Juana Bignozzi
Me abrazo a lo que de mí recuerdo. Empezó en ese beso junto a un depósito de agua, todos los demás, que han sido
muchos, son ese beso ingenuo y cálido. Insólito, no recuerdo junto a qué cuerpo
desperté por primera vez, desmemoria o protección de datos, recuerdo, sí, todo
el amor de después. Y la última vez, brillando.
Días apasionantes de Naoise Dolan, el fenómeno editorial del 2020 en
el Reino Unido. La aclamada novela que ha vendido más de 55.000 ejemplares.
Días apasionantes es una novela sobre gente
que se enamora, gente que tiene dinero, que no lo tiene y gente que no sabe que
lo tiene. Una historia sobre gente
real.
Libro recomendado por
The New York Times, The Guardian, Vogue, TIME, Marie Claire, Elle, The Oprah
Magazine, Esquire, Harper’s Bazaar, Refinery 29, LitHub, Dazed, Independent…
La autora tiene la capacidad natural de encandilar a los
medios con su perfil de cáustica escritora autista. Políticamente incómoda,
cáustica, cruda y divertida en su sequedad, Días apasionantes erige
a Naoise Dolan en una de las voces internacionales más singulares del momento.
Leo esta crítica (¿?) y como me lo creo todo me leo el libro.
Digo que me ha gustado.
Una historia mínima, bien escrita, contada con salero, ironía y toques ácidos. Pero que alguien diga que Naoise Dolan “es una de las voces internacionales más singulares del momento” es como no decir nada o como decir que las voces internacionales hablan muy bajito. Yo qué sé. Pero me ha gustado.
En un lugar, por ahí, lejos, nació un niño. Le visitaron pastores, tres reyes magos (no está confirmado), los pobres jornaleros de la zona y un pastor. Herodes también quería conocerle. Vivió treinta y tres años. Le crucificaron. De ahí, los listos que siempre hay montaron una empresa que lleva más de dos siglos a pleno rendimiento.
En otro lugar, en un país, entre el norte y el sur, más allá de cualquier tierra conocida, apareció un hombre nuevo, otro, parecía, pero no. Venía caminando, distraído, mirando las nubes, el cielo, las gentes. Al cruzar un río no se fijó en los hipopótamos y se lo comieron.
Luego se puso de moda nacer, nacían niños y niñas, en todos los países nacían, la tierra entera estaba llena de recién nacidos, ya no era original. Crecieron y entonces cambió la moda, lo que estaba en la onda, lo chic, lo elegante, lo cool era morirse. Y se morían, a cientos, a miles, por enfermedades, por guerras, desastres varios, suicidios colectivos, por el mosquito, por ganas, se morían... (esto está escrito justo antes del Covid, miedo me da tener yo la culpa. Paro aquí, no quiero líos)
TODOS NOSOTROS
Todos nosotros que debutamos
en la vida con una tara irremediable,
que deseábamos tanto y habíamos
obtenido tan poco, que con tan
buenas intenciones, tan mal
acabamos… Todos nosotros.
Jim
Thompson
Todos nosotros.
Los que nacimos rechazando la política y las leyes.
Los orgullosos.
Los que sabíamos que extraían de nuestra percepción la
libertad.
Todos nosotros.
Que crecimos en pueblos y en ciudades aún azules.
Que fuimos incalculables niños instintivos y lunáticos.
Todos nosotros.
Viajeros.
Los que atravesamos la oscuridad del sexo y la habitamos.
Los buscadores de belleza.
Los que probamos las exóticas sustancias y vivimos en el
cine y en la noche.
Todos nosotros.
Generación, tribu, conjunto de perdedores que
imaginamos que la ruina era el más alto honor.
Todos nosotros.
Los desterrados ahora de aquel grupo.
Los olvidados, los oscuros, los ausentes.
Los abandonados y los destruidos.
Todos nosotros.
Los que ya no soñamos. Los que somos compradores de
todo.
Los arrasados por el dinero y por las guerras.
Los que ahora somos impenetrables asesinos blancos.
Los que contemplamos la luna desde el cielo.
