Un blog es un blog
Un
blog es un blog, aunque esté desenfocado. Este Glup 2.0 todavía intenta ser un blog. De
hecho no se le puede pedir más. Está empapado de colores, música, letras, ojos
que miran. Vale, le falta olor, aún así. Las imágenes se comen el texto y el
concepto, lo sé. Los textos ajenos se apelotonan y se superponen y se mezclan y
apartan y disturban, distraen. Llevo tiempo intentándolo, ni sé los días. Se
trata de un clic. Pero no sólo. Hay un lenguaje, uno se asoma a la azotea de la
bitácora, aparta a los pájaros y ve un panorama; eso si no es de noche, o hay
niebla, o el que se asoma es ciego. Hay un estilo, está feo que lo diga, está
feo hablar de lo que hace uno, sin embargo en un blog se habla de lo que hace –
y de lo que no hace- uno, a veces de lo que hace uno con una, o sea dos, o sea,
uno doble, o sea voces en el desierto, nada. Se me han caído las hojas,
amarillas, mustias, me pongo la piel de otro, los ojos de otro e intento no
resbalar por las escaleras que bajan al cansancio, al olvido. Son estos días
invisibles mientras llega lo que no llega. Aquí sentados, esperando, nos. Mala
cosa esta de escribir sobre el continente en vez de llenarlo de contenidos, de
vaciarme de amores, o rencores, o aniversarios como frágiles velas flotando
sobre los nenúfares en la oscura charca de la noche. Un blog es un blog, aunque esté
desenfocado. Este Glup 2.0 todavía intenta ser un blog.
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