Caminando.
Muchos
días esta hoja en blanco se me llena de orangutanes, como una llamarada de
verdades a medias caminan por el linde de lo inverosímil y la pesadumbre, se
transforman en peces al mediodía, en un extremo de funerales y belleza, la
despedida antes del polvo y los deberes de indulgencia y glaciares, ruidos en
la inteligencia, en las miradas, en el hálito de vivir, lo contrario de una
fábula, de un crimen, niños con ojos limpios y sabores de fresa, ritos de
colores para que continúe un verano ilimitado en una playa eterna con agua muy
fría, pinos y eucaliptos en la subida al Faro, los tejados mojados y aquel que fui,
ese hombre barbado que sonríe en unas fotografías que he encontrado por azar al
ordenar un armario, lástima de años apilados en nostalgia y distancia, he
olvidado nombres y rencores, mi pensamiento es un jardín menos lúcido, antes
que el pecho se me llene de ruidos y las piernas de torpeza seguiré caminado
ahora por calles, al extremo de mi ciudad, al lado de la Ría, por los itinerarios que solía, aunque me
duela una rodilla y la pereza me muerda las ganas. Caminando.
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