¿Se lee?
El texto que dejo aquí cada día
es mucho más que lo que se lee (1).
Quizás ustedes no se han fijado
pero también está escrito por el revés, por la parte de atrás de lo que se ve
(2), es decir por lo que no se ve.
No solo eso, también descubre el
misterio diario de estar vivos, encerrados entre lo que somos y lo que
parecemos, no digamos lo que queremos ser (3), la dualidad de contar lo que
ocurre cuando no ocurre e imaginar lo que ocurrió y lo hemos reconvertido en un
recuerdo cómodo, favorable, amable, éramos así, ocurrió de esta forma
aprovechando que nadie puede llevarnos la contraria (4).
Los textos que comparto tan a
menudo son un antídoto, para ustedes y para mí. Es curioso que, al
oficializarla, les protege de la rutina. Al menos tanto como que, a la vez, me
inmuniza contra la tendencia al inmovilismo, a dejar que la mente se paralice,
se adormezca, quede mecida en ayeres olvidando el presente.
En el enredo del blog con textos,
fotografías, música y colores (5) lo mejor está en el misterio de saber quién
somos (6), dónde vamos, de dónde venimos. En esta esquina jamás lo averiguaremos,
pero aquí estamos, navegando en el oscuro río que nos lleva de sus fronteras
(7) a la mía, de lo íntimo a lo público, de la distancia entre los ojos y el
corazón, del oído al sentimiento, de la intuición a la certeza de saber que no
hay más (8) de lo que hay.
Ya que estamos, entre nosotros,
el texto es un pretexto, da igual lo que diga, lo que cuente, su presunta
calidad, su nadería, su longitud o lo breve, que hable de amor o haya un vacío
de frases sin sentido. Importa que esté, que se repita, vigilar la constancia,
aventurar su cese, comprobar que algo, esta aventura de reiterar que nos leemos
(9), tiene vigencia, aún.
De la curiosidad al cariño hay
apenas tres pasos. Los damos, lo sé. Llegan los comentarios, los correos
personales como presentes magníficos, privilegio de recibirlos, tiempo,
criterio, respeto, sabiduría y, sobre todo, amistad. Por mi parte el afecto es
una garantía, a los que hablan y a los que no, sin conoceros, sin posibilidad
de negarme a ello, con egoísmo, sin condiciones. Estoy rendido, muchas gracias.
El texto que dejo aquí cada día
es mucho más que lo que se lee (10).
4 comments :
Hace unos años celebré mi cumpleaños bloguero con una reflexión parecida: Un placer haber pasado otro año en tan buena compañía. No me conocéis, no os conozco y el que estemos aquí juntos me parece un accidente maravilloso.
Saludos
Jajaja ¡¡ Que siiiii!! pero ..¡¡ Mira que eres incrédulo!! jajaja Naturalmente que te leemos e incluso estoy segurísima que muchísimos más de los que te comentamos… Y aunque sólo fuéramos los que te comentamos, que sepas que somos los mejores( lo digo por BEAU: ) Y sí, también sé que seguramente en tu caso, igual que otros tienen que hacer su entrenamiento diario, batiendo records consigo mismos, tú escribes, te retas a ti mismo, necesitas sorprenderte, no vale cualquier cosa, todo tiene que tener un sentido, aunque sólo sea para ti y en medio de todo, tu cerebro hace tablas de abdominales y lo debes tener cuadrado como un armario a la vista de lo que te sale auí jajaja Y también...¡¡Preciosa esta música!! Sakamoto es otro como tú, nunca se conformó, siempre inventando… su nueva melodía de cada día. Gracias! un beso grande!
Beauséant, hay accidentes con malos resultados, hay choques dolorosos, hay años que se hacen eternos, quizás la ventaja de estos blogs en el aire es que no nos conocemos. O sí, yo qué sé. Saludos.
María, hay un dicho antiguo que dice que “el que no llora no mama”. Qué cosas se decían antes ¿Verdad? Solían tener razón. Como aquello de “el que a buen árbol se arrima buena sombra le cobija”. Así muchos más, sabiduría popular. Ahora mismo se me están ocurriendo maldades, creo que he dormido mal, palabras que saldrían como un tranvía verde (aquí tenemos tranvías verdes aunque a veces los adornan con tanta publicidad que no se ve quién va dentro, a veces me he visto dentro estando yo fuera, cosas del transporte urbano). Maria, Marííííííííá, que sería de este blog sin ti, un erial, un páramo, ni imaginarlo quiero. Muchísimas gracias. Un beso (o dos que ya puestos)
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