sábado, 30 de mayo de 2015
viernes, 29 de mayo de 2015
Silva y bustrófedon.
Me tiré al estricote, mudé de flébil barbilindo a mortal irreflexivo entre lupercales y bochinches. Sin dejar de pecar ejercí de adamita, ceroferario con cerquillo, manumisor en Santiago, bravucón empavesado, estudiante de miología, escritor sin adendas de silvas y bustrófedon, peregrino alimentado con gallofa bajo el cernidillo de Triacastela. Durante un tiempo hurgué en las litoclasas hasta caer en la malacia que desembocó en la cacoquimia que me asoló a pesar de las tisanas vulnerarias.
Ahora, cellenco, carcomido por la agnosia, aún brujuleo tras los siguemepollos de las mozas, aridecido el deseo, mas no extinto.
jueves, 28 de mayo de 2015
Meta
La
identidad proporciona, entre otras cosas, una fuente más de valor, una que nos
ayuda a encontrar un camino entre esas opciones. Adoptar una identidad, hacerla
mía, es verla como el factor que estructura mi camino en la vida. (La
ética de la identidad - Kwame Anthony Appiah )
A uno le nacen.
Más o menos.
Le educan.
Vive.
Crece.
Si sabe, se deseduca.
Si no, sigue por la senda, sin sorpresa, sin mirar tras los setos del camino,
ajeno a zarzas y canto de ruiseñores y mirlos.
Uno es como debe ser y camina hacia ser quién es.
Conseguirlo está sujeto a azares y veleidades, a tormentas del destino y a la
brisa de otras playas.
El camino está ahí.
Y el caminante.
Queda seguir, sin detenerse apenas, sin mirar atrás, por las nostalgias que
pesan, por los lobos que aúllan tras los cerros.
Llegar es la meta, pero ¿dónde?
miércoles, 27 de mayo de 2015
Corre, nena, corre.
Debe parecer que estoy diciendo algo pero sin decir nada, sin comprometerme.
(Ni comprometerme ¿eh?)
Palabra y silencio unidos en un paso cansado, o enérgico, o sombra detrás de la sombra de los tilos, detrás el bosque, detrás el esplendor impúdico de ser, sin ser.
(Vale, pero a mí ni me nombres)
Remover el pasado, inventar el futuro, gozar del presente, estar en la ventana y en la plaza, en las nubes y bajo la lluvia, ser sin ser, ya te digo.
(Es que está mi presencia, mi huella por todas partes)
Saborear aún los momentos de la fiesta de los cuerpos, la celebración de lo furtivo, el escondite oscuro donde descubrimos la luz.
(Te lo dije, cállate, nos descubrirán)
Me callo, pero corre que están cerca.
martes, 26 de mayo de 2015
Ahora, voy.
Ha bajado la temperatura en los pezones de
la mujer de piedra, las alfombras están mudas.
Cada gota de lluvia es de un color
diferente, me impregnan cuando me revuelco entre las flores con rocío y
alfabetos, entre las ortigas del último beso.
Estoy clavado en la cruz de la despedida a
los jadeos desnudos, cuando nos escondíamos bajo paraguas en la isla del tamaño
de apenas un armario. Allí éramos náufragos, humo, amantes, nada.
Sin embargo voy y vengo.
Ahora,
voy.
Mónica Cook
lunes, 25 de mayo de 2015
Ay, yo.
Ay,
ay, ay.
Estaba ayer firmando ejemplares de mi último libro –va por la catorce edición- en el cortinglés cuando entre la larga fila de admiradores que esperaba anhelante mi dedicatoria –a Conchi, sensible lectora nocturna, con recíproca admiración por sus poemas- pude distinguir un rostro conocido.
Continué con sonrisas y floridas palabras, besos en las mejillas a las señoras, apretones de manos a los señores, caricias en la coronilla de los niños, gesto serio y asentimiento de cabeza con los jubilados -a Jose Luis, buen amigo, con afecto-, pero vi una cara conocida, muy, que se acercaba conversando con una bella muchacha.
Hace tiempo que no la veía, desde que me fui a Madrid, veinte años, cómo corre la vida. –a Mari Vi que con su mirada alumbra estas páginas-. Ya estaba cerca, estaba seguro que no me había reconocido. Fuimos amantes, seis meses. Estaba muy guapa, no había cambiado demasiado.
Llegó, levanté la mirada.
-Hola– dije.
-¿Nos conocemos?-preguntó.
La verdad es que mi apariencia ha cambiado
mucho en estos años, aquella melena progre se ha convertido en una cabeza
desierta. -Carmen ¿no me recuerdas?, soy Andrés.
Carmen entornó los ojos, se dirigió a la
bella muchacha que estaba a su lado y con voz clara y seguro dijo -Mercedes, tu
padre, el hombre indigno que es tu padre.
