A jazz jam session takes place at photographer Gjon Mili's studio loft in New York City, 1943.


miércoles, 31 de enero de 2024

La vida va (y viene)


Pedro M. Martínez


La vida va. Esto es cierto. Es una obviedad pero es cierto. Solo que estoy hasta aquí (señala la coronilla). Por decirlo de una forma coloquial. ¿Qué pinto aquí? Por preguntarlo de forma natural, llana. Duermo bien, sí, pero me levanto, me afeito, me limpio los dientes, me ducho, desayuno y me voy a trabajar (sí, vale, tengo trabajo, tengo suerte, usted lleva buscándolo ocho meses, ande, céntrese, este es mi discurso, lea) pero lo llevo haciendo tantos, tantos años, que más que suerte me he dado cuenta que es una condena. Estoy cansado de tanto trabajar. Por decirlo de forma suave. Intento cambiar las calles por las que llego al taller pero no hay demasiadas variantes, en quince minutos voy por una o por otra (cierto, usted se levanta antes, debe tomar un bus, un metro, siete paradas y otro bus pero no estoy hablando de usted, leches, deje de ser tan egoísta, estoy hablando de mí. Lea y deje de contrastar, coño). Decía que trabajo, bueno, voy a omitir este pasaje. Los lunes reviso la bonoloto (siempre boleto no premiado), seis euros, si hubiera guardado esos seis euros semanales sería millonario pero no tendría el sueño de mearle la mesa a mi jefe si un día me toca lo suficiente. Mearle la mesa y a él. No, no soy violento, es incontinencia urinaria, demasiado tiempo aguantándome las ganas. A otra cosa. A la mediodía como en casa (joder, ya sé que usted se lleva el tupper con los garbanzos y los calienta en un microondas que huele al pescado que ha llevado Fernández, a mí que me cuenta) y con el postre en la boca vuelvo al curro, las dos calles que alterno, la rutina, etcétera. Basta del tema laboral, las siete, salgo, estoy libre, ahora puedo hacer lo que me de la gana. Antes corría pero desde lo del esguince me da pereza, frío, me pasan todos, hasta los cojos, no corro. Además se me han quedado las piernas delgadas y parezco una cigüeña zamba. Antes escribía pero desde hace años solo se me ocurren tonterías. Desde lo de Loli, desde que me desenamoré solo imagino venganzas, tristezas, soledades, maldades, me hace daño escribir, me tengo muy leído. Leer, antes leía, tengo en casa bastantes libros, más de cinco, seis, un día estaba leyendo y me quedé dormido, ya no leo, no encuentro ningún libro que me interese, todos dicen lo mismo, bah. Paco me dice que me compre una tablet, pero no entiendo esos cacharros, ya no son para mi edad, él sí es un listo, una tablet, qué majo, claro, como trabaja en una caja de ahorros. Música, tengo un transistor, no tiene pilas, siempre me olvido de cambiarlas, desde Manolo Escobar no ha salido un cantante igual, no escucho música. La tele, lo que hago es ver la tele, a ratos me duermo pero el concurso ese del rosco no me lo pierdo. Llaman a la puerta, un momento, son dos testigos de Jehová, les atiendo y luego sigo pensando. La verdad sale de la boca de los niños.

martes, 30 de enero de 2024

Otra vez

 

(Pedro M. Martínez)

El pretexto es dejar aquí cada día un texto pero usted sabe que eso no es cierto.

O no del todo.

El texto que comparto es apenas un umbral, algo cifrado, lo que no, una frontera entre lo que pienso y lo que usted lee.

Algunas veces he dejado lo que siento, con disfraz, codificado pero descifrable con facilidad, se veía lo accesorio y lo que no. Nadie ha levantado una ceja, ni la mano, ni ha pasado su brazo sobre mis hombros de hombre herido.

