jueves, 17 de diciembre de 2020

14.3

 


Esa mujer vive en un mirador insatisfecho, con macetas de geranios retorcidos, sin selva, quiá, con un paisaje de Almería en la retina selectiva con sus off y on, con limitadores de frecuencia, con una palabra en alemán debajo de un molar.

Ese hombre estuvo ciego, vivía en las sombras, se golpeaba continuamente con las estalactitas excéntricas, allí donde solo llegó un pastor extraviado.

Un día encontró una puerta cerrada, la abrió y detrás estaban los helechos y las golondrinas, el puente Rialto, la lectura del Paralipomenón, lo omitido.

Hasta aquí puedo escribir.  

“Vale, hasta otro día.”


6 comments :

eli mendez dijo...

Y que bendición abrir algunas puertas que nos llevan hacia lo que nunca nos atrevimos, a lo desconocido, a la felicidad que ni pensábamos que existía.. Un texto precioso..
saludos Pedro!!!

Lua dijo...

Hay que arriesgarse abriendo puertas
saludos

Pedro M. Martínez dijo...

eli mendez esa figura de “abrir una puerta” es muy efectiva para escribirla, en la realidad (¿existe lo real?) es más complicado. Creo que lo decía el maestro Octavio Paz, abres una puerta de una habitación que a su vez está llena de puertas, abres una que te lleva a otra habitación también llena de puertas y así sucesivamente. Al final no sabes no de dónde has salido ni dónde estás. Sé bastante de habitaciones oscuras, de puertas, de silencios, lo que no sé es dónde demonios estoy. Eo.

Pedro M. Martínez dijo...

Lua muy cierto, la mejor manera de no perder una batalla es no empezándola. De la guerra ni hablamos. Pero. Ay. Bua. Quiá. Una vez abrí una puerta y dentro de la habitación había alguien, estaba oscuro y apenas podía distinguir quién era. Dije “hola”. Silencio. Como los silencios me incomodan empecé a contarle mi vida a aquel quién fuera, no sé, fue un impulso. La persona aquella (sí, era una persona), hacía ruidos, onomatopeyas, gruñidos no, algo así como “aha” y al de un rato, “aha”. Al de hora y media iba yo ya por mi adolescencia, “recuerdo una vez que…” y la persona aquella habló, “ya, ha pasado el tiempo, son 60 Euros”. Pagué y me fui. Si lo llego a saber no entro. Saludos

María dijo...

La vida es un caminar lleno de sorpresas.

Te deseo una Feliz Navidad y Prospero Año Nuevo.

Besos.

Pedro M. Martínez dijo...

María, es cierto, incluso aunque no camines demasiado también está llena de sorpresas.
Feliz Navidad y Prospero Año Nuevo.
Besos prosperando.

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