Robert Rauschenberg
Noman’s Place, Photo by Robert Rauschenberg, 1955
Navegué la geografía de su cuerpo entre el todo y la nada.
A su lado temblaba, me excitaba asustado como un adolescente disfrazado, temía que el placer se convirtiera en una pieza del engranaje de la vida, temía la posterior prisión de la añoranza.
Como un mendigo ciego palpé sus cicatrices, pretendía encontrar en ellas el principio, el secreto, el estigma, la causa.
Experto en tormentas, sabía del naufragio aún antes de embarcarme, del traidor iceberg de lo imposible, de las mareas vivas, del remolino de la muerte.
La daga del No entró por mi costado.
De la herida del amor brotaron peces rojos, anémonas de sangre, cangrejos locos, barracudas con ojos de odio.
Sobreