La cárcel de Ventas
Victoria Kent con las aspirantes a la nueva Sección Auxiliar Femenina del cuerpo de Prisiones, 1931
.https://carceldeventas.madrid.es/history/el-almacen-de-reclusas
Estoy sentado bajo la lluvia buscando el punto exacto del manantial, el puente, el espejismo y la brasa, el experto que me guíe para poder decir palabras como felicidad, dulzura, paz sin que ardan las imágenes en las hornacinas, sin que la imperturbable realidad de los días se resquebraje.
Sí, he olvidado las historias que escogí en el insomnio, la enumeración de los signos, el atropello de voces detrás de puertas que esconden recuerdos de sed y sumas, de tribus y víctimas, soy un desvalido historiador amnésico que solo puede pensar, obsesivo, en aquello, tú sabes.
Escribo una carta sin murallas ni Josué combativo, sin datos, vuelta del revés, sin narcóticos vocablos ni alegorías, quiere estar desnuda, tendida en los peldaños que lleven al rosal y a lo necesario, a saber entre líneas y soledad de whatsapp, asfixia de no ver.
La escribo y no se la mando a nadie.
"Un drama modesto y elegante 'Hope Gap' atraerá a los espectadores más maduros y a los fans de los dos protagonistas" dice Tim Grierson en su columna de Screendaily.
Fausto Fernández, en Fotogramas,
dice: "Drama de tempestuosa calma Una amarga reflexión a tres voces,
en off o en diálogos demoledores, para una película tan dura y veraz como
desnuda de artificios.”
Muchos otros críticos de cine
dicen otras cosas, para eso están los críticos, para criticar (https://www.filmaffinity.com/es/film956950.html)
Como espectador y admirador
absoluto de Annette Bening, no demasiado propenso a dramas pero sí maduro (a
punto de caer del árbol) debo decir y
digo que me ha gustado. Para ver después de comer y comentarla con su pareja (quién
la tenga), con su vecino (quién lo tenga) incluso con uno mismo (en voz baja,
por favor, que se oye todo).
Ya me dicen, si eso.
Sería
muy triste que a Francisco Umbral solo le recordasen dos o tres supervivientes nostálgicos y que ahora algún
coleccionista de anécdotas repitiese lo de “vengo a presentar mi libro”. No.
Muy por encima de la imagen pública que alimentó está su envidiable maestría
escribiendo, sus miles de artículos, sus
más de cien libros y todos los premios literarios que le concedieron.
He visto el documental “Anatomía de un dandy” (en Filmin) y me ha producido sensaciones diferentes: admiración por su trabajo; comprensión por su lucha interior; certificación de que cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor (eso, el tiempo, que pasa); emociones varias y complejas (tampoco es cosa de extenderme en ello).
Resumen, me ha
gustado.
He
buscado algún artículo –qué manera de escribir, que soltura- y los comparto.
Salvador Pániker
Hay un hindú de Barcelona, un catalán de la India, que cruza de vez en cuando por Madrid (en estos días ha vuelto a hacerlo), dejando un rastro luminoso y oscuro, misterioso e irónico, oriental y catalán: Salvador Pániker. Pániker, desde que nos trajo sus prodigiosas Conversaciones en Madrid, que pronunciaban la democracia en pleno franquismo, es un madriles por derecho propio, el asiático raro y dandy que le abrió y le miró a Madrid las entrañas como no lo había hecho ningún intelectual madrileño. SP por su cruce Oriente/Occidente, un poco goethiano, por su interior diálogo Este/Oeste, por su duda nada metódica entre el ying y el yang, ha buscado siempre la integración del todo en todo, o a la inversa, más la apertura a lo abierto, y uno se lo tiene dicho de siempre:
-La literatura, Salvador la
literatura.
