32.2.23
Como Georg Baselitz voy a dejar cabeza abajo las
contradicciones, colgaré mis palabras en un lugar impenetrable. Es decir
contaré todo de tal forma que quién lea deba apoyar sus manos en el suelo y
efectuar un escorzo gimnástico de pino puente para leer, ver, traducir,
entender que ese hombre representado por sus palabras pintadas de proscrita
belleza, al revés, sigue siendo un hombre por mucho que cueste entender por qué
demonios no escribe como todos (los otros).
Precisamente por eso.
La provocación de un posible estímulo está en ese
“eso”.
Al cabo de varias lecturas en esa incómoda, acrobática
postura quizás alguien tome conciencia de que lo que está al revés es el resto,
lo otro, lo normal (¿?), es cuestión de tiempo.
Lo malo es que tiempo es lo que no nos sobra.
Dinero tampoco.
Voy a dar un giro a lo que es y nadie entiende para
que no entendiendo se entienda, no sé sí…vale, hoop.
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