Mercedes me miró con desprecio y de un manotazo tiró por los aires el libro que estaba a punto de firmar. Carmen me dio un bofetón. Una señora que estaba mirando me pegó con un paraguas. Se formó un remolino de personas que de esperar mi firma pasaron a querer mis orejas como trofeo. Los insultos arreciaban. Aquella Conchi que me miraba arrobada me tiró su libro a la cabeza. Un señor con traje gris no paraba de darme patadas en las espinillas. Los guardias jurados no intervenían. La encargada de planta miraba hacia otro lado. Corrí entre los estantes llenos de mi obra maestra –el libro- pero la multitud me siguió. Mi editor salió con disimulo. Alguien dio fuego a una pila de ejemplares. Se disparó el sistema anti-fuegos y comenzó una enérgica lluvia desde los aspersores del techo. Fuera se escuchaban las sirenas de los coches de la policía. Carmen contaba su tragedia en un corro de señoras indignadas –me dejó, embarazada, nunca me llamó, se fue, el muy...- . Las señoras me miraban, indignadas, y me tiraban lo primero que encontraban en sus bolsos, llaves, los móviles, tarjetas de crédito, rizadores para el pelo, pañuelos de seda, pintalabios, navajas de Albacete, no sé, hasta un florero me lanzaron las arpías. En mis tiempos fui subcampeón de Cuenca de cien metros lisos y aún estoy en forma, eso me sirvió para correr por las calles y refugiarme en la garita del portero, en un portal de una casa lejana. De allí me rescataron los bomberos y una nutrida fuerza policial.
Mercedes me miró con desprecio y de un manotazo tiró por los aires el libro que estaba a punto de firmar. Carmen me dio un bofetón. Una señora que estaba mirando me pegó con un paraguas. Se formó un remolino de personas que de esperar mi firma pasaron a querer mis orejas como trofeo. Los insultos arreciaban. Aquella Conchi que me miraba arrobada me tiró su libro a la cabeza. Un señor con traje gris no paraba de darme patadas en las espinillas. Los guardias jurados no intervenían. La encargada de planta miraba hacia otro lado. Corrí entre los estantes llenos de mi obra maestra –el libro- pero la multitud me siguió. Mi editor salió con disimulo. Alguien dio fuego a una pila de ejemplares. Se disparó el sistema anti-fuegos y comenzó una enérgica lluvia desde los aspersores del techo. Fuera se escuchaban las sirenas de los coches de la policía. Carmen contaba su tragedia en un corro de señoras indignadas –me dejó, embarazada, nunca me llamó, se fue, el muy...- . Las señoras me miraban, indignadas, y me tiraban lo primero que encontraban en sus bolsos, llaves, los móviles, tarjetas de crédito, rizadores para el pelo, pañuelos de seda, pintalabios, navajas de Albacete, no sé, hasta un florero me lanzaron las arpías. En mis tiempos fui subcampeón de Cuenca de cien metros lisos y aún estoy en forma, eso me sirvió para correr por las calles y refugiarme en la garita del portero, en un portal de una casa lejana. De allí me rescataron los bomberos y una nutrida fuerza policial.
Ahora,
en el hotel, mientras me curan, estoy pensando en dejar este mundo literario,
trae demasiados problemas. Me centraré en el blog.
domingo, 24 de mayo de 2015
Resistiré.
A Russian soldier in the Reichstag surrounded by walls covered in Russian graffiti, the Soviets having left their mark on the Third Reich’s headquarters. May, 1945.
Se lo contaba a él,
al mentiroso, al traidor. Me lo
imaginaba enfundado en un uniforme, no sé de qué, de guardabosques solitario o
de vigía de ciclones, de coronel de infantería o de farero en algún puerto de
la Mancha, yo qué sé, algo de respeto, con gorro de plato y mallas negras, con
cara seria y con la elocuencia de los dedos y el silbido, tanto que al
intuirlo mis pájaros huían desde los zarzales hasta un cielo que les
traicionaba en su contraste de luz –caían abatidos, claro- , y los pequeños
roedores ni te digo, esos sí que no tenían posibilidad de fuga, ahí estaban,
con los brazos en alto, contra el muro donde, mirando el más acá sabiendo que
el más allá es privilegio de los grandes saurios, de los hipopótamos bailarines
y a pesar de todo contaba cosas como estas al tipo aquel, tan serio, tan falaz, que no merecía
más tiempo y sin embargo.
