Parker y la arquitectura.
Es curioso esto de la
arquitectura del aire, Parker hace cálculos y cree que levanta puentes. Por
alguna causa, cimientos, vientos, malos cuentos o algún segmento mal acotado,
el paisaje se llena de tapias Parker con resorte y no hay quién vea las otras huertas, ni el
horizonte, ni a la vecina tomando el sol desnuda, ni nada de nada.
Está también lo de las zarzas.
Parker se vuelve a contar los
dedos, da vuelta a los malignos planos y
lo de arriba está ahora al oeste, ha pintado de amarillo la viga maestra y hay
pájaros en los balcones, en el del norte y en los dos del sur. Es el momento
exacto para cambiar de profesión y volver al principio. Lástima que apenas recuerde
donde empezaba la historia, solo de vez en cuando intuye quién fue.
Por supuesto el pasado ya no
sirve porque está lo del zumbido.
Y eso sí que no, así no hay
quién escriba con coherencia.
Qué rabia.
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