En el convento.
…Es decir, el
convento, la lluvia, el viejo monje alucinado, así quería empezar un cuento, un
texto, escribir en esta esquina llena de miradas amables en exceso, que me
malacostumbran, que luego recibo un esbozo de crítica y afilo los cuchillos,
que se me altera la vena de la frente, que estas historias de páginas
volanderas crean una interesante y nueva forma de comunicación, virtual,
virtuosa, en algunos no tanto, en algunas con sublimaciones varias, en otros
con trasposición de hoy por ti mañana por mí, en otras convirtiendo un sapo en
el príncipe azul que les desliza onduladas frases por la espalda, en escritores
variados que dejan aquí, en sus muros, tanta sensibilidad que a veces hay que
leer con cuidado para no cortarse los dedos del alma, hay que leer dos veces
para cerciorarse de tanta sabiduría, madre mía, que planto flores en la
cerradura de sus puertas para no equivocarme, para volver a esos rincones, que
pongo cirios a los lados que iluminen estos pasadizos oscuros, tantos, ay, tantos,
que es fácil perderse, laberinto que nos lleva a ningún lado, porque los días
pasan y vean, esto es lo que nos quita tiempo para tocar el brazo real de los
de al lado, para holgar con A, con B, con C, o con ABC, a la vez, que cada uno
es muy libre, siempre que el otro también lo sea, por ejemplo, que uno le
escribe a S pero el que lee es L (y D, E, F, G, H, I, J, etcétera) y uno sabe
quién es (era) S pero no sabe si lee, en cambio sabe que H lee pero no sabe
quién es (señor, señora, guacamayo, gato sabio, interventor de aduanas o
equilibrista china), en principio uno no sabe nada, uno sólo escribe, escribe
solo y ese tiempo solitario es el que no dedica a correr por las riberas, a ver
películas de arte y ensayo, a jugar al mús, al parchís, al escondite, a
escuchar a Paolo Conte, a leer libros de Pascal Quignard, a hacer el amor
debajo de los puentes de la emoción, eso en lo referente a uno, pero en lo que
me concierne, hay una parte de uno que me llena de curiosidad, y es cómo tantas
personas (o la misma muchas veces) dedican un tiempo a entrar en esta esquina
con pretensiones literarias que se queda en una conjunción de colores, fotos y
esfuerzo de este que firma (a vuestra disposición), pero eso, que puedo seguir
hasta mañana divagando aunque –ya ves- estoy preocupado por mi falta de
imaginación, que no sé como continuar ese texto del convento, de la lluvia y
del monje, además ¿a quién le importa una historia así? mañana escribo algo de
piel y suspiros. Empezar a quitaros ropa que viene el calor, besos a todas/todos.
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