Era de Burt
Lancaster, no recuerdo el nombre de la peli. El malo se acercaba entre las
sombras de la noche a la puerta de una catedral, miraba a derecha e izquierda y
con un cuchillo dejaba un mensaje clavado en la madera. Al llegar la luz del
día los guardias del conde se alborotaban, desclavaban el papel, lo llevaban al
castillo seguidos por niños desarrapados y mendigos varios, los trompeteros
tocaban las trompetas (claro, ¿qué van a tocar?), el bueno de Burt y su amigo
el mudo daban volatines y trompazos a los soldados atontados, la chica estaba
de mojar pan (con aquel escote…), a lo lejos llegaban refuerzos a caballo, creo
que del rey (no recuerdo qué rey, el de bastos, por decir alguno) había un
desfase histórico y era en technicolor, los chavales alborotábamos en el
paraíso (no en el terrenal), las chavalas no y al final lo menos importante era
lo que decía el mensaje porque el conde no sabía leer, creo que nosotros
tampoco pero lo pasábamos de p. madre y luego esperábamos a las que no (esas chavalas
que decía) y les invitábamos a chicles y paseos y ni siquiera teníamos pelos en
las piernas aunque sí en la cabeza y en el contraste está(ba) la gracia aunque
después nos hicimos mayores y ya entendimos que el medio era el mensaje o eso
dijo Woody en la fila (cola) para entrar a un cine de Manhattan y procuramos
adaptarnos al medio, o sea cómo nadar, que según sea el caudal (del citado
medio) hay que saber utilizar el estilo braza o la mariposa, un suponer, que en
Karraspio nadaba a mariposa nada más que para mariposear (Encarni me miraba
desde la orilla, Encarni sí, no todas sí, más que nada por la época y perdona
que me extienda en lo de siempre, en el sí) y en las piscinas segovianas nadaba
a estilo libre (es decir, como quería) y no hacía olas pero si aplaudían, que en
eso siempre he tenido suerte, en el cariño recibido (también en el otorgado
¿eh?) eso que soy tuerto (pero solo de un ojo) así no me nota el estrabismo, ni
el reuma, que el tiempo pasa y aquellos polvos trajeron estos lodos y me
patinan las ruedas, me patinan más cosas pero esta es una página autorizada
para todos los públicos y no es cosa de escandalizar a los lectores que, por
cierto, siguen siendo tan inconscientes y tan amables de seguir viniendo y,
oye, que te estimula o te estiburro, incluso estionagro, ya ves, metonimia, que
te quedas más ancho que largo, háztelo mirar (girar, tirar, virar, yirar
–lunfardo-) que quizás estamos intentando llegar a la luna y resulta que
Eldorado está en Cuenca (un suponer). Por cierto, estoy mirándome, lo mío (y no me encuentro). Resistiré.
sábado, 23 de mayo de 2015
Palos de Ciego
...¿Qué
es un lector vampiro? Bellow lo explica bien: no es el lector que lee para
matar el rato o para divertirse, ni siquiera para hacerse sabio; todo eso es
estupendo, pero el lector vampiro no lee para nada de eso: lee para sobrevivir.
De hecho, podría incluso decirse que, propiamente, el lector vampiro no lee
libros: los apalea, los acuchilla, les arranca las entrañas, les chupa la
sangre, les roba el alma; no quiere leer los libros: quiere ser los libros, que
los libros leídos pasen a formar parte, como dice Bellow, "de la propia
sustancia". Esta atroz carnicería suele ser un espectáculo aterrador, y
por eso el lector vampiro procura llevarla a cabo sin testigos, como si se
tratara del acto más íntimo de su vida íntima; y por eso, también, el lector
vampiro suele ser un mal reseñista de libros - está demasiado absorto devorando
las vísceras del libro para opinar sobre él -, pero no necesariamente un mal
crítico, aunque, como el libro ha pasado a ser sangre de su sangre, casi
siempre sea muy difícil distinguir si lo que dice lo dice del libro o lo dice
de sí mismo... Javier Cercas. (Palos de Ciego)
G
está tratando de poner en orden su cabeza llena como un bazar de especias en
Estambul. Deja correr lo que siente, mira desde una torre, estos últimos meses
está ansioso, revuelto, revolcándose en la monotonía de su vida, tratando de
saber que hay debajo de la alfombra que cubre la realidad del suelo que pisa.
Baila, zapatea, salta, levanta los brazos, da volatines, cae sobre ese oscuro
suelo y se levanta, tantas veces como cae, se levanta. Busca un agujero en la
pared que le lleve a otro lado, ahora sabe que hay otro lado. Entra en un
territorio oscuro y una bestia de incertidumbre le muerde con saña. Le avisan
que hombres armados han sido vistos a la altura de la avenida. No huye. No se
enfrenta. Muere en un paredón disparándose a sí mismo.
viernes, 22 de mayo de 2015
Esbozo del verano próximo.
....Hijos
míos, el hombre es ya como uno de nosotros: conoce ya el bien y el mal desde
que ha gustado el fruto prohibido; pero solo puede vanagloriarse del mal ganado
y el bien perdido: mucho más feliz hubiera sido si le hubiera bastado conocer
el bien por sí mismo, y de ningún modo, el mal. (Milton J. El paraíso perdido.)
En estos últimos meses G se altera, está alterado y escribe, ciego, tanteando el espacio, está buscando, aún está buscando, con su candil escruta en la oscuridad de tantos días, lleva una linterna en la frente y se introduce en sus propias simas, en las profundidades de sus deseos, en la exploración sistemática de sus cuevas más allá de lo consciente. Imagina, sensible, herido de amor, convaleciente, se debate en su sí pero no, se escuda detrás de una catarata y mojado escribe y sueña, escribe con los ojos de su cabeza escrutando los signos porque sabe que jamás, jamás, será lo que era. Todo eso le tiene intranquilo, inseguro, con ansiedad, pero no tanto como para perderse en este esbozo del verano próximo. Suben las temperaturas, hay bochorno y G muere en el río, debajo del puente en el que, desnudo, se refugiaba de los rumores y de la incomprensión.
jueves, 21 de mayo de 2015
La sonrisa del ignoto marinero.
...Y por tanto decimos Revolución, decimos
Libertad, Igualdad, Democracia, llenamos con estas palabras hojas, gacetas,
libros, lápidas, pandectas, constituciones, nosotros, que esos valores los
tenemos conquistados y poseídos ya, aunque los hayamos visto también destruidos
o amenazados por el Tirano o por el Emperador, por Austria o por el Borbón. Y
los demás, que nunca han alcanzado los derechos más sagrados y elementales, las
tierras y el pan, la salud y el amor, la paz, la alegría y la instrucción, ésos,
digo, y son la mayoría, ¿por qué deben entender esas palabras a nuestro modo?
