La huida de los intrusos.
Se ha roto el idilio entre el hipopótamo y los erizos, el aleteo de los murciélagos nos deja un regusto de leche cortada, de súbitos amaneceres, de entrecortados jadeos en la cuesta arriba. Es inútil que psiquiatras alterados busquen al intruso que se coló en el laberinto de soledad. Se ha ido, desapareció por una puerta enmarañada. Si, no, blanco, negro, sexo, I, O, encendido, apagado.
Notifico que hoy he vuelto a trabajar y tengo la esperanza desarbolada. O no, yo qué sé. Quizás no sepa transmitir mis emociones amargas, mis frascos de júbilo, mi colección de mariposas de papel, aquella mirada de Mirada. Quizás la virtud de adivinar está aún adormecida o no es posible ejercer de espectador de caleidoscopios ajenos. En cualquier caso a nadie le importará y un arquitecto de fragmentos prepara las normas para el siguiente edicto. Será pronto.
Tengas ustedes en cuenta que esta divertida tarea de juntar palabras es un ejercicio de amor. Chin, chin, boise seche. Este paseo desde la gruta con pinturas de nadadores hasta los aledaños de una prisión de panteras es un truco de magia. Krik, krak. El lanzador de cuchillos se entrena con estrépito. Shuiuzt, shuiuzt. Tengan cuidado con los cambios climáticos de finales de agosto. Y con la nieve
Entre la maraña de punto.com nos buscaremos, entre la interminable sucesión de letras, voces, silencios, imágenes, sílabas, puntos. Y comas. Pronto olores. ¡Qué delirio! Tengamos confianza, nos encontraremos en el paisaje nuestro de cada día. El destino duerme en un anaquel del pozo de
Vuelvo sobre el escenario. Sin pudor. Salto al laberinto y clavo mensajes, números en cada esquina. No se pierdan, no se escuden en la venda, no se fíen de las premoniciones, no estén tan seguros del desenlace. Sean ustedes mismos. Mantengan la, esa inquietud. Y
Levanto una maquinaria de hojarasca difusa, una sinuosa estampa de armonía, una telaraña en
On. La televisión recoge catástrofes, incendios, guerras, barbarie. Off.
On. En mis altavoces vibra una música de Cassandra Wilson. Off.
On. En mi corazón se extiende un puzzle de un millón de piezas. Off.
On. Me resulta difícil borrar nada y un hilo resiste entre los hilos cortados, se tensa, vibra con sonidos amorosos. Off.
Descubro una mujer desnuda en mi cama y las cortinas se abren al amor de
Vuelvo a leer lo que he escrito en esta mañana y me siento como un caníbal melancólico, como un equilibrista de la peripecia, como un pulcro mentiroso ejerciendo su oficio. Pero deben saber que el bosque de tantas manos agitándose desde las estaciones, desde los aeropuertos, desde el borde de los caminos, me distraían. Las he cortado, todas. O estoy en ello.
Y esto, o parte, o algo, es lo que yo quería: escribir/me.
El personaje ha muerto, queda la persona.
Pasen y vean, aquí está mi corazón.