Hay un principio, uno deja lo que quiere y alguien, quizás, lee lo que le parece oportuno. No hay mucho que decir, no hay misterios, no hay límites entre el mundo más allá de las montañas y este de alrededor, no hay una aduana donde te sellen el pasaporte, ni ríos, tampoco hay un parapeto con soldados emboscados, o sí. Estos son momentos de la vida cotidiana modificados para hacer de ellos una aventura, lo que no es. O sí.

El pretexto es compartir, del punto de desvío del hecho a lo dicho, buscando la sorpresa, la no repetición, citas, fragmentos, instantes, una mirada, una noche, el miedo, la furia, el estremecimiento, música, un mapa de una tierra imaginaria en el que se distingan calles conocidas, aquella plaza, la fuente, los pájaros no, esos volaron, tanto ha volado, despareció, no está excepto en lo que escribo ¿alguna vez estuvo?

Para terminar (es que se me ha ido el santo al cielo, no me concentro) la cuestión no es lo que digas sino cómo lo digas.

Estas cosas y otras las digo así, cada día (en este Glup 2.0 desde febrero del 2007)


lunes, 29 de enero de 2024

Era primavera.

 




Te busqué en lo oscuro, escaleras arriba.

También abajo, donde brotaban manantiales de melocotón y miel.

Latían mis manos insumisas al tantear los espacios indecisos.

Nos desgarramos de amor en el lecho, 
perdidos en un laberinto recién descubierto, 
desde su centro no quisimos volver a la luz.

Era primavera y reías.


domingo, 28 de enero de 2024

Malestar

 


Señoras y señores, prepárense, últimos días de enero, está a punto de abrirse la puerta de un febrero bisiesto, con todo, el mes más corto del año, otro buen/mal año digan lo que digan los que dicen, sigue la crisis para los de siempre y el estado de bienestar no está en estado, el malestar se apodera de los que ya no somos lo que éramos, nos conformamos con ser y punto. Pasen y vean y lean.

sábado, 27 de enero de 2024

El espejo de cuarto de baño



Nada de lo que diga podrá ser utilizado en mi contra, un clavel entre los dientes, la luz disolviéndose en el patio, los sauces en silencio, este extraño sol de enero, un te quiero en el vaho sobre el espejo del cuarto de baño, escribiendo al azar para despertar en un sueño con jazmines, los ojos de Marie, mirándome  (si ella supiera). 

viernes, 26 de enero de 2024

Agradecimientos

 


Como buen vasco y aizkolari me he pasado buena parte de la mañana de mi cumpleaños cortando troncos. Después de un recorrido por una vía verde (1) que transcurre entre frondosos bosques animados por el murmullo de un río y cantos de pájaros invisibles (2), no hemos tenido más remedio que alimentarnos frugalmente (3). A la tarde más Naturaleza, un bosque de bambú al lado de un río, una cascada, una antigua ferrería, esas cosas no urbanas. A la vuelta me sumerjo en tantos mensajes de felicitación y cariño que me iré a la cama encantado, muy feliz (4).

Un día maravilloso, celebraría mi cumpleaños todos los días.

Con esta actividad comprenderéis que me queden justo las fuerzas suficientes para agradeceros de todo corazón vuestras palabras y vuestros buenos deseos. Un fuerte abrazo y el año que viene por estas fechas repetimos. Sois todas/as muy majos/as y os aprecio mucho.





  

 1 Reconvertida a partir de una antigua vía del ferrocarril que llevaba el mineral desde la mina hasta su embarque por mar. 

2  El resto silencio

3 Alubias con todos los sacramentos, ensalada, carne, postre delicioso y café. Y un trato cercano que es de agradecer. Ah y barato.

4 Lo mismo me pilla el insomnio y no duermo, emocionado.


jueves, 25 de enero de 2024

Hoy es mi cumpleaños.