Ah, llegará el tiempo en que por sí solos conquistarán esos valores y entonces
los llamarán con palabras nuevas, verdaderas para ellos y forzosas también para
nosotros, verdaderas porque los hombres estarán enteramente llenados por las
cosas.
Vincenzo Consolo.-. La sonrisa del ignoto marinero.”
Vincenzo Consolo.-. La sonrisa del ignoto marinero.”
G ahora está aquí pero no está, no está nunca porque cuando parece que está no
está, porque alguien le mira desde fuera y es él mismo y sabe y no sabe y él
dirige la función y actúa como otro siendo él sin saberlo o sabiéndolo y vivir
así es algo tan, tan complicado. Envidia a esos amigos que le hablan de cosas
sencillas, que sonríen abiertamente, que son tan felices subiendo al Pagasarri por las
mañanas, paseando descalzos por la playa de su ocio. El televisor con
programas amarillos deja un ruido de fondo que no le da seguridad, nada es como
debe ser. Pasa las páginas de un libro en blanco, no acaba de encontrar las
respuestas y las preguntas se agolpan en la puerta, la golpean, escucha sus pezuñas
arañando la pintura, sus dientes mordiendo la madera, tiene miedo que acaben
entrando en su mente, que la arrasen y esta vez Orfidal y Prozac no será
suficiente. Ahí llegan ya. Muere devorado por su propia inseguridad, a
mordiscos, se come a sí mismo.
miércoles, 20 de mayo de 2015
Un matrimonio infeliz.
Estoy casado con Silvia desde hace diez años.
Nuestro hijo Jon es mi alegría.
Tengo una relación con Julia. Cuando dejamos a los niños en el autobús vamos a su casa y nos amamos con una pasión que desconocía, jamás había amado así, esos pechos me esclavizan. Esta mujer ha cambiado mi vida...aunque quizás sea sólo sexo.
Después voy al trabajo, no tengo horario, además la situación en mi empresa es dura, dicen que los suecos despedirán a la mitad de la plantilla.
Estoy atravesando un complicado momento, me siento confundido, perdido, nervioso. Con Silvia apenas hablo, está esquiva, no quiere hablar conmigo, parece que no le importase mi situación profesional. Ella ha ascendido de categoría en su despacho y viaja más que antes. Nuestra relación es tensa, aunque estoy seguro que no sabe nada de mi otra vida.
Hoy, lunes, es un día especial en mi vida, lo marcaré en rojo en el calendario.
A la mañana, después de amarnos, Julia me ha dicho que quiere que vivamos juntos, que quiere vender su piso y que nos vayamos a otra ciudad, con nuestros hijos. Me ha dejado descolocado, nunca habíamos hablado de esto. Le he dado largas, he dicho que lo pensaremos juntos. Y hemos vuelto a amarnos. Dios, qué pechos tiene.
Cuando he llegado al trabajo me ha citado el director en su despacho. Los nuevos propietarios quieren hacer una reducción de personal y mi perfil no entra en sus planes. Tengo un periodo de tres meses para buscar otro empleo. No esperaba estar entre los escogidos. Con mi edad, con mi experiencia, algo haré.
Al volver a casa, Silvia estaba esperándome. “Me voy”- ha dicho-, no soporto más. Ya no te quiero y es absurdo que continuemos juntos. Juan me da todo lo que tú no sabes darme. Eres insensible, frío, parece que vivo con un autómata. Y no te preocupes por el dinero, llegaremos a un acuerdo, mi abogado te llamará esta misma tarde”. Desde la puerta se ha girado y mirándome a los ojos ha dicho, arrastrando las palabras – “Y hoy recojo yo a Jon. Así tendrás más tiempo para estar con esa Julia”. Y se ha ido.
Estoy sentado en la butaca del salón. Miro la televisión sin verla. Mañana empezaré a pensar en todo esto. Ahora me está entrando sueño. Quizás debiera contárselo a Julia. Bueno, hay tiempo, mañana. Dios, qué pechos tiene.
martes, 19 de mayo de 2015
Un matrimonio feliz.
Estoy felizmente casado. Silvia es una magnífica mujer. Ha sido mi única novia. Nuestra relación es igualitaria, llena de amor y complicidad. Estos últimos nueve años han sido los más felices de mi vida.
Nuestro hijo Jon es inteligente, un niño sano que me tiene encandilado. Este curso me encargo de llevarle al colegio y estoy sorprendido de las conversaciones tan adultas que tengo con él. Es un chaval muy despierto para su edad.
He descubierto el curioso mundo de las madres y padres en la parada del autobús, despidiendo a sus hijos, dándoles consejos, demostrando preocupación por sus estudios. Estoy integrado en ese grupo, a veces tomamos un café y charlamos en un bar cercano mientras esperamos el regreso de nuestros niños.
Javier se quedó en el paro después de una regularización en su empresa y decidió con su esposa que él llevaría la casa. Es un padre ejemplar, buen cocinero, hace la colada, plancha. Es un poco reiterativo en sus historias, pero agradable.
Carmen es una madre obsesionada, sólo habla de su hija, lo que ha comido, la ropa que le compra, lo lista que es, lo bien que lleva el curso. Es nerviosa, bastante insoportable.
Julia, en cambio, habla poco de su hijo, sus temas son más amplios, es culta y preocupada por las artes, asidua de los museos y exposiciones, está separada desde hace dos años. Suele quedarse con Jon cuando me retraso. Es atractiva.
Rafa viene de vez en cuando, poco hablador, siempre está fumando, hincha del fútbol, se va con su hija de la mano en cuanto baja del autobús. También está separado, es un hombre serio, triste.
Ángeles es una delicia, sonriente, activa, divertida, siempre dispuesta a hacerte un favor. Es mayor que nosotros, es una mujer guapa. Me gusta.
Aunque hay otras madres y padres en la parada, es con ellos con los que me relaciono asiduamente. Silvia hace bromas sobre mi integración al gremio de padres concienciados.
Estos días están siendo duros, la presión en la oficina es intensa, dicen que nos quiere comprar una multinacional sueca. Los socios están muy alterados.
Un día llegué tarde a la parada. Julia se había quedado con Jon, esperándome. Le di las gracias mientras tomábamos un café y charlábamos; nuestros hijos jugaban ensimismados con los móviles. Descubrí una persona nueva, diferente, muy agradable, me gustó estar con ella ese rato.
Silvia está nerviosa, algo le ocurre, a las noches va a la cama y se duerme inmediatamente, llevamos dos semanas sin sexo, sin hablar más que lo imprescindible.
Mientras esperamos a los chicos ya solo hablo con la interesante Julia. Procuro llegar pronto para estar juntos más tiempo. Hemos intimado bien, nos hacemos mil confidencias.
El martes, mientras volvíamos a casa, los chavales jugando delante, entramos en un portal y nos besamos, como dos adolescentes, riendo, jugando, fue mágico, fue una locura.
Jon se va este fin de semana a la nieve, a esquiar, con otros compañeros del colegio. A mí nunca me ha gustado el frío, además estoy con algo de gripe, me quedo, irá Silvia.
He quedado con Julia, también estará sola. Voy a su casa, me siento nervioso. Me ha descubierto un mundo diferente. Estamos muy ilusionados los dos. Comeremos juntos, después quiere enseñarme sus libros de arte, seguro que también nos enseñaremos el corazón. Y nuestros cuerpos. Estoy ansioso.
Sé que me meto en un camino peligroso, sin regreso. No me importa. La vida. Sólo hay una. Quiero aprovecharla. Además Silvia no se enterará, seguro...
lunes, 18 de mayo de 2015
Alirón, alirón el Athletic campeón.
Érase una vez en un lejano país
al norte de todos los reinos un club de fútbol que era la admiración de sus
habitantes y de los habitantes de países
vecinos.
Alirón, alirón el Athletic campeón.
Resulta que este equipo era un
habitual de las finales de Copa y aquel año también lo fue. Para dar color y
animar a la población un directivo de la banca local, furibundo hincha rojiblanco,
tuvo la brillante idea de alquilar en un zoo de Madrid un león de verdad, el
rey de la selva, una fiera de colmillos y garras para pasearlo por todo Bilbao sobre
una camioneta pintada de rojo y blanco.
Alirón, alirón el Athletic
campeón.
El conductor de la camioneta
era “El Rubio”, hermano de Flor, la del bar de Anselma de Salces. Con valor y
salero, rugiendo bilbainismo, paseó al león por calles y plazas, por avenidas y
callejones, por el Casco Viejo y el Ensanche, por Rekalde y Deusto, por Castaños
y Somera, por Matiko. El directivo de banca estaba encantado, el león no tanto
aunque nadie se lo preguntó, el Rubio conducía, el bicho rugía y las gentes se
enardecían.
Pero conductor y animal tenía necesidades
básicas, una de ellas comer. El Rubio lo hacía en su casa pero antes alimentaba al
animal con pollos y otras delicias que
metía entre los barrotes de la jaula, el león las devoraba primero y dormitaba
después sobre el camión aparcado en plena calle ante la atónita mirada de los
niños del barrio. (En la foto dos deliciosas niñas que, al menos una de ellas, cuando
sepa que su padre ha puesto en circulación esta foto montará en cólera. Aviso).
A todo esto: alirón, alirón el
Athletic campeón.
Pasaron los días y humano,
bestia y camioneta siguieron su periplo bilbaíno entre los aplausos de los
viandantes, los guardias de circulación, los niños, los curas, las señoras, las
monjas de no clausura, los dependientes de ultramarinos, los empleados de banca,
todas las profesiones cantaban y gritaban.
Alirón, alirón el Athletic
campeón.
Llegó el día de la final, todos
atentos a la radio, el Rubio conducía, la camioneta chirriaba en las curvas, el
león estaba aburrido de tanta vuelta y el directivo, en la puerta del banco, se
alegraba de las largas filas de nuevos clientes entrando al establecimiento
para dejar sus menguados ahorros.
El Athletic iba ganando.