Hasta que SP se ha lanzado a
escribir sus memorias (acaba de presentar aquí el segundo y último tomo) y ha
encontrado en la prosa creativa narrativa (pero libre, como él nos recuerda, de
"la odiosa deliberación de la novela", denunciada por André Breton)
El empeño de SP, dada su voluntad de abrirse al mundo con los cinco sentidos y
otros que no conocemos, pero ejercemos, no podía lograrse desde la prosa
filosófica. Todo eso se razona, pero luego hay que ponerlo en acto. Y el acto,
para el escritor, es escribir.
De nada vale vivir dualidades sexuales o de otro orden si se sigue racionalizándolas en la escritura. Pániker ha comprendido que el proceso es inverso: primero escribir y luego vivir. Y se ha lanzado a una prosa rica en nombres (propios) y adjetivos, creadora, descriptiva, sensual, descarada, lírica a veces (la búsqueda del padre en la India), logrando así unas memorias que no haría hoy ningún escritor español, y mucho menos un filósofo. SP, soñando siempre con infinitos desdoblamientos, como esas flores japonesas con/sin raíces en el agua, se nos desdobla hoy en prosista eficaz, plástico, ágil, insolente (ah la insolencia de los dandies) y sonriente. La correcta melena gris, el aura cobriza, los ojos negros, ojos de fijeza y burla, la sonrisa inocente de verdad, muy anterior a su sonrisa interior, temible, las manos de chamán elegante o de profesor de dialectos hindúes en Harvard, una general fragilidad de protoporcelana oriental o de catalancito caprichosito. Pasa por Madrid de tarde en tarde, dejando una estela de inteligencia, ironía y faringitis. Huele aún a la noche paulmorandiana de Barcelona.
Fdo. Francisco Umbral
* Este artículo apareció en la
edición impresa del viernes, 13 de mayo de 1988.
La
muerte de Beverly Hills
V
En las
cabinas telefónicas
hay
misteriosas inscripciones dibujadas con lápiz de labios.
Son las
últimas palabras de las dulces muchachas rubias
que con
el escote ensangrentado se refugian allí para morir.
Ú ltima
noche bajo el pálido neón, último día bajo el sol alucinante,
calles
recién regadas con magnolias, faros amarillentos de
los
coches patrulla en el amanecer.
Te
esperaré a la una y media, cuando salgas del cine -y a
esta
hora está muerta en el Depósito aquélla cuyo
cuerpo
era un ramo de orquídeas.
Herida
en los tiroteos nocturnos, acorralada en las esquinas
por los
reflectores, abofeteada en los night-clubs,
mi
verdadero y dulce amor llora en mis brazos.
Una
última claridad, la más delgada y nítida,
parece deslizarse
de los locales cerrados:
esta
luz que detiene a los transeúntes
y les
habla suavemente de su infancia.
Músicas
de otro tiempo, canción al compás de cuyas viejas
notas conocimos una noche a Ava Gardner,
muchacha
envuelta en un impermeable claro que besamos
una vez en el ascensor, a oscuras entre
dos pisos, y
tenía los ojos muy azules, y hablaba
siempre en voz
muy baja- se llamaba Nelly.
Cierra
los ojos y escucha el canto de las sirenas en la noche
plateada de anuncios luminosos.
La
noche tiene cálidas avenidas azules.
Sombras
abrazan sombras en piscinas y bares.
En el
oscuro cielo combatían los astros
cuando
murió de amor,
y era
como si oliera muy despacio un perfume.
PERE GIMFERRER
EMPIEZO DONDE EMPIEZA LA
PALABRA
en la hierba, como fuego en el aire, como aire en los sueños,
como tierra y llama en la boca del ciervo, como una piedra
en las cerezas, como agua en los abetos, como agua y campo
en la voz, en la incertidumbre de la voz en certidumbre,
como un dolor trascendido, ojos, como un sueño no cumplido,
como un tiempo ya cumplido, como un silencio que se cumple.
Palabra y silencio, dolor, lirio, azafrán, casa del aire,
casa del dolor, limosna y riqueza de luz en el pecho,
de “Intacto asombro en
la luz del silencio”.
Busqué
en mi cuerpo la herida, las llagas, el obstáculo.
No
lo había y me fui.
