Nadie se dio cuenta.
“Si
todos los hombres fueran amigos, no habría necesidad de la justicia (Aristóteles,
siglo IV)
Griterío
de los sedientos, llanto por los recuerdos evaporados, lamentable hociquear en
los posos, los charcos hediondos, los desagües atascados, lo sucio, lo triste,
aquello que no. Aljibe desecado de amor.
Ojos
antes limpios y ahora con las legañas del desencanto, tragaluz bloqueado con
rencor, penumbra, uñas pardas chirriando en los espejos agrietados, un ladrón
repulsivo defeca sobre los legajos amarillos.
Magia
ausente, cuchicheo de viejos en las esquinas con viento, plumaje de aves de
rapiña cayendo como nieve negra, intemperie de emociones, vaivén que marea,
vómito sobre el oleaje de calendarios.
Rabia
retenida en los cauces cegados, las ortigas ahogan las flores, barro esparcido
sobre las baldosas del patio que ayer brillaban, columpio de sensaciones
contrapuestas, tentación de dar fuego a las cosechas.
El
rostro ajado del destino toca flautas de caña ante la barrera, postes de odio
que delimitan una frontera eterna. Trazando comportamientos hostiles, cabalga
con el fracaso y la incomprensión en la grupa.
Masacre
de la inocencia, el caballista disfrazado con su capa roja se acerca a paso
lento a la sombría ceremonia del macho cabrío, escupe monedas falsas, después
junto con los otros sacrifica al puerco y se baña en su sangre.
Hace
años se rozaron sus almas al pasar.
Nadie se dio cuenta.
Ni ellos.
Nadie se dio cuenta.
Ni ellos.
2 comments :
Y sin embargo, nos envuelves en la belleza de tus palabras.
Muchas gracias, cristal00k, a veces escribo para saber que escribo. Y sí.
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