Pero he aquí que a las 5 y 25
de la tarde comenzó a llover y al pasar por la Gran Vía la camioneta derrapó,
la jaula cayó y se rompió, el león escapó y, hambriento, se comió al directivo
de banca que estaba justo ahí, después escapó y algunos lo vieron a la altura
de Pesetita.
No se ha sabido nada más de él (del león digo), algunos dicen que
vive entre nosotros, disfrazado (foto de abajo)
El Atletic, como no, ganó la Copa
Alirón, alirón el Athletic
campeón.
Nota: no sé si sucedió
exactamente así. Me lo contó Alfonso.
Quizás deberíamos preparar una cena o similar para que lo cuente con más
detenimiento.
Recuerdos insumisos.
Es un mundo
que vive y muere en cada momento. No existe prueba definitiva de existencia ni
en el pasado ni en el futuro y solo es real el instante presente que uno puede
tocar con sus propias manos y ver con sus propios ojos. Semejante concepción
del mundo es exclusiva del budismo del Mahayan; la realidad solo existe en el
presente, no existiendo ni el pasado ni el futuro. ( El Templo del Alba. Mishima)
La noche
traspasa los músculos del zahorí y aunque han pasado los años de la garza del
estanque la veo ahí, posada en la línea del blanco hombro del ayer.
Los
recuerdos se han declarado en insumisión. He ido y no he vuelto. Como las
alborotadoras ranas en la República (Dominicana) croan entre mis uñas y me
sumergen en involuntarios sueños ocasionales, en abortados intentos de llamadas
que estrangulo mientras el futuro me sube por la espalda y muerde mi cuello con
rabia. Estos viajes de la nostalgia me descontrolan, me alteran, tanto que
ahora que lo/me leo crece una tijera de podar en cada uno de mis ojos mientras
Henri Salvador asiente en su jardín d´hiver.
Fuera hay
una llovizna de desconocidos, golpea en esta ventana que parpadea, se me está
inundando el cuarto de tristeza.
Hay veces
que me inquieta enseñar el culo en lo que escrib o/iré.
domingo, 17 de mayo de 2015
Trujamán.
Aquí
descansa el cuerpo,
su alma no:
transeúnte del aire
sigue en vilo.
(José Mª Parreño)
su alma no:
transeúnte del aire
sigue en vilo.
(José Mª Parreño)
Sé que tú que lees comprendes estas cosas que escribo.
También tú caminaste un día hacia donde empieza el arco iris, te vestiste de ti mismo y la vida empezó, sin tú saberlo, entonces, cuando creías que volvías, ya, cuando no esperabas sino sol, silencio, agua tibia y soledades.
Traduzco emociones que nos duelen.
Lo malo de subir es que la caída – siempre te caes, siempre- retoma al que dejaste, al que no eras, te rompe las piernas, te destroza, te deja inválido, inútil, arrastrándote en tu propio desierto, desamparado...
Me faltan palabras –y tiempo- para seguir llorando.
Sé
que (lo, te, me) entiendes.
sábado, 16 de mayo de 2015
Punto.
1. m. Señal de dimensiones pequeñas que por contraste de color o de relieve es perceptible en una superficie.
2. Signo ortográfico (.) con que se indica el fin del sentido gramatical y lógico de un periodo o de una sola oración:
después de punto siempre se escribe mayúscula.
3. Signo ortográfico que se pone sobre la i y la j, y con el que se forma la diéresis (ü).
4. geom. Lugar de una recta, superficie o espacio al que se puede asignar una posición pero que no posee dimensiones:
una secante corta a la circunferencia en dos puntos.
5. Cada una de las puntadas que en las obras de costura se van dando para hacer una labor sobre la tela.
6. Cada una de las diversas maneras de trabar y enlazar entre sí los hilos que forman ciertas telas y tejidos:
punto de cruz.
7. Tipo de tejido que se hace al enlazar con un tipo especial de agujas o por otros sistemas, hilos de lana o algodón:
bufanda de punto.
8. Rotura que se produce en un tejido al soltarse los nudos o lazadas que lo forman:
se te ha hecho un punto en la media al engancharte con la silla.
9. Puntada con que se unen los bordes de un corte o herida:
le dieron cuatro puntos de sutura.
10. mat. Signo que se utiliza para indicar la multiplicación.
11. Unidad con que se computan los tantos obtenidos en un juego o competición, o con que se mide el valor de algo:
ha obtenido siete puntos sobre diez en el examen.
12. Valor que tiene una carta de la baraja o cada una de las caras de un dado:
el as vale diez puntos.
13. Parte por la que sale la tinta en una pluma de escribir.
14. Dolor agudo y de corta duración.
15. Grado de intensidad en una escala:
la tensión ha alcanzado un punto en el que cualquier incidente puede desencadenar una guerra.
16. Sitio, lugar:
recorrieron distintos puntos de la costa.
17. Cosa muy corta, parte mínima de una cosa:
punto de sal.
18. Instante, porción pequeña de tiempo:
llegados a este punto, damos por concluida la sesión.
19. Cada uno de los asuntos o aspectos de que trata algo:
pasemos al siguiente punto del orden del día.
20. Estado perfecto que llega a tomar algo que se elabora al fuego, y p. ext., cualquier otra cosa:
el pan ya está a punto.
21. Temperatura necesaria para que se produzcan determinados fenómenos físicos:
punto de ebullición.
