Amber Hakim

viernes, 6 de septiembre de 2019

Cervantes






Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra


Miguel de Cervantes por Juan de Jáuregui
Cervantes tiene sesenta y seis años cuando se autorretrata. Sólo le quedan tres años de vida, pero serán de gran fecundidad artística, pues todavía publicará Ocho comedias y ocho entremeses, el Viaje al Parnaso y, sobre todo, la prodigiosa segunda parte del Quijote (y póstumamente verán la luz los extraños e inalcanzables Trabajos de Persiles y Segismunda, obra en la que había depositado sus mayores esperanzas literarias). He aquí el autorretrato; lo transcribo entero porque no tiene falta ni desperdicio:
Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande, ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies; éste digo que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje del Parnaso, a imitación del de César Caporal Perusino, y otras obras que andan por ahí descarriadas y, quizá, sin el nombre de su dueño. Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlo Quinto, de felice memoria.
¿Por qué, nos preguntamos, es tan entrañable, cálida, eficaz esta prosa? Hay reposo en ella, sosiego, una resignación tranquila y sabia: como si dijera “los años pasan, hermano, qué le vamos a hacer”; hay aceptación, pero no hay el menor rastro de amargura o rebeldía, sino conformidad con las cosas. La literatura de Cervantes, como la de Saramago, es literatura de viejo, arte de vejez, tan raro y preciado.
Impresiona, desde luego, el asunto de los dientes, su detallada descripción. “Vale más un diente que un diamante”, decía un refrán de la época. Es parte señalada del estilo de Cervantes que hable de esto, y no de otras cosas, esta materialidad. Porque, claro, tu estilo está determinado, en cierta medida, por lo que dices y lo que callas (como tu personalidad se define por aquello en que te fijas, lo que llama tu atención). Cervantes no dice si usaba lentes o “gafas” para leer. ¿Podemos de allí dar por hecho que no las usaba? Un punto curioso es la facilidad con que declara eso de “a imitación de César Caporal Perusino”. ¿Te imaginas un novelista actual diciendo “escribí esta novela a imitación de las de William Harrison Faulkner”? No, imposible, uno se sentiría deshonrado si alguien se lo dijera. También Cellini se sentía orgulloso de lo que imitaba o copiaba. ¿Qué podemos pensar de esta franqueza? Una conclusión es ésta: la originalidad no es condición necesaria para la producción de gran arte. Y otra conclusión podría ser: la originalidad es una categoría artística prescindible, que, a veces, desencamina la apreciación y la producción artística. Pero esta última conclusión, así formulada, es dudosa. De seguro, aquí hay algo en que pensar.
Ahora, observa esto: el autorretrato parece fácil, fácil de leer, fácil de hacer. Pero esta facilidad, como la de Mozart, es engañosa. Parte del talento es hacer aparecer fácil lo difícil. Pero a ver, prueba tú tus fuerzas y traza, en unas cuantas líneas, tu autorretrato: “Éste que veis aquí, de rostro…” ¿Qué vas a decir?
Fácil no es, pero no te dejes vencer. Observa que el autorretrato es, por decirlo así, doble: 1) Cervantes se describe a sí mismo y, 2) se describe a su modo, con su estilo, y de este modo muestra quién es (porque el estilo revela también cómo es el artista).
Hugo Hiriart
Autorretratos verbales: Cervantes
El arte de perdurarEditorial : Almadia
Retrato: Juan de Jáuregui
Miguel de Cervantes y Saavedra

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