Amber Hakim

sábado, 31 de agosto de 2019

Ángel González

Milagro de la luz: la sombra nace

Milagro de la luz: la sombra nace,
choca en silencio contra las montañas,
se desploma sin peso sobre el suelo
desevelando a las hierbas delicadas.
Los eucaliptos dejan en la tierra
la temblorosa piel de su alargada
silueta, en la que vuelan fríos
pájaros que no cantan.
Una sombra más leve y más sencilla,
que nace de tus piernas, se adelanta
para anunciar el último, el más puro
milagro de la luz: tú contra el alba
• Ángel González

viernes, 30 de agosto de 2019

Andrés Sánchez Robayna

Una hoguera, y el centro de la muerte

I
Un rito de febrero llega ahora
hasta el fondo del aire: queman ramos
de eucalipto, camino de la casa.
El aire sabe de ese olor, y sopla
las brasas leves, laten en el cielo
los reflejos del gris en nubes bajas
copiando la ceniza que ya cae,
abatida, completa, se diría
cumplida por los círculos terrestres.

Arden las hojas secas, otro soplo
del viento vuelve a remover las ramas
expectantes. Volvían a la tierra
como ceniza temblorosa, junto
a la trevina, por los matorrales,
bajo el estrago de febrero.

Tierra,
en el enigma de las hojas,
en el enigma de la luz, que es
la misteriosa sombra del ramaje
en nuestro rostro, ¿qué mirada puede
contemplarte un momento sin que vea
arder, sobre los ramos de eucalipto,
al fondo de los ojos, esos mismos ojos,
el cuerpo todo? Ardíamos.

El cielo atormentado,
la hierba como en un postrer destello,
en la masa solar, la luz quemada,
parecían cruzarse, cifrarse por los rostros.
y en torno, el olor de la tierra, indescifrable,
en un viento de astillas, y que soplaba, roto,
otra vez, sin piedad, por la tierra desnuda.

II
Y la zarza, en la aurora, ¿presentía
el incendio del cielo? Nubes rojas,
y el hosco crepitar de ramas vivas,
la combustión del aire que llegaba
hasta el muro, la luz que ennegrecía
el árbol estuoso, y el temblor
de una tierra entregada a la ceniza,
a la llama, estertores de la hoja
que brilló sola en junio y ahora yace
arqueada, en los grises del cielo,
y la cal de la muerte que nos mira
desde aquel muro, ¿habían presentido
la brasa, el borde negro de los fuegos?
Tierra, que una luz abandona,
tu soledad eleva una copa sagrada,
un vaso de humo negro hasta el temblor
de la zarza en la aurora, y de la rama
que cruje en el estrago, en la tormenta.

III
El pájaro, en las cercas del invierno,
por el alambre, por los muros grises,
o por la piedra, o por la rama, arriba,
su grito oscuro, alzado entre la hierba,
en dos silencios, entre brumas.

Dos pausas de silencio y, luego, el grito
oscuro, sí, se alzaba y se entregaba,
se abría paso hasta la tierra,
un canto hasta las hojas silenciosas,
hasta el último ardor, un canto oscuro,
incomprensible, dije, hasta el silencio,
el último silencio que el pájaro iba a oír.

¿Incomprensible? Nada,
entre lo audible y lo inaudible
entre lo oído y el oído
entre el silencio y lo que oímos
un canto oscuro, nada más
escuché por la hierba, un canto oscuro.

IV
Tierra, ¿nos prometiste, alguna vez,
acaso, algo distinto de ti misma?

El fuego prende ahora en la hojarasca,
y se ennegrece el cielo, y por los muros
la lobelia se yergue, casi azul,
almenada en su brote deslumbrado.
El matorral, y la trevina pobre,
se alzan en la luz última, y decimos
que todo nacimiento y toda muerte
latían en el fuego. Fue tu sola
promesa arder junto a la flor,
como nosotros, tierra de inminencia,
sin comprender, camino de la casa,
nada distinto de ti misma, oscura
tierra de enigma, tierra de sacrificio.

La misteriosa sombra del ramaje
en nuestro rostro. Vimos
la sombra y la ceniza,
una forma, tal vez, del destino en la hierba
entregado en la forma de la brasa,
en el borde del fuego, y en los nudos
negros de la ceniza el otro resplandor,
el del brillo en las hojas, nuestra muerte,
el oro de la hoja en otro tiempo,
ahora entregado y ya cumplido,
solo, sobre los círculos terrestres.