22. Medida longitudinal, duodécima parte de la línea.
23. Hecho o dicho que resulta acertado o favorable:
fue un punto tu idea de invitar a tu hermano a la fiesta.
24. col. Borrachera leve.
25. dos puntos Signo ortográfico (:) que introduce una explicación o enumeración.
26. mat. Signo que se utiliza para indicar la división.
27. punto cardinal Cada uno de los cuatro que dividen el horizonte en otras tantas partes iguales.
28. punto crítico Momento muy difícil:
la marcha de la empresa atraviesa un punto crítico.
29. punto de vista Forma de enfocar cualquier tema:
hay tantos puntos de vista como personas en esta habitación.
30. punto final El que acaba un escrito o una división importante del texto.
31. punto muerto Posición de la caja de cambios de un vehículo en la que no está engranada ninguna marcha.
32. Situación en la que por cualquier motivo no se puede seguir adelante:
las negociaciones han llegado a un punto muerto.
33. punto negro Lugar especialmente peligroso o conflictivo, generalmente referido al tráfico.
34. punto neurálgico Aspecto delicado o de gran importancia:
el punto neurálgico de la negociación son las subidas salariales.
35. puntos suspensivos Signo ortográfico (...) que denota que se ha dejado incompleto el sentido de una oración o cláusula.
36. punto y aparte El que se pone cuando termina el párrafo y el texto continúa en otro renglón.
37. punto y coma Signo ortográfico (;) con que se indica pausa mayor que en la coma y menor que con el punto y seguido.
38. punto y seguido El que se pone cuando termina un periodo y el texto continúa inmediatamente después del punto en el mismo renglón.
39. a punto loc. adj. y adv. Listo, preparado:
el coche ya está a punto para comenzar el viaje. También, en momento oportuno.
40. a punto de loc. prep. Se utiliza para expresar que queda poco para realizar una acción:
estaba a punto de salir de casa cuando sonó el teléfono.
41. a punto de caramelo loc. adj. Preparado o dispuesto para algún fin:
tengo el proyecto a punto de caramelo, solo queda darle los últimos retoques.
42. al punto loc. adv. Rápidamente:
salieron al punto en cuanto se enteraron de la noticia.
43. en punto loc. adv. De forma exacta:
el tren llegó en punto.
44. en su punto loc. adv. [Cosa] en su mayor grado de perfección:
la salsa está en su punto.
45. ganar o perder puntos loc. Ganar o perder prestigio:
con este trabajo he ganado puntos ante los jefes.
46. hasta cierto punto loc. adv. En alguna medida, no del todo:
hasta cierto punto, tiene parte de razón.
47. poner los puntos sobre las íes loc. col. Poner en claro una situación o la forma de hacer algo.
48. punto por punto loc. adv. Con detalle:
repasó la lista de la compra punto por punto.
2. Signo ortográfico (.) con que se indica el fin del sentido gramatical y lógico de un periodo o de una sola oración:
después de punto siempre se escribe mayúscula.
3. Signo ortográfico que se pone sobre la i y la j, y con el que se forma la diéresis (ü).
4. geom. Lugar de una recta, superficie o espacio al que se puede asignar una posición pero que no posee dimensiones:
una secante corta a la circunferencia en dos puntos.
5. Cada una de las puntadas que en las obras de costura se van dando para hacer una labor sobre la tela.
6. Cada una de las diversas maneras de trabar y enlazar entre sí los hilos que forman ciertas telas y tejidos:
punto de cruz.
7. Tipo de tejido que se hace al enlazar con un tipo especial de agujas o por otros sistemas, hilos de lana o algodón:
bufanda de punto.
8. Rotura que se produce en un tejido al soltarse los nudos o lazadas que lo forman:
se te ha hecho un punto en la media al engancharte con la silla.
9. Puntada con que se unen los bordes de un corte o herida:
le dieron cuatro puntos de sutura.
10. mat. Signo que se utiliza para indicar la multiplicación.
11. Unidad con que se computan los tantos obtenidos en un juego o competición, o con que se mide el valor de algo:
ha obtenido siete puntos sobre diez en el examen.
12. Valor que tiene una carta de la baraja o cada una de las caras de un dado:
el as vale diez puntos.
13. Parte por la que sale la tinta en una pluma de escribir.
14. Dolor agudo y de corta duración.
15. Grado de intensidad en una escala:
la tensión ha alcanzado un punto en el que cualquier incidente puede desencadenar una guerra.
16. Sitio, lugar:
recorrieron distintos puntos de la costa.
17. Cosa muy corta, parte mínima de una cosa:
punto de sal.
18. Instante, porción pequeña de tiempo:
llegados a este punto, damos por concluida la sesión.
19. Cada uno de los asuntos o aspectos de que trata algo:
pasemos al siguiente punto del orden del día.
20. Estado perfecto que llega a tomar algo que se elabora al fuego, y p. ext., cualquier otra cosa:
el pan ya está a punto.
21. Temperatura necesaria para que se produzcan determinados fenómenos físicos:
punto de ebullición.
22. Medida longitudinal, duodécima parte de la línea.
23. Hecho o dicho que resulta acertado o favorable:
fue un punto tu idea de invitar a tu hermano a la fiesta.