Pétalos en el umbral. Viajes de este a oeste. Por el norte. No perder el norte. No detenerse. Viajar, ver, aprender, contrastar, llenarse de paisaje, de mar, de cielo, de voces diferentes. Seguir enamorado. Hoy es mi cumpleaños. Sigo vivo.

miércoles, 24 de enero de 2024

Los miércoles, bonoloto.

 


El miércoles revisar la bonoloto, billete no premiado, no me imagino que pueda tocarle a alguien. Grrr./Este es un blog de arte y ensayo, lento, no ocurre nada, hablar por hablar, las frases cruzan frente al espectador en una cinta sin fin, un libro sin página uno, sin final, circular, un rollo de palabras entrelazadas. Apenas hay personajes, hay un Yo omnipresente que exagera, miente, inventa, disfraza la rutina, engaña, es capaz de contar su propio parto por un halago. Hay sentimiento, claro, el del lector. Hay una clara divergencia en el trayecto entre la voz y el ojo. Hay un bostezo con bigotes sentado en el quicio del aburrimiento. Yo/Tú/Él/0/Él/Tú/Yo/. 

martes, 23 de enero de 2024

Comida

 


En una comida de compromiso, con personas desconocidas,, el comensal que tengo a la derecha me cuenta su vida, casi completa, mili incluida, su matrimonio, su separación, sus hijos a los que ve cada quincena; la señora sentada a mi izquierda bebe cava y dos veces me ha rozado el muslo. Me aburre, solo el Ribera del Duero que trasiego con deleite me ayuda a soportarlo. Cada día me resultan más aburridas estas reuniones sociales. Hip.

lunes, 22 de enero de 2024

Lo mejor de mi. Fania

Melancolía.

 


La melancolía es la conciencia del límite, saber hasta dónde puede llegar el ser humano. Nada tiene que ver con la depresión, con la angustia que oprime. Está lejos del desencanto, de la locura. Para Aristóteles la melancolía es un atributo del artista. La melancolía es un estado superior de consciencia. Estoy melancólico. Poesía.

domingo, 21 de enero de 2024

Bella.

 


Ella es bella como una araña ensimismada que se pellizca en la nostalgia, ha diseñado su propio laberinto de pasillos nerviosos y paredes ondulantes, sabe que nunca encontrará la salida, a lo sumo una puerta falsa a un cobarde mar con resacas y surfistas ciegos, se sienta en una silla de enea,  sube y baja la lámpara mientras vigila la raya de la tristeza, es cierto que  desde que se bañó en el río de la  autoestima se quiere más, se ha enamorado de sí misma, se mira al espejo y se dice piropos suaves, se quiere tanto que vive en una casa desierta entre cuatro mares, no soporta a los otros, a esos,/ alguien le dijo una vez, en otro siglo, antes, cuando solo había una cadena de televisión, un telediario, un periódico, una idea, que en la estepa de los sueños no existía el sexo, que esa actividad era apenas una excusa para perpetuar un apellido, un instinto, la idea, alguien que te marque el teléfono cuando ya no tengas dedos, ella que es bella como un paisaje de Islandia se lo grabo en los muslos, se lo lee en la ducha y lo ha bordado en un estandarte que pasea en los bautizos y los funerales, que se cose en el pecho –qué dolor- en las noches de autocompasión y lágrimas por los fracasos del mediodía, por los pájaros con cabeza de hombre que vuelan por su jardín, por la bruja debutante que le da a mordisquear una manzana envenenada y roja ajena a pulsos ajenos// la muerte es apenas un mastín negro y fiero, un perro feroz que acompaña sus paseos solitarios entre las flores de sal,  vinagre y frutos secos, digamos que ella es bella de una belleza entre Ava Gardner y Amanda Seyfried, de una belleza de herencia, con fotos perdidas en una carpeta verde, con recuerdos amarillos y vaya usted a saber, que la edad está en un papel húmedo y en el fondo de los ojos, que la malicia corre obcecada por una carretera seca, bacheada, no apta para caminantes de mochila, para náufragos, para poetas que confundan el edén con Satán, para aquellos que sean capaces de embrujar las certezas y el desconcierto, de cambiar el curso de los ríos, de llevar en la punta de los dedos un terremoto o una llave, una caricia, un remedio o el plano que de fin al laberinto ///todo funciona mientras sirve la palabra que turba, la palabra sirve mientras funciona, en el corazón de lo que se dice está cómo se dice, ríos dulces de un paladar a otro cuando luchan las lenguas, baño de jugos emanados, la palabra es una puta con bragas negras y zapatos de tacón que sonríe con malicia y nos engaña, que nos cobra con creces sus favores, sus mentiras, que nos vende amor iluso, bah, la palabra //// ella, decía, es bella como una ceremonia de pasión, como dos cuerpos desnudos dándose mutuo abrigo, como un caballo dormido bajo la lluvia en Fisterra, como la risa de después, cuando todos se han ido y la fiesta ha pasado, los platos sin recoger, los cubiertos alineados, comida aún para el lunes, el salón con olor a tabaco y humo, un señor que nadie sabe quién es dormido en el sofá, hay una barricada en el pasillo, las vecinas con miradas feroces en el ascensor, ironía en las pupilas, un canario en la cabeza, alimañas corriendo por el portal y ella, bella hasta la rutina, distante, poseedora de un artilugio en los ojos, que me ve sin verme, sentada en un tejado desgastado, llena de frío y miedo, con los brazos tendidos a la luna, a esta parte de Gibraltar, ensimismada, sola, bella, ella.