De "Fuego blanco" 1992

Andrés Sánchez Robayna


jueves, 29 de agosto de 2019

Joseph Stroud





Extracciones: Procedencia [Joseph Stroud]



Los siguientes poemas pertenecen al libro Procedencia, del poeta estadounidense Joseph Stroud, publicado recientemente en Argentina por La Carretilla Roja. La traducción es de Shira Rubenstein, bajo el cuidado de Laura Wittner.
Noche de día
La noche no quiere terminar, nunca quiere entregarse
a la luz. Así que se esconde en las cosas: cuervos, obsidiana.
Hasta en el solsticio de verano, día en que la luz tiene
su gran triunfo, donde campos de girasoles devoran el sol:
partimos la sandía y escupimos
semillas negras, pedazos de noche que relucen en el pasto.
Homenaje al nogal negro en el centro de Santa Cruz
A la tardecita, arrastrándome desde el banco a la librería,
paro y miro el nogal negro de Cedar Street,
el follaje verde de sus hojas y las inmensas ramas curvas.
Un árbol es un lugar, no un objeto, es una isla en el aire
donde nuestra mirada pueda vivir un tiempo, aliviada,
sin cargar este cuerpo pesado y terrenal.
Primer principio de la termodinámica
Era un buen tipo, y cuando se murió los amigos honraron
su deseo final: cremaron el cuerpo y metieron las cenizas
en los cartuchos de sus escopetas. Caminaron por el bosque que él amaba,
disparando al azar entre los árboles. Por todos lados caía
en una lluvia de polvo, un polen de cenizas que fue como el recuerdo
de un chico que caminaba bajo los árboles en un diluvio de hojas.
¿Oís ese teléfono? Parece una llamada de larga distancia
La Muerte está hablando con alguien por teléfono, larga distancia,
yo estoy afuera de la cabina, esperando para llamar a casa, impaciente,
intentando que no se me note, y la Muerte sigue con su parloteo
y cada tanto se da vuelta, ojalá esa mirada vacía
no sea para mí, me digo, y pienso en ese pobre que está
del otro lado, aferrado a su teléfono, negándose a cortar.
La traducción difícil del amor
Pasados cinco años de matrimonio,
pensó que su corazón había logrado traducirlo.
Pero fue como esa noche en el Ciclo de Cine Extranjero
cuando de pronto en mitad de una película
los subtítulos cambiaron a doblaje
y por un instante pensó que entendía rumano.
Día de alegría
Las abejas armaron una colmena en la pared de mi cabaña.
No quiero discutir más sobre prosodia.
No quiero hablar de Saussure ni del significado
del significado. Solo quiero imaginar a esas abejas
haciendo un panal dentro de mi vida, solo quiero
el sabor increíble de esa miel silvestre.
Silencio, astucia, exilio
En el entierro de Joyce, cantó el tenor: addio terra,
addio cielo. En el manicomio su hija exclamó
¿Qué hace ese imbécil bajo tierra?
¿Cuándo se va a decidir a salir? Su mujer
pensaba que a Joyce le agradarían los leones
que rugían cada amanecer desde el zoológico cerca de su tumba.




Portada Procedencia
Joseph Stroud, Procedencia. Trad. Shira Rubenstein. La Carretilla Roja, 2019.


Foto Joseph StroudJOSEPH STROUD (Glendale, California, 1943). Autor de cinco libros de poesía: In the Sleep of Rivers (Capra Press, 1974), Signatures (BOA Editions, 1982), Below Cold Mountain(Copper Canyon Press, 1998), Country of Light (Copper Canyon Press, 2004) y Of This World: New and Selected Poems (Copper Canyon Press, 2009). Ha recibido numerosos premios y honores a lo largo de su carrera literaria. Actualmente divide su tiempo entre una casa en Santa Cruz en la costa de California, una cabaña en la Sierra Nevada y un pequeño estudio en los cerros de Jalisco, México.