Isla Correyero
https://elpais.com/cultura/2019/07/23/actualidad/1563903110_710045.html
Desde aquí, salta, vamos, ocultos en los
callejones de adoquines oscuros, con un rayo en el pecho, entre las ropas, con
un batalla en el corazón, feroz, sin prisioneros, pasando a cuchillo a los
vencidos, estéril tragedia de tanto sentir, quimera rota en el espejo roto,
ingenuas aventuras en la nieve, sus manos bendiciendo, posándose en mis labios
torpes, cerrando con llave la puerta del retorno, milanos en el aire y no sé
dónde esconder la furia, desarraigo a la espalda de lo único posible, vivir en
el insomnio, guardar el Sueño para cuando, o antes, fundar un lunes que brille,
un martes rubio, un alacrán de rabia en la mirada, simular naufragios en el
llano, inventarse lo inconcluso, un horizonte, y seguir, arde la selva del alma
y hay una estampida de emociones, la jauría no cesa y esta vez en la nuca
destacan tatuajes de ironía, quemamos los puentes en verano –qué calor
¿recuerdas?- y el retorno del otoño nos sorprendió en el centro de las
colecciones, fotos amarillas, ruido, pétalos entre las páginas del único libro,
ladran los perros de la duda, quieren mordernos los riñones, el hígado, husmear
el triste inventario, los recuerdos, nos siguen, no tan lejos, en la huida,
hasta enero –dijiste-.
Ahí nos
veremos.
Salto del pescante y leo: Per Lacan addirittura "la religione è inaffondabile. La
religione, soprattutto quella vera, ha risorse tali che non possiamo nemmeno
immaginare". Lo stesso studioso ha spesso ricordato nei suoi scritti la
centralità del "desiderio", tanto per il cattolico che per lo
psicanalista, e ha fornito una lettura inedita del comandamento biblico
"Amerai il prossimo tuo come te stesso". Arrivando quindi a
concludere che "la 'vera' religione, la religione romana, riuscirà a
ricoprire di senso il reale sempre più insistente e insopportabile che dobbiamo
alla scienza". No lo entiendo, quizás si estuviese escrito en euskera…
Atado al noray de un recuerdo expuesto en el escaparate de una pastelería
romana, tarta de chocolate que entra y sale del congelador, primavera, sigue,
la pandemia, llegará el calor, aun así que no se derrita la cobertura que,
tocar las guindas con el dedo y lamerlo después con los ojos en blanco, dulce
golosina roja, néctar, metáfora de la piel que no, ejercicio de disolución en
el trayecto entre entonces y mañana, sabiendo que, al fin y al cabo, estoy como
Gulliver, atado en la playa con mil diminutos pensamientos, otros tantos goces
y el dolor, luego la quietud al conocer el punto exacto donde empieza lo
imposible, las riberas de un Sena pintado, la nieve de un cuento de niños
abandonados en el quicio, un programa de ordenador en el que pulsas X y se
llena la habitación de lágrimas de sal, pulsas Q y se proyecta la luz del pecho
en otros pechos, poemas irreversibles en el umbral del deseo, terrible
ejercicio de escritura sabiendo que el texto estará debajo de una piedra y si
sí no te creerán, fabulación, palabras que no son sino mi verdad,
ejercicio en una sala de espejos donde lo único relevante es la obstinación de
continuar andando aún a pesar del silencio, de la deserción de los espectadores
de tribuna, incluso de los que patean, el teatro está cerrado y algún espectador
en Suecia, en Bolivia, en un punto perdido de Alemania pasan la mirada por las
fotos frías, por la firma de otros y en abril se me están consumiendo las dos o tres ideas que
me quedaban.
Intimidad
Danza
Qué voz
hace crujir el vestido de seda
de esta
noche y entreabrir los muslos tiernamente
y
desnudar su espalda de mujer?
Parece
ser el canto ebrio de bacantes
o el
susurro lejano de una viuda
o la
lluvia entrecortada de una novia.
¿Qué
voz extraña hace que el perro se levante y dance,
y la
luna galope en el lomo de un caballo,
y el
lago abra su ojo cristalino más que nunca?
¡Levántate,
amor! La noche espera ser ungida
de
vinos y perfumes,
sacrificada
como una diosa frágil
entre
los brazos de la tierra.
Orietta
Lozano.