sábado, 20 de enero de 2024

Rapto

Sir John Everett Millais 1829-1896


Enero sigue embebido en un tibio envoltorio de tulipanes. Suenan cascabeles. Salgo a buscar (te/me/os). Abro la puerta y nadie hay. Recuerdo sus nalgas como frutas, el frío intenso, el amor entre las sábanas con un pálido sol entrando por la persiana entreabierta. Había huellas en la alfombra, el aroma de los arcángeles aun flotaba en la habitación. Neruda cantaba a la niebla del encinar. Luego vino el silencio. Aun dura.

viernes, 19 de enero de 2024

Fatiguita.

 


Es así, con los mensajes que (le/te/os) he mandado desde aquí se puede conseguir un best seller, un divorcio, un puesto de bedel en Murcia o que alguien me llene las mejillas de besos o de bofetadas.

Pero, oye, qué fatiga.


jueves, 18 de enero de 2024

Los lobos

But baby it's cold outside, Sven Svendson


Economizo las palabras, no sirven mis adjetivos, quién pierde la palabra pierde su verdad. Busco en los espejos del invierno perenne. Enhebro hilos de esperanza. Aun no estando invitado soplo las velas del pastel de cumpleaños . Los lobos acaban de comerse al cordero y me miran. Rezar no sirve excepto en las grandes quemaduras. No puedo pasar la página, soy inocente. Admito vuestra compasión.

miércoles, 17 de enero de 2024

Lido

Franz von Stuck (1863-1928, German) ~ Shooting Stars, 1912


Recuerdo el año que visité Murano, el vaporetto, la isla de Lido. Las tortugas. Recuerdo cuando cantaba delante del Coliseo, ahí comenzó el regreso. La vida. Mi amor como un húmedo pañuelo de seda ciñéndose a sus muslos generosos, un pasacalles de besos, una verbena de caricias antes de la oración. El no como una hoz. El descontento como un látigo. Alguien debe ser el culpable.

martes, 16 de enero de 2024

En la alacena

 


Estábamos descalzos y no nos creíamos la dicha, ella entreabría sus muslos generosos y el reloj se detenía en una hora eterna, nadie llamaba a la puerta, en su piel estaba escrita la historia de la humanidad –lástima, solo llegué a Egipto-, sus rincones de muérdago y nidos de jilgueros, el instante -oh, el instante- en que degollaba sus leones, domesticaba las serpientes y todo el dolor de noches de ceniza fingiendo ser la que no era.

