Perdí la apuesta.
Nada.
Posiblemente
tampoco tengo de qué.
Es este clima, tan frío, llueve y llueve.
Está
el estímulo interno, el externo, lo que ocurre, lo que no, malos tiempos para
la imaginación.
Bueno,
puedo contar lo de la apuesta, lo del
velero medio oculto entre la bruma de la Ría, el musgo en las escaleras de
piedra, el bar Noruega lleno
de marineros, la cerveza entre los estibadores del muelle, el humo, los gritos,
las partidas de cartas, las copas de orujo sobre el mostrador, el frío fuera,
nuestra sola presencia allí era un desafío, ella a mi lado, con sus botas
altas, sin ropa bajo el abrigo de pieles, yo susurrándole mi deseo al oído, la
nariz sumergida en su melena cobriza, las miradas turbias de alrededor, los
hombres acercándose, remoloneando, blasfemias, miradas retadoras, frases
obscenas, cuando se acercó demasiado aquel matón de taberna nos fuimos,
volvimos al hotel, las risas, la noche amorosa abrigándonos.
Ella ganó la apuesta pero no me apetece contar ahora en qué consistía esa
ganancia.
Quizás
mañana.
4 comments :
A ver qué pasa mañana, porque me has dejado con la intriga.
Besos húmedos de lluvia.
Y para qué la llevaste a Olabeaga??
Moony-A media luz debe ser que he visto muchas películas alemanas de Hamburgo y tal. Entrar del brazo de una mujer bella en un bar de marinos toscos, pendencieros, agresivos. Un desafío. Mucho más si esa bella mujer no lleva ropa debajo de un ostentoso abrigo de pieles. Una ofensa a los machos del mar. Una prueba de hasta qué punto se puede llevar el límite del deseo. Una locura. Etcétera.
Estoy seguro que tú no conociste ese bar Noruega en Olaveaga, antes de convertirse esa zona en un paseo para caminantes bilbaínos.
Moony-A media luz como te puedes imaginar, en lo que escribo escojo personajes malotes porque yo soy un coitao.
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