Una pena repta por su ombligo. Ayer
ayer me dijo oblicuamente amor mío y
hoy, hoy tengo que ser áspera con la memoria,
enlazar las manos con ansiedad, tomar cafés,
hacerme cueva o nimiedad.
Concha García.
El texto que dejo aquí cada día es mucho más que lo que se lee (1).
Quizás ustedes no se han fijado pero también está escrito por el revés, por la parte de atrás de lo que se ve (2), es decir por lo que no se ve.
No solo eso, también descubre el misterio diario de estar vivos, encerrados entre lo que somos y lo que parecemos, no digamos lo que queremos ser (3), la dualidad de contar lo que ocurre cuando no ocurre e imaginar lo que ocurrió y lo hemos reconvertido en un recuerdo cómodo, favorable, amable, éramos así, ocurrió de esta forma aprovechando que nadie puede llevarnos la contraria (4).
Los textos que comparto tan a menudo son un antídoto, para ustedes y para mí. Es curioso que, al oficializarla, les protege de la rutina. Al menos tanto como que, a la vez, me inmuniza contra la tendencia al inmovilismo, a dejar que la mente se paralice, se adormezca, quede mecida en ayeres olvidando el presente.
En el enredo del blog con textos, fotografías, música y colores (5) lo mejor está en el misterio de saber quién somos (6), dónde vamos, de dónde venimos. En esta esquina jamás vamos a averiguarlo, pero aquí vamos, navegando en el oscuro río que nos lleva de sus fronteras (7) a la mía, de lo íntimo a lo público, de la distancia entre los ojos y el corazón, del oído al sentimiento, de la intuición a la certeza de saber que no hay más (8) de lo que hay.
Ya que estamos, entre nosotros, el texto es un pretexto, da igual lo que diga, lo que cuente, su presunta calidad, su nadería, su longitud o lo breve, que hable de amor o haya un vacío de frases sin sentido. Importa que esté, que se repita, vigilar la constancia, aventurar su cese, comprobar que algo, esta aventura de reiterar que nos leemos (9), tiene vigencia, aún.
De la curiosidad al cariño hay apenas tres pasos. Los damos, lo sé. Llegan los comentarios, los correos personales como presentes magníficos, privilegio de recibirlos, tiempo, criterio, respeto, sabiduría y, sobre todo, amistad, afecto. Por mi parte el amor es una garantía, os quiero, a los que hablan y a los que no, sin conoceros, sin posibilidad de negarme a ello, egoístamente, sin condiciones. Estoy rendido, gracias.
El texto que dejo aquí cada día es mucho más que lo que se lee (10).
(1) ¿se lee?
(2) ¿se ve?
(3) y no somos.
(4) excepto la conciencia y suele estar dormida.
(5) incluido el blanco del fondo.
(6) en varios sentidos.
(7) las de ustedes
(8) ni menos.
(9) ¿nos leemos?
(10) ¿se lee?