El fantasma dormía en su alacena. 


lunes, 15 de enero de 2024

Momento de callarse.

 


Llegan trenes nocturnos, solo este parará en la estación, temo tirarme en marcha, ya no salto como saltaba, el suelo está lleno de leopardos heridos por el rayo verde, de guitarras descordadas, de un hombre vestido de negro que manosea la soledad, de infantes que confunden la epopeya con una onomatopeya, hay un triángulo y una mujer que se acaricia los senos con claveles, hay un momento para callarse, este. 

domingo, 14 de enero de 2024

Parker y la soledad.

 


En su primera noche de libertad Parker toca pared y vuelve. Debe encontrar un alfabeto propio, una herramienta novedosa para decir lo indecible, eso, apresurarse en el cursillo de soledad. Varias necesidades, hacer la compra para hablar con alguien, ¿escuchar?, ver detrás de, dormir solo, comer solo, pasear solo. Esto era y el descubrimiento que empieza como una aventura terminará cualquiera sabe cómo. Seguro que Parker lo consigue, menudo es, apuesto que sí. Seguiremos informando.

sábado, 13 de enero de 2024

Firmo y rubrico.


Recuerdo que años atrás firmé un manifiesto solicitando milagros para todos. Era más joven y aún creía que la fe movía montañas, no, no se mueven, se necesita un arquitecto febril o un genio para hacer de una piedra una catedral que no se hunda, una Pietá, una respuesta, un camino que llegue más allá de los recuerdos como oraciones en papelillos incrustados en los intersticios del Muro de las Lamentaciones.

Sigo firmando inútiles manifiestos.

(Hoy, este)

 Manifiesto de los Kinoks. 

“Soy un ojo. Un ojo mecánico. Yo, es decir, la máquina, yo soy la máquina que os muestra el mundo como sólo ella puede verlo. [...] Yo atravieso las m muchedumbres a gran velocidad, yo precedo a los soldados en el asalto. [...] Liberado de las fronteras del tiempo y el espacio, yo organizo como quiero cada punto del universo. [...] El cine dramático es el opio del pueblo. Abajo los reyes y las reinas inmortales del velo. ¡Viva la grabación de las vanguardias en el interior de su vida de cada día y de su trabajo! Abajo los guiones-historias de la burguesía .¡Viva la vida en sí misma! [...] El objetivo de los Kinoks es filmaros sin molestaros. ¡Viva el cine-ojo de la Revolución!” (Vertov)-
 

viernes, 12 de enero de 2024

Normas.

 


La belleza no tiene normas, no hay un manual de instrucciones para encontrarla, está más cerca de la mirada que del cerebro. El milagro si las tiene, normas, surge cuando se juntan sentimiento, sinceridad, ternura, un horizonte flexible, dos acróbatas, la música del alma y el atrevimiento de una caricia allí donde los símbolos pierden todo su valor. 

Ya lo ven, tan sencillo como fugaz. 


jueves, 11 de enero de 2024

Me quemé

 



s.

No nos pusimos de acuerdo pero lo intentamos.

Hablábamos, mucho, nos decíamos, incluso pudiera ser que nos escucháramos más allá de nuestro propio eco. Pero un día nos encontramos los pulsos y la oscuridad de su cuerpo dormido se convirtió en fulgor. 

Me quemé, torpe de mí. 


miércoles, 10 de enero de 2024

Niño llorando



Arrebujado en el amanecer desnudo, con gavilanes heridos y cuadrículas de luz en el encinar, devastado como un jilguero que entrega su canto mientras atraviesa el fuego y las letanías, las alondras reverberan en el límite del bosque, resuenan cantos de taberna y aún con los labios heridos no puedo recitar.

martes, 9 de enero de 2024

Penn Station.