Una y otra vez caigo en el
mismo error, demasiado corazón (Willy DeVille), a quién le importará (Andión),
si me vieran por dentro (Larralde), obstinado en lo que no, sin enfrentamientos,
deslizando la voz por lo que cuento, jugando, dejo un balde en una esquina para
que miren el balde y puedan ignorar sin apuro que estoy dentro, sin mascara
bajo la mascarilla, en tiempo de pandemia y en tiempo normal, mi infancia está
llena de alusiones y remembranzas, con ese tiempo normal mi abuela se refería a
la vida, usos y costumbres antes de la guerra, sí, hubo una guerra, muchas, ignorancia ¿consciente? de la historia,
muerte, destrucción, represión, odio, dolor, un larguísimo etcétera hasta la
cultura de la terraza, yo, mí, me , conmigo, tomar una caña es lo necesario, no
nos dejan salir ¿quién no te deja?, gilipollas, tontolaba, mi libertad, las
vacunas en la cesta de los mercaderes, bonus para los directivos del negocio, los
enfermos y los muertos son cifras que bailan en manos de trileros, lo inhumano
de morir en soledad, no son tiempos duros mientras les toquen a otros, YO, adanismo,
YO eso no lo he conocido, la ignorancia como valor, so capullo, que no hubiese
nacido tú no significa que no ocurriese, la incultura como bandera, la
sensibilidad está prohibida por decreto, las mujeres y los niños primero que
son débiles y les podemos pasar por encima, YO, mi libertad para ir de aquí para
allí hasta donde me salga de los cojones, es un derecho fundamental, mis cojones,
enferman otros, YO, que hostias, mano dura (a los otros), es lo que hace falta,
tanta pamplina (de otros), YO soy más listo y llego primero, a mí no me pillan,
voy al pueblo porque tengo un grifo abierto, que me ha avisado la vecina, espero que si alguien lee esto no necesite
traducción que está uno aburrido de caer en el error, de hecho estoy metido en
el error hasta el cuello, ahora, YO.
La escritura es una loca perseverancia. Puro
funambulismo. Caminar hacia la madre por un alambre de tinta, con un abismo a
cada lado.
Escribir es darse cuenta del Paraíso.
- Jesús Montiel
Señor de las periferias.
Estamos
donde estábamos [ ] el barco roto por la mitad, arde en la cima del monte# Richard
Widmark tira escaleras abajo a la señora sentada en su silla de ruedas, //Eleanore sigue a seiscientos kilómetros, metro arriba, metro abajo, añoro cada
segundo de un entonces que pinto cada día para que no pierda brillo// mi ciudad
perimetrada, no se puede salir ni entrar, un paripé, las vacunas existen o eso
dicen los que las compran, que prefieran una marca u otra es una cuestión de
comisiones €$ a mí no me han vacunado, a partir de las diez de la noche no puede
uno ni asomarse a la ventana, hay policías colgados de los tejados, los montes alrededor de Bilbao siguen donde solían, nunca han estado tan concurridos,
procuro subir a uno cada día, cuando bajo me meto debajo de la cama y espero al
día siguiente, nada será como era pero los ricos serán más ricos y los pobres
no podrán ser más pobres, la política es una pistola empuñada por un mono, lástima
de hogueras de San Juan tan mal aprovechadas, de los políticos no hablo, en
defensa propia, la revolución me pilla un poco de vuelta por lo de la rodilla y
las desilusiones, la guillotina no es la solución porque te pones a cortar
cabezas y al final cuando no quedan más te cortas la tuya y tampoco es cosa
porque se pone todo perdido de sangre y es muy mala de limpiar, antes de la
reclusión tenía amigos, ahora tengo ausencias, me dejé barba y parecía mi
propio abuelo, escribí cartas y nadie me respondió, un banco quiere despedir a
3.800 trabaja ores y no se paraliza el país, normal, trabaj ba en una acería
que u mal día despidió a 1.601 (el 1 era
yo) y al día siguie te amaneció, a tres políticos les h n enviado cartas on
amenazas d muerte y con balas de verdad
y a muchos les pare e normal, la extre a dere ha es tan extrema que ya ocupa
medio país, ese, quizás siempre ha sido así, un emé ito missing, un prepa ado
preparando pr ncesas, gente con odio al diferen e, al otro, con odio al pobre, al inde enso, con odio al que h bla con otro ac nto, yo solo odio tener que escribir esto por ue habl r no
sirve de nada, nunca se ha cambia o na a, solo ha lando. Grrr.
Desnudo en sombra
Volverse a enamorar.
Besar una piel que sabe distinto,
no encontrar puntos de referencia
que indiquen el momento justo,
la caricia perfecta,
la mano compañera.
Retornar a un cuerpo nuevo
sin los huecos del anterior,
no poder palpar una nuca excitada,
una espalda con escalofríos conocidos.
Qué pobre se queda el intento de amar igual a la primera vez.
Cómo pesa una boca tan sabida,
tan llena de humo compartido
ante la desconocida tan poco explorada, tan miedosa.
Cuánto cuesta abandonarte, lavarme de tu olor,
quitarme las huellas de tu peso,
desdoblarme en otra Almudena
y comenzar a hacer mía una figura
de la calle que me asusta y que ¿quiero?
poseer, pero... tú, ahí estás tú,
traspasando con tu desnudo mi sombra,
consolándome pesaroso de mi dolor al terminar,
tu sonrisa y tu cigarrillo,
ese brazo moreno rodeando mi cintura
y llevándome a un lecho desordenado...
y tus manos de violinista
volando y enredándose en mis senos.
Almudena Guzmán.