ni celulitis, somos multiorgásmicas, polivalentes, sinfónicas,
filatélicas, cocinamos de maravilla, nuestra bodega está bien nutrida, nuestro
coche es el mejor, el que más corre, el más grande, todo lo tenemos grande (qué
obsesión) somos sensibles hasta la lágrima, somos duros cuando hay que serlo
(es que a mí me pone, chica), no tenemos complejos, ni traumas de infancia, ni
malos recuerdos, no sabemos lo que es un psicólogo, mucho menos un psiquiatra
(bueno, yo sí), escribimos como Cortázar (o como Tolstoi, Boris Vian, Gamoneda,
etc), escribimos muy bien, cualquier género, nos gusta la ópera, Bach, Sonny
Rollins, no nos gusta la copla (a G sí) ni los pasodobles (a los toreros sí),
ni la jota (a algunos navarros sí), ni el rap (al hijo de mi vecino de abajo
sí, qué cabrón lo tiene puesto a todas horas), somos majos, con simpatía
natural, tenemos un culo en su justa medida, respingón, redondo, que rellena
muy bien el pantalón, marca un poco la braga, somos femeninas, feministas,
fenómenas, somos como nos da la gana, tenemos el cutis que no veas, tenemos
buen gusto, mejor tacto, buen oído, somos la pera limonera, el copón, ay cómo
somos y a la rueda, rueda el que no venga no juega, ya.