Louis Stettner. A traveler waits in the snack bar. Penn Station. 1957


La noche era un limón y un viento ciego, agorero, me dejaba en los zarzales del aire, como un palafrenero sin carruaje ni caballos, un perro acosado por remolinos de melancolía, descontento, con una sensación de enardecidos gamos saltándome, sin respeto, con zarpazos en el declive de ser la mitad, o menos, de lo que fui, de haber sido, hace tanto.

lunes, 8 de enero de 2024

Los curas no llevan bigote

 


Esta vida me puede, estoy lleno de interrogantes, agobiado, intentando ampliar mis escasos conocimientos. En mi ignorancia, en mi cabeza hueca, aunque no es el tema que más me preocupa, en estos momentos no recuerdo ningún cura que lleve bigote. Así, a botepronto, recuerdo algún misionero con barba, incluso alguna monja, pero con bigote solo, no. La verdad, no trato demasiado con el clero en general, pero usted ¿recuerda haber visto algún sacerdote que lleve bigote?

Ahora que lo pienso en los últimos años apenas hablo con curas. Esto me lleva a darme cuenta de la cantidad de colectivos con los que no tengo ningún trato. 

Con asiáticos, por ejemplo, me saludo con el encargado de un restaurante japonés que hay debajo de mi casa, pero aparte de decirle qué voy a comer, buenos días y arigatoo ありがとう, tampoco le digo mucho más. Una señorita con rasgos orientales, con apariencia de ser china, desayuna a mi lado en el bar de la esquina, sonríe mucho y sorbe el café, pero no nos hablamos. Ahí termina mi relación con asiáticos.

Lo mismo con los que tienen un color de piel diferente al mío, un acento distinto, otra edad, son rubios, saben más que yo, lo que es fácil, o menos, toman sidra, leen según qué periódicos, votan a, les gusta el reggaetón, los adolescentes, los de otras comunidades, los de otros pueblos, los de mi pueblo, los que no son de mi barrio, la mayoría de los de mi barrio, los de mi escalera, las señoras de una edad, los árbitros, los que no recogen las deposiciones de sus perros, los que las recogen con guantes de plástico, los toreros, los fareros, los noctámbulos, los que cantan en un coro, las coristas, los solterones, los gatos pardos, los dentistas antiguos, así hasta mil colectivos con los que apenas tengo la más mínima relación. 

Incluso hay un señor mayor que sí lleva bigote y que me mira desde el espejo por las mañanas. A veces le hablo pero no me contesta. Se parece mucho a mi abuelo. Es curioso que a veces en ese espejo también está una dama cepillándose los dientes. Tampoco me contesta cuando le hablo.

Debo replantearme mis relaciones, ampliar mi círculo de amistades y mis conocimientos, mi cultura general, solucionar esta soledad, este ensimismamiento pero, sobre todo, en este momento me gustaría saber si los curas llevan bigote.  



 


domingo, 7 de enero de 2024

La verdad, miedo

Stefan Koidl

Nos fuimos al campo a vivir, estábamos aburridos del trajín de la ciudad.

Nuestra casa está aislada, un placer, la soledad. En un extremo del jardín comienza un bosque de pinos, a veces se escuchan ahí ruidos de animales, pájaros, zorros, comadrejas, una vez vimos un jabalí.

Al atardecer tomamos el té en el porche y esa paz debe ser la felicidad.

Los domingos por la noche vemos en televisión Wallander, una serie sueca. Al principio me gustaba pero en esta tercera temporada la violencia es tal que me incomoda, no sé, me desagrada.

El capítulo de anoche fue especialmente duro, unos asesinatos crueles. No quise terminarlo. Salí a fumar al porche, bien abrigado, las noches ya son frescas. Contemplar la luna llena es relajante.