miércoles, 28 de agosto de 2019

22:22




Gabriela Wiener está obsesionada con el 11 y con el poliamor, no sé si es cierto o un recurso para más capítulos. Mi perro ladra cuando el reloj luminoso  al lado de mi cama marca las 22:22. Si estoy en la cocina lo veo en el horno, es menos fiable, adelanta o atrasa según los apagones del barrio, no importa, la cuestión es ver esa cifra, 22:22. Arantza no lo entiende.
A veces mi hijo me llama desde Sonora para recordármelo, 22:22,  luego me pregunta si estoy bien de lo mío y esas formalidades desde su media tarde y mi casi sueño. Es duro que mi hijo esté tan lejos, solo hasta Navidad, espero.
Ma Anand Sheela en Waco (Oregon) me lo decía, riendo, “22:20, te quedan dos minutos” y después seguía con lo suyo, con Osho y eso. Buenos tiempos, pasó lo que pasó, pero después.
Ni en los peores momentos de salamandras, lluvias torrenciales, volcanes a lo lejos y mi mochila roja por los vientos de Arriaga, en la frontera Chiapas/Oaxaca me olvidé de esperar el 22:22 no fuera a caerme encima el infortunio, lo malo. No me raptaron,  Yacatecuhtli me protegió.

En mi última estancia en Queens quise quitarme la rutina del número y consulté desde psiquiatras afamados hasta quiromantes, santones, tarotistas varios, zumbaos como yo con eso de los números, creo que mi dificultad con el idioma frustró el intento. Seguro que fue eso.
No crean que es superstición o manía, es certeza. Eso al menos determinó mi médica de cabecera de Osakidetza, ella, dijo, tiene toda la fe en las 15:15 y no me recetó nada. Chica lista.
Lo siento, tengo que dejar de escribir, son las 22:15.


martes, 27 de agosto de 2019

Resignación y otras virtudes

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La poesía es como una piñata suspendida en un árbol luminoso. Debes cerrar los ojos para intentar romperla o tener mirada de niño y adivinar que lleva dentro. La prosa poética es otra cosa, es más fácil de entender. Hay que tener afición porque no sé si hay que entender algo o disfrutar o pasar a otra cosa. Mejor pasar a alejarse de los enfadados con el mundo, los que se aburren, los tristes, hace unos años todo era más divertido, es más divertido tener menos años, recuerdo cuando tenía menos años.
La verdad es que he venido a hablar de mi blog, voy a convertirlo en un local de copas pero sin copas, en un gimnasio, en un club de filatelia. Cada uno hace su blog como quiere y para lo que quiere, el mío está hecho para mí, si alguien viene, perfecto, si no viene nadie ahí estamos mi ombligo y yo, para leernos, para aprender, para mejorar, para compartir. Los que no vienen no saben lo que se pierden. Tengo un blog porque me gustan las personas, no todas, en realidad pocas, miento, no me gusta casi ninguna.
Esta es otra vuelta de tuerca a la muerte del glup 2.0 . Desde hace años se van “lectores” a montones, buscar nuevas fórmulas no sirve de nada. ¿Voy a dejar de publicar cada día? No ¿Me aburro? No. El blog es mío, gratuito, libre, mi primer respeto es para mi trabajo,  después que esta vaina se convierta en un trampolín, en un escalón, en un previo, en un camino, pues qué sé yo, hago todo esto con honestidad para conmigo mismo (resígnate, Pedro, majo). El tiempo pasa y hay que saber adaptarse a los nuevos tiempos. ¿Qué cojones son los nuevos tiempos? Dentro de nada todo esto será un absurdo tiempo perdido, demasiado tiempo, pero lo bien que lo he pasado mientras tanto ¿qué? Un puto blog, este, el mío.



lunes, 26 de agosto de 2019

Perec


Me da la impresión que a estas alturas de la película Georges Perec es ya nada, que usted que me cuenta y que póngase al día. Resulta que el día no es el más apropiado para discutir y menos de escritores o de libros o de nada, que es lunes y termina agosto y esto del humor es sutil y lo que quería contar es que “¿Qué pequeño ciclomotor de manillar cromado en el fondo del patio?” debería haberlo leído entonces, en aquel entonces. Ya, ya sé que a usted mi entonces se la sopla, por decirlo en fino, pero…”hay un momento en la vida del hombre”…y de la mujer, imagino… Esto…que es muy temprano y en eso de imaginar todavía no estoy muy fino porque he madrugado y parece que viene buen día y me lo he leído en un plis/plas. Para concretar, Perec era un fuera de serie y si no lo leíste entonces, en tu entonces, pues ya déjalo, total, si no te van a examinar, disfrutarías, eso sí, pero hay otras formas de disfrute ¿a que sí?, sí. A mí me ha encantado. Agur.

Un momento, la traducción es un trabajo de chinos (no sé si esta expresión es políticamente correcta)



Si tiene interés, esta gente, los que saben, lo cuentan muy requetebién.




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