Sabía
que me esperaba un paisaje diferente,
bullente, distinto al que entonces frecuentaba, me inquietaba la luminosidad de lo desconocido, me atraía, tanto.
Durante
un largo mes fue lo que debía ser.
Excepto por el miedo al regreso.
Por eso me quedé.
Ahora lo he decidido, ya no me importa, mañana mismo me calzo las botas de pocero y empiezo a dejar sacos de confidencias en el quicio. Estaré atento a la inercia, al ayer indescifrable de los huesos del jilguero golpeando en los cristales de la habitación de atrás. Alguien me hace señales con oraciones y gallos, suenan campanas y gorigoris, el viento en los cruceros me distrae del objetivo, es el momento de alejarme, de exorcizar temores, de salir a caminar, de regresar.
Solo temo no saber distinguir las malas hierbas, solo temo la cizaña, solo temo al segador distraído mirando para otro lado, solo temo a mi sombra alargada al amanecer, solo me temo yo.
Un plano medio
de una
mujer de mediana edad. Habla mirando directamente a la cámara. No es Adriana
Lima ni Lily Aldridge . De constitución robusta, vestida con un sencillo traje
blanco, sin maquillaje, con una mirada limpia. Dice- A mis cincuenta
años espero a un hombre que me quiera por lo que soy, al que pueda darle toda
la ternura que hay en mí, todo lo bueno que he guardado para compartir.
- Carmen, ¿has tenido mala suerte en el amor?- pregunta la presentadora.
No –responde- no ha sido mala suerte, ha sido mala elección por mi parte. Necesitaba tanto que me quisieran que siempre he encontrado a los hombres más mentirosos. Ya ve usted que no soy guapa, nunca he tenido confianza en mí misma, no me sentía digna de amor…
La presentadora interrumpe –Carmen, Carmen, eres una mujer atractiva…
Perdona, bonita –le corta sin miramientos- he dicho que no soy guapa, no que fuese ciega. Pero a mi edad ya sé, ahora sé, mi belleza es interior, soy una magnífica persona y solo quiero encontrar a alguien que sepa apreciarlo así. Por eso he venido a tu programa y...
Muy bien, Carmen –dice la presentadora- pero en televisión, ya sabes, siempre estamos escasos de tiempo. Seguimos. José Ramón rompió con su novio por celos. Hoy ha venido aquí para pedirle perdón…
Escuchando
la Sinfonía No 14 en G menor op. 135 quería escribir sobre la influencia de
Shostakovich (Dmitri) en los compositores rusos de ahora, pero se me ha cruzado
el cable. Es así. Aprovechando que estáis
ahí, indefensos, ya puestos, aunque no tiene nada que ver, quería contaros que
de niño me enseñaron aquello de que los buenos van al cielo y los malos al
infierno. Empecemos diciendo que es una simpleza dividir la conducta de los
humanos en buenas y malas, pero sería largo llegar a acuerdos sobre el bien y el mal. También
está la cosa de que como nadie ha vuelto del cielo y mucho menos del infierno
no se puede probar la teoría. Pero, pasados los años y por experiencia propia, puedo
decir, aseguraros, jurarlo, que no es cierto, incluso admitiendo que hubiera
cielo, que me da que no. Si bien según los últimos censos los buenos son
abrumadoramente superiores en número a los malos, estos últimos (los malos) son
tan hijos de puta (con todos mis respetos para las putas) que inclinan siempre
la balanza a su favor, se llevan el gato al agua de todas, todas y van al infierno,
al cielo y donde quieren, será por dinero. Por eso mi recomendación es que seáis malos a rabiar, pecar a voluntad, con insistencia, siempre que sea necesario
y sobre todo en defensa propia o de vuestras propiedades, total son cuatro días
y con esto de la pandemia se hacen eternos. Amen.
Con mi corbata roja no tuve problemas al pasar por la recepción del hotel, apenas una mirada del conserje. Es curioso lo que hace una corbata así, disfraza incluso a un tipo como yo.