Miré hacia el bosque y me pareció ver una figura, alguien vestido con una gabardina larga, me sorprendí, nunca había visto ahí a persona alguna. Se abanicaba, era su único movimiento, al menos lo único que veía. Le llamé. Desapareció entre los árboles. Me sentí inquieto.

Llamé a Begoña y le pedí que cerrase todas las ventanas. “Hace frío, cariño”

La figura apareció en otro lugar, justo al borde de mi propiedad, llevaba un sombrero, una capucha, una máscara, no sé, se abanicaba, creo que escuché una risa.

No tengo ningún arma en casa, nunca he sentidos sensación de peligro. Cogeré un cuchillo de la cocina. ¿Qué hago yo con un cuchillo?

El hombre ese, quién sea, está en otra esquina, sé que me está mirando ¿qué espera?

“Vete a la cama, Begoña, enseguida voy”

Son las seis de la madrugada,  ha desaparecido de mi vista pero sé que está merodeando ¿quién será?, ¿qué quiere?, no sé si llamar a la policía, ¿qué les digo?, tengo frío y miedo. 

sábado, 6 de enero de 2024

Recuerdos de abismos

 

Leonard Freed. From the 'Police Work' series. New York. 1972

Recuerdos, estoy lleno de recuerdos, esta página es un tenderete de recuerdos, no los vendo, los canto, los cuento, me los cuento, los invento, los toco en sus bordes, algunos afilados, estoy obsesionado con los bordes, sobre todo con los del abismo, dibujo bordes de abismo, algún día saltaré, miedo me da ese día, ese abismo, tan negro ahí abajo. O dentro. Quizás sea ahí arriba. Te vendo un abismo.

viernes, 5 de enero de 2024

Elvira Navarro

 


 

Elvira Navarra es escritora. En un artículo de hace años daba consejos sobre cómo escribir una novela sin trampas. Entre otras cosas decía que no hay que empezar a escribir hasta que esté toda la trama preparada. Esto no es una novela, es un blog, nunca preparo nada, me dejo llevar. Decía que hay que pensar en el posible lector, no tengo tiempo para eso, no puedo saber si alguien leerá lo que escribo. También decía que no hay que pensar en el lector, soy mi primer lector (muchas veces el único), siempre pienso en mí, en lo que me gusta. Egoísmo, yo mismo. Y si no, pues no.

(El artículo puede leerse AQUÍ)

 


jueves, 4 de enero de 2024

1 de enero. Tradición

 


Hace unos años mi hija y yo comenzamos lo que ya es nuestra tradición: bañarnos en el Cantábrico el dīa 1 de enero con independencia del frío, lluvia o lo que se tercie.  

Este lunes no fue una excepción, nos bañamos, nos quedamos congelados, felices, satisfechos y cumplimos nuestra tradición.

Una buena forma de empezar el año.






miércoles, 3 de enero de 2024

Adoro a las lectoras japonesas

 


En aquella lejana época de navegante solitario recalé en una isla al norte del Japón, en sus  playas milagrosas bañadas por el océano flotaban mis pecados y los blancos salvavidas de un barco embarrancado.

Viví un tiempo allá, tierra adentro. Aprendí algo de japonés, la técnica esencial del harakiri y como desabrochar los botones de un kimono sobre un maniquí.

Aquella estancia –y una geisha luminosa- me inspiraron un largo relato que titulé “Último naufragio en Kasune”, no recuerdo si terminé de escribirlo o si sigue, inconcluso, rebelde, en algún cajón. Tampoco recuerdo si fui expulsado por belicosos samuráis o si en la estación de los monzones me fui nadando entre las olas del alba. Cierto es que no fue una salida honrosa, resulta duro para mi orgullo de gallo y se borran los recuerdos entre bailes de mariposas amarillas.

A veces hablo de esa isla, con exquisito cuidado, con otros nombres que invento. Su configuración geográfica es propensa a los terremotos, sus ríos y montañas tiemblan al paso de los monstruos Godzilla, su clima se altera con los suspiros del sol naciente y torna en lluvias torrenciales. Cosas de las islas sensibles.

