Paisaje de vuelta
Paul Hill, Legs over High Tor, 1975
Pasar del yo al paisaje tiene el riesgo de perderse en la nieve, huellas aparte.
Pero no, se lo dijo, todo, desde el principio.
En aquella habitación fue sincero, en caricias, en palabras, en su desnudez.
No sabía lo de las sospechas, lo de las precauciones, lo elemental.
Una llamada en la puerta.
—Abre, sé que estáis ahí.
En ese momento Parker sabe que el paisaje ha vuelto al yo.
7 comments :
Siempre es un placer adentrarse en los paisajes líricos de tu blog y reencontrarse con Parker. Espero que, como es habitual, salga indemne del embrollo. Un cordial saludo, Pedro.
El pobre Parker quería volar y alguien andaba tirando de la cometa para volverla a tierra...
Lo que es una mirada precipitada, Pedro, sin que dé tiempo a que se concrete en un pensamiento racional... Veía (ahora ya no) unas piernas de Lolita emergiendo de entre los cojines de un sofá estampado en cretona gris, apuntando a la dorsal del antepecho de un palco de la Ópera Real de Estocolmo, como si se tratara del pródromo de la secuencia de fornicio de una nebulosa película de Ingmar Bergman entrevista en mi adolescencia. Iba de energía copulatoria condensada en unas piernas femeninas que se tensaban y apalancaban contra el murete de la platea.
En una segunda mirada ya creí ver a una peregrina sentada en un peñasco que volaba sobre la carretera Oñati-Monasterio de Arantzazu, posiblemente para ir a admirar el retablo de Lucio Muñoz. Pero leo el pie de foto de 1975 y todo se aclara.
Saludo afectuoso, Pedro.
No creas, nadie, el pobre Parker no suele salir indemne de sus historias, muy al contrario siempre está atribulado, apenado, apurado, atormentado o me lo parece. Suerte que no tiene nada que ver con mi vida ordenada, con mis rutinas, con el orden y el concierto de mis actos. O puede ser, ahora que lo pienso, que mezclo una cosa con otra y al final me lío. La cuestión es que intento darle poesía a la cosa y sale así. Muchas gracias por venir. Saludos.
Beauséant, la historia está en que le han pillao con el carrito del helao. Andaba el chaval sincerándose, desnudándose (ese pequeño detalle) y la realidad ha llamado a su puerta. Le han descubierto (¿doble vida, infidelidad, que se ha comprado un perro, que sigue bebiendo, el secreto?). Y ahí empezará el post de mañana. Saludos.
Werther dejas tantos conceptos que no sé por dónde empezar. Empiezo por mi propio Bergman.
1.) El cine Zurbaran (hoy reconvertido en iglesia de barrio, ya ves) tenía una especie de palco a los dos lados de la cabina de proyección. La entrada ahí costaba más que la butaca de patio por lo que solían estar vacíos. Como justo detrás estaba la pared de la dichosa cabina nadie te veía desde atrás. Ni sé a cuántas películas asistí desde tan estratégico lugar. Decir que las vi es un tanto exagerado porque MC y yo éramos muy jóvenes y nos dedicábamos a mutuas exploraciones sin que, tampoco hay que exagerar, llegase a qué te voy a contar. Seguimos siendo amigos y ella no lo recuerda. Suele pasar.
2.) Andaba con sus ovejas el bueno de Rodrigo de Balzategi y se le apareció la Virgen (María, por concretar) sobre un espino. El pastor, acostumbrado a que las vírgenes guipuzcoanas se apareciesen de otra manera, menos discreta, generalmente sobre zarzas ardiendo (a falta de olivos o higueras), le preguntó asombrado: «Arantzan zu?» (¿Tú, en un espino?). Y ahí empezó todo, como era norma, virgen que se parecía monasterio que se levantaba. Dejo un ratito la historia (bah, unos siglos de nada) y me voy a mediados del siglo pasado. Ahí se juntaron unos chavales que empezaban, aficionados (Jorge Oteiza, Eduardo Chillida, Xabier Egaña, Néstor Basterretxea, Sáenz de Oiza como arquitecto, Lucio Muñoz hizo un retablo también), (alguno me dejo) y levantaron una maravilla que si con esto no crees en el más allá no sé cómo se puede creer en el más acá.
3) pues eso, entre las temblorosas piernas de MC en el palco (y las mías), las piernas colgando de un dron sobre el monasterio (ahí se casó mi tía la mayor que curiosamente se casó la última de mis tías, excepto mi tía ML que se quedó soltera) y un servidor que agradece mucho su comentario se va a terminar el domingo y tengo todavía mucha tarea de no hacer nada. Saludos.
En Arántzazu estuvimos este otoño pasado... Y llegar al templo penumbroso y ver el muro de Lucio Muñoz fue una sacudida que ríete tú del costalazo de Pablo de Tarso cuando le iluminó el destello (aquel). Ahora caigo en que Lucio se compadece bien con "luz". Y sí, camarada, el soplo del arte que recorre la gran nave solo lo puede entender quien ame la reciedumbre vasca (como servidor de usía) y que en los recortes de acero cortén de Chillida vea algo más que ferralla ocurrente. Por cierto: durante estos temporales he ido hasta los "cubos de la memoria" de Ibarrola y casi me arrebata una ola traicionera.
Hablaremos del arte, compañero. Otro día. Salud (y R., a poder ser).
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