Aunque a veces no, este blog/bitácora está siendo utilizado por el que firma para liberarse de (posiblemente de sí mismo/a confirmar). Dada la posibilidad de incluir elementos ajenos a la finalidad inicial y siempre respetando autorías, simetrías y gustos ajenos (ay, lo de los gustos, todos tenemos uno, como todos tenemos un culo y otras singularidades), a veces, según me de el punto (últimamente me da con sospechosa frecuencia) buceo en los mares verdes, profundos, inabarcables, desconocidos (hasta que me sumerjo, entonces ya no, entonces ya son un poco míos, un poco) de autores/as que estaban ahí antes de quitarme la venda, es decir que ellos no tienen la culpa de mi ignorancia, ellos/as llegaron antes. Como descargo diré/escribiré que me es imposible (It's imposible) no solo conocer todo sino, siquiera, conocer algo (en ello estoy desde hace tiempo pero ¿qué es el tiempo?). En este proceso (vaya brasas meto) he descubierto poesía y poetas de todos los colores, conmovedores, sorprendentes, brillantes o sombríos, coloridos y gris mate, magníficos/as, imprescindibles. Leo y comparto aquí (esto, queridos/as míos/as es lo que quería destacar) algunos de esos poemas, muchos de esos que te cogen de las solapas del corazón y te abofetean con la crueldad del que te grita “so capullo, ¿qué haces escribiendo simplezas?, mira, ¡esto es escribir!” y es cierto, joder, es cierto. Para aprender y para la libertad sangro lucho y pervivo, seguiré compartiendo y ya veremos dónde termina todo esto (termina al final, perdón por descubrirlo).
Postdata: la intención inicial era agradecer los comentarios a los poemas ajenos que comparto pero dado que el hombre (Yo) es el único animal (yO) que tropieza en la misma piedra y tengo los tobillos en carne viva pues nada, oye, que me he liao.
sobre la empatía
suena como un pájaro
rompiéndose los huesos pequeños contra el vidrio. el menor de ellos, un
gorrión, por supuesto. estás a punto de servir la comida y ésta es la escena.
culpa al pájaro, las ventanas inoportunas, trata de no pensar en el
inconveniente de la sangre que salpica de violeta el anochecer. ¿cómo puedes
comer después de esto? no pienses a quién culpar cuando el menor de nosotros se
interrumpe tu próximo momento. un panel que se abre sobre otro. el menor de
nosotros estropea tu cena.
~
su olor será humo y peste.
rezongarás durante días, la injusticia de salpicar tu ventana. pájaro tonto.
civilización. casa con vista. maldito comedero para pájaros. te tomará una
semana, mientras la carne empieza a pudrirse bajo las plumas menguantes,
mientras la sangre se congela y se atasca, hasta que te des cuenta de que nadie
está viniendo a llevarse el cuerpo. es tu pájaro muerto. es tu vidrio. tienes
opciones, piensas. alquilar. mudarte. dejarlo para los pájaros negros más
grandes.
~
sentirás la podredumbre
justo sobre la punta de tu lengua. tanto que te revisas para asegurarte de que
no eres tú. el pájaro merece algo. vas al armario, elegís una caja de zapatos.
¿de descuento? ¿de diseñador? empiezas a pensar cómo se llegó a esto: ponderar
tu mortalidad a través de un pájaro. un pájaro muerto. no importa. no te parece
un problema evitar chocarte contra las ventanas.
~
es una monstruosidad y
empezamos a amontonarnos como nubes extensas en tu patio. te maravillas de
nosotros, hermosos, recogiendo y soltando nuestros cuerpos oscuros desde el
cielo blanco hasta tu gramilla. y después llega. más huesos y sangre. uno por
uno chocando contra el panel cerrado. pájaros inconscientes. plumas marrones y
grises. parásitos asquerosos. el otro. comedero de mierda. parecemos miles de
millones levantando vuelo y luego destrozos.