Cuento esto ahora que a una lectora –casualidad- japonesa, con el mismo nombre que esa isla, no deja aquí sus comentarios pero sí su disgusto. No tengo pruebas, pero estoy seguro que ella está aún allí, en el lejano Japón, que me conoció en aquel viaje, que quizás la ha enviado la Yakuza (やくざ) para cobrar tantas facturas que dejé impagadas en los mostradores, que guarda una daga entre sus ropas negras, que debo estar atento en las esquinas. Sí.



Es difícil mantener un blog a gusto de todos.
Esto intenta ser un desagravio.
Algunas lectoras japonesas son rencorosas.
Esta es bella.



martes, 2 de enero de 2024

Siempre es domingo en Philadelphia

 

It’s always Sunday in Philadelphia, Christophe Jacrot


A Parker el nuevo año le ha cogido con el pie cambiado. Hace tiempo que no puede, no sabe expresar sus emociones, demasiado tiempo. Se ha acostumbrado a fingir que siente, que sabe, que controla, que está bien, que solo está de vuelta de un viaje largo y tortuoso en el que los nombres y las sombras se escapan por una puerta que da a ninguna parte. En el fondo sabe que se ha convertido en un técnico de la mentira, del autoengaño, manipula las palabras y la sonrisa para que no se vea su miedo.

Es así.

Empieza el año y apenas quiere darse cuenta, le queda la tristeza del balance del anterior. Ha asistido a demasiados funerales. Procura no pasar cerca de un hospital. Se aleja cuando alrededor hablan de enfermedades. Se inquieta cuando siente una opresión en el pecho. Se ve desde fuera, desde arriba, cuando camina por las mañanas, ya no soy aquel que corría junto al Guggenheim. Mira el calendario y se asombra estar en el 2024, el pasado ha sido este un año duro, amargo para muchos, quiere olvidarlo.

Y sin embargo.

Busca el sentimiento, la emoción, lo íntimo, la belleza como paliativo a lo rutinario, a lo usual, a lo que ya conoce, para complementarlo, para crecer, para saber que hay esperanza. A veces la encuentra en el lugar y en el tiempo equivocados.

Aun así no se resigna.

Lee poemas que le remueven, emocionan, le sorprenden, conmocionan, le agitan, le ponen contra la pared de él mismo, le hacen sentir, pensar, reflexionar, comparar, conocer, los repasa sin pestañear, le han dejado tocado.

Son solo unos poemas, sí.

Ni siquiera de poetas famosos.

Pero.

Ayer empezó un nuevo año, sigue la vida. Parker sabe que será tan nueva como queramos. Habrá circunstancias, muchas, que no podrá controlar, es así, siempre ha sido así. Aún no es el momento, el suyo al menos, de hacer una colección de buenos propósitos, la hará cuando esté seguro. Está en el ahora, todo es ahora. Aunque hace frío abre todas las ventanas, es posible que la casa se llene de humedad y de pájaros, no le importa, está decidido a buscar la belleza que le traiga cada día.

(Entre nosotros, parece que Parker ha empezado el año con cierto optimismo)

lunes, 1 de enero de 2024

Vámonos al diablo

 

-Andrei Apostol

No recuerdo qué dije ayer que diría hoy, esta línea de propósitos para el nuevo año cae sin duelo, apenas veo, no nos deja saludar la madrugada con prístino desorden de miradas, desnudos en el tímpano de ciegos arquitectos, Guggenheim boca abajo, poetas que no ven, exegetas de Confucio, asombro de gallinas y de peces, de ese ángel que no vuela, recostado en el ocre umbral de edad temprana, no entiendo nada, ¿para qué servirá la escritura en el 2024?, me voy con José Gorostiza, que regala estos versos a la muerte: “Anda, putilla del rubor helado, anda, ven, vámonos al diablo

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