24. col. Borrachera leve.
25. dos puntos Signo ortográfico (:) que introduce una explicación o enumeración.
26. mat. Signo que se utiliza para indicar la división.
27. punto cardinal Cada uno de los cuatro que dividen el horizonte en otras tantas partes iguales.
28. punto crítico Momento muy difícil:
la marcha de la empresa atraviesa un punto crítico.
29. punto de vista Forma de enfocar cualquier tema:
hay tantos puntos de vista como personas en esta habitación.
30. punto final El que acaba un escrito o una división importante del texto.
31. punto muerto Posición de la caja de cambios de un vehículo en la que no está engranada ninguna marcha.
32. Situación en la que por cualquier motivo no se puede seguir adelante:
las negociaciones han llegado a un punto muerto.
33. punto negro Lugar especialmente peligroso o conflictivo, generalmente referido al tráfico.
34. punto neurálgico Aspecto delicado o de gran importancia:
el punto neurálgico de la negociación son las subidas salariales.
35. puntos suspensivos Signo ortográfico (...) que denota que se ha dejado incompleto el sentido de una oración o cláusula.
36. punto y aparte El que se pone cuando termina el párrafo y el texto continúa en otro renglón.
37. punto y coma Signo ortográfico (;) con que se indica pausa mayor que en la coma y menor que con el punto y seguido.
38. punto y seguido El que se pone cuando termina un periodo y el texto continúa inmediatamente después del punto en el mismo renglón.
39. a punto loc. adj. y adv. Listo, preparado:
el coche ya está a punto para comenzar el viaje. También, en momento oportuno.
40. a punto de loc. prep. Se utiliza para expresar que queda poco para realizar una acción:
estaba a punto de salir de casa cuando sonó el teléfono.
41. a punto de caramelo loc. adj. Preparado o dispuesto para algún fin:
tengo el proyecto a punto de caramelo, solo queda darle los últimos retoques.
42. al punto loc. adv. Rápidamente:
salieron al punto en cuanto se enteraron de la noticia.
43. en punto loc. adv. De forma exacta:
el tren llegó en punto.
44. en su punto loc. adv. [Cosa] en su mayor grado de perfección:
la salsa está en su punto.
45. ganar o perder puntos loc. Ganar o perder prestigio:
con este trabajo he ganado puntos ante los jefes.
46. hasta cierto punto loc. adv. En alguna medida, no del todo:
hasta cierto punto, tiene parte de razón.
47. poner los puntos sobre las íes loc. col. Poner en claro una situación o la forma de hacer algo.
48. punto por punto loc. adv. Con detalle:
repasó la lista de la compra punto por punto.
Punto
El punto es tensión en sí mismo. Es la unidad mínima de la forma. Es abstracto y a la vez es expresado materialmente con una figura circular, pequeña (estereotipo) o con cualquier otra forma que simule su situación.
Puede significar silencio.
Interactúa con otros semejantes y también con la línea y con el plano.
Punto
viernes, 15 de mayo de 2015
El gobernador no prohibía los carnavales.
Ya
no eres el dueño anónimo del mundo, aquel sobre el cual la historia no tenía
poder (...) tienes miedo y esperas. (Un hombre que duerme – Georges Perec)
El gobernador no prohibía los carnavales y
en febrero volvíamos disfrazados, no sé, de quién no éramos, de cantante
resfriado o de pirómano, de Keith Moon, de pordiosero, de recaudador de
impuestos, de vigilante de papeleras.
Nos
dormíamos por las esquinas sin viento pero interpretábamos aquel sopor como un
enigma. Con Vinicius queríamos que todo aquello fuera infinito mientras durase.
Llegó
marzo y la letra maldita se me quedó en la punta de la lengua y no, ya no las
sutiles posturas de pupilas, el milagro de los cuerpos poéticos y decirlo bien,
deslizar el pulgar por su humana geografía hasta detenernos en el luminoso
punto en el que la vida se convertía en la vida.
Nadie
contó desde entonces los días de soledad, abril con hambre de rimar ladridos,
mayo con el golpeteo de las contraventanas que ocultaban la luna y la
esperanza. A nadie le importaba.
Después
llegaron los generales y el subir y bajar del telón de la libertad. Se cerraron
las fronteras al tráfico y al tránsito, se prohibieron los disfraces, todos
éramos quién debíamos ser, pintaron el aire de gris, murieron los girasoles y
en la garganta nos quedó el agrio sabor de no haber podido ser otros, ajenos al
paso marcial, sin cambiar comas ni puntos aparte, encarrilados.
jueves, 14 de mayo de 2015
Zanzíbar
Me he pasado el día
junto al faro tratando de terminar el capítulo de hoy.
He escrito y escrito.
No me gustaba, nada.
Al volver a la
habitación, sobre la cama, con una tijera de las uñas he cortado en finas
tiras, uno tras otro, los papeles de los apuntes y los he dejado volar con el
viento de poniente.
Ahora, sentado en la
puerta de la pensión me bebo el crepúsculo que ha llegado tan pronto.
No quiero pensar en la
vuelta, la tortuosa carretera de Nungwi a Zanzíbar.
Eso será mañana.
Esta es la noche con
Liz, la hija del doctor Emerson.
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- Un matrimonio feliz.
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