No quiero
escribir. Ay. Es el impulso del No. Tengo aún cosas por decir, pero no ahora. Se me
rebelan los dedos, se me llenan del polen de diciembre. No, no quiero, no.
Fuera canta la noche, azules luces navideñas, transeúntes apresurados bajo la
arquitectura del pensamiento, algunos gritan, otros callan, calla el que mató
el poema, la que negó la flor, los de la boina y la gasolina, los herejes, los
que incendiaron su alma. Por eso, No. Puedes pensar lo que quieras pero este es
el momento del No mayúsculo. Se me ha caído la necesidad de contar, púas verdes
rozan las cuerdas de este no. Aunque se manifiesten los cazadores de la
afirmación ahí está el espejo y si quieres nos miramos pero ahora no escribo.
Que no. Ahí está el río y si quieres nos tiramos – a pesar del frío- pero
escribir, no. Tampoco lo voy a explicar ahora, lo del amor y eso, amor bajo
cero, lo de la súbita aceleración del ritmo cardiaco, lo de la pasión, no, lo
siento, aunque en realidad no lo siento, pero no porque no, sino porque No. Es
una dilatada época de crisis, un periodo, un tiempo, un paraíso restringido con
acceso limitado. Hubo un instante Sí, lo recuerdo. Ahora mis córneas rechazan
el sí. Son las modas. Moda de sufrir, moda de amar, moda de callar, moda de ser
dueño de un destino, ¿tú crees? Ahora toca el No. En Bulgaria un sí es un no y
este tranvía no se detiene en ninguna estación, uno lo debe tomar en marcha, se
sube y se baja en cualquier parte del trayecto, y rápido porque en cualquier
curva se sale del carril y entonces ¿qué? Por eso ahora el itinerario pasa por
No y no se para aunque le hagas señas desde la cómoda acera donde están
sentados los plácidos jubilados del ya veremos, los que ven pasar el tren, las
vacas, los postes de la luz, los anuncios de burdeles, los que están dentro y
fuera, aquellos a los que no les gustaban los Beatles, los dormilones, los
astutos, los que esperan su turno en la cola del cine de barrio. Un hilo de
voces traducidas en negativo, un alfabeto del no, una falsa tersura en la
negación, mastico regaliz y menta mientras digo no. Oiga usted, no se corte las
orejas. Eh, amigo, no se duerma en los portales. Y ustedes, señoras, hagan el
favor de esperar, si todo vuelve, si solo es un rato, cierren los ojos, cuenten
hasta mil y ya, ¿ven?, llegará la primavera. Y aquí hay otro problema, otro
más, teníamos poco con el No y resulta que mientras aquí hace un frío atroz,
graniza, truena, nieva, las carreteras están imposibles, los automovilistas
están sentados en la cuneta y esperamos una mejoría en el tiempo, ese mismo
tiempo ahí -¿dónde es ahí? – es soleado y pasa sudoroso y a ritmo de bossa nova
-tan plena de pudor que vive núa-, o de corrido –préndeme fuego si
quieres que te olvide-, de tango-hoy te evoco y veo que has sido- y
así es difícil entenderse porque como vamos a entender ese concepto del No si
tú estás con hambre de Sí, o con otro hambre, o si la boca atrapa un anzuelo
que era para otro pez y resulta que debajo del agua te ahogas o eres una sirena
melancólica o un tritón airado y furioso que se molesta por la libertad que me
tomé de pasar esta puerta en una sola dirección: la del No, ya sabes. Por eso
repito que este escrito empieza y acaba con No y que salga el sol por donde
quiera, preferentemente, si me lo permites, por donde solía, más que nada
porque estamos acostumbrados y es engorroso cambiar. Por cierto, insomne sobre
el altar del no con nocturnidad tengo guardado ese sol dentro de una caja de
cartón sin etiquetas. Qué te crees, ¿que a mí no me duele el No?, pues sí, si
me duele y mucho, que uno no es de piedra, que uno era así y te muerde el No y
es de No, mientras dure, y con alegría que son cuatro días y ya, ya sé que es
difícil, pero es para todos, hala, hala, no te pongas así, te dejo mi paraguas,
mi pañuelo de lunares Teresa Busto, mi telescopio, mi llave del cuarto oscuro,
te invito a pasar la noche mirando por la ventana, otra noche, que esta noche
está oscura, con nubes y que este sea un momento No, no significa que no
recuerde, que no tenga deseos de tranquilidad, de prosperidad a pesar de esa
televisión con Rajoy y toda esa banda de gobernantes y aspirantes, de
mercaderes del voto, de presuntos mentirosos con los ojos muy abiertos que no
me impiden que os envíe besos a montones, que añore poder dar la mano y mirar a
los ojos a cada uno de los que me leen- mejor a cada una- , decirles que es
bello conocerlos aunque sea así por este sistema del No, qué, en el fondo, es
hablarnos por cartas volanderas, por palabras viajeras que no sabemos si van o
vienen o si realmente existimos aunque las fotos y ¿si fueran otros?, ¿si
fueran falsas?, ¿si ya no fuéramos esos que sonríen, ese rostro detenido? no
sabremos jamás que ocurriría si nos viéramos, quizás un hola, un beso de
cumplido, conversaciones intrascendentes, no es como me imaginaba y escribir es
un ejercicio saludable y fácil, ¿ves?, se dice lo que se quiere, puedes leerlo
o no, pero decirlo es sencillo, basta con teclear con -Italo Calvino dice-
levedad, exactitud, visibilidad y multiplicidad, factores estos que junto con
el amor,-oh, el amor siempre el amor-se convierten en un factor que niega el
No."El destino tal vez consiste en eso: / ser una sombra más de
un retrato en grupo / en el que nadie sepa recordar nuestro nombre". Aunque tantas cosas niegan hoy el No, yo me obstino,
me vas a perdonar pero el silencio es consecuencia del No, quizás porque hay tantos
Si mordiéndome las piernas y tantos manos aferradas a mi mano que ya no tengo
brazos para nadar, no hay barca que me pase a la otra orilla, no hay orilla y
ni siquiera hay un perro que me mire con ojos de perro, puestos a desvariar ni
siquiera hoy es 23 de diciembre y todo esto no es más que la necesidad del No
que pugna por no serlo, que se arrepiente de pecados olvidados, que se
estremece porque quiero entender este No omnipresente y rebelde, enfurruñado y
rasgar el velo del sagrario y entrar en él como un peregrino sin tiempo, como
un caminante cansado de caminar, como un campanero sin catedral, como un hombre
viviendo en el No y sin embargo nos han contado tantos cuentos, nos han mentido
tanto, mi versión es la 7.0.3 no está actualizada, no me llega el correo y esto
es culpa de la rueda, de todas las ruedas girando y girando por tantos caminos,
no se me pierda, vuelva, esto es el camino del No y aunque rían las hienas la
ruleta está en marcha y en cualquier momento puede cambiar, el pasado sigue
nuestras huellas de futuro, furtivo en lo imposible, pared para no ver más allá
del ayer, eso, que pronto llegarán las vacaciones, no sé cuales, algunas y la
vida sigue. En el No.