~
podrías encontrar una
humildad delicada en el arte de limpiar vidrios. es tu trabajo, sostener
astillas pequeñas de carne desgarrada. las puntas de tus dedos cantan. pedazos,
carnicería, es demasiado. tienes cuidado de levantar todo lo que puedes ver.
llamas a un vidriero. tienes cuidado de levantar todo lo que puedes ver. tiras todo en grandes bolsas de basura
brillantes. tienes cuidado de levantar todo lo que puedes ver. consideras
colocar puertas francesas. tienes cuidado de levantar todo lo que puedes ver y
encuentras más con cada viaje que haces descalzo a través de tu casa bañada en
sangre.
Traducción: Yanina Audisio.
He aprendido a no preocuparme del amor
sino a honrar su llegada con todo mi corazón.
A examinar los misterios oscuros
de la sangre
con una atención desatenta
y torbellino,
a conocer la prisa de los sentimientos
rauda y fluyente
como agua.
La fuente parece ser
algún inagotable
manantial
dentro de nuestros gemelos y triples
yoes;
la cara nueva
que torno
hacia ti
nadie más en la tierra
alguna vez la ha
visto.
Alice Walker
Este es el momento en el que entre la piel
y el alma hay una playa donde languidecen jardines que se ahogan mientras pasan
los días –quién lo diría- incluso pasan los años y aún no estamos en foto fija,
tenemos bordes, olores entre los dedos, miradas táctiles, química de antimonio
y remordimientos, de ácidos delineando los contornos de la coincidencia,
análisis de aceros o de mentes, minuciosa evaluación de carbono o de dolores,
porcentajes implacables que dibujan y definen, oxígeno que respiramos desde las
riberas, tú a un lado, yo a otro, la vida en medio con su carga de realidades,
río implacable, sin sitio para peces soñadores, sin pescadores melancólicos,
huraño el conductor de este autobús que me lleva a Santiago, cunetas
interminables con paisajes de bosques quemados, no hay espacio para la
esperanza de lo verde, ya llegará la primavera mientras tu lucidez, tu
disciplina, París y este tiempo de verdades – también tu conductor- te sitúan
en el cabo de Matxitxako, lejos, estamos
lejos, ya no somos y sólo queda aferrarse al faro y soportar el viento, ser
viento, acariciar las rocas y gritar ahora que nadie me oye, inútil
desgañitarse, es igual, la lluvia ha inundado los caminos de regreso, los
caminos, no podemos estar más separados y esos corteses besos en la mejilla,
cuando nos vemos, cuando nos despedimos, son una educada muestra del terremoto,
un rescoldo del incendio aquel, la evidencia de tus piernas y las mías,
evocación de tus muslos, generosidad de noches amándonos en un insomnio
apasionado, cartas en el altillo, testimonio de cicatrices y tatuajes,
toboganes encerrados detrás de la puerta, flores y cenizas, no recuerdo si te
traje caracolas de mis viajes, si pinté tu nombre en algún mármol de Roma, si
te herí de norte a sur, si aún vivo en el destierro de palabras huecas, si me
perdí frente a la frontera de señales despintadas, si solo quiero quitarte la
ropa, escalar el vacío de tu espalda, vestirte de suspiros y comerte como a una
fruta, mujer manzana, beber tus jugos, fuente en una esquina de mis calles,
morder tu resistencia y despeñarme en tu cuerpo de miel, anciana que miras y
ves y ya no eres y cabeceas en esa barca sin remos, navegante de cala en cala
de nombres curiosos, en las que no nadaré, en las que no me sumergiré, aguas
prohibidas, azules, pastores de rebaños perdidos en esos desiertos,
prestidigitador de palomas y pañuelos de seda, de voces en madrugadas de
viernes, con resquicios de miradas ausentes esmerándose en la conciencia
avivada, en la desazón del misterio fugitivo, trasbordos en trenes nocturnos,
en estaciones en penumbra, en túneles sin final, no se pueden saldar las viejas
deudas con suspiros, no me acostumbro a esta intemperie sin fin y todo se ha
vuelto negro desde esta mañana. Dame luz.
(No
sé cómo terminar.)