Desmemoria.
No
sé qué sentido tiene esta colección de palabras, sonido de un grillo que se
desliza por la blanca camisa de seda que en la percha espera la fiesta,
convencimiento de que S es igual a M tanto como a G y que todo el alfabeto es
la misma letra, silueta de la mujer que acaricia lánguidamente a su gato, la
mirada crítica del que sabe, la frase amable del que ha leído otra cosa con sus
gafas sin graduar, silencio de los camaradas de página, poetas subiendo una
escalera mecánica con una rosa en una mano y un humeante vaso de leche en la
otra, geishas que envían sus fotografías, desnudas, sin cabeza, alzheimer,
desmemoria, olvido de nombres, plazas, estremecimientos, la alfombra sobre la
que nos amábamos, temor al extranjero, al diferente, evocación del 2.003, cáliz
en el altar roto por el terremoto, exorcistas atentos en el punto de salida,
fórmula que se está agotando en este océano donde todo está por decir y sin
embargo, búsqueda en los cajones de la memoria para atrapar estorninos al
vuelo, saber que el eclipse alteró mi percepción y ya nada es como era, días
luminosos, noches inundadas de luna, cobijo en el vientre de un animal que
salta por las estancias con candelabros sobre las mesas engalanadas y olor a
resina, poemas colgados de las paredes, poetas cabeza abajo, yoga de la voz,
escribo por mí y para ti, solo para ti, suelto palomas de versos al aire
detenido del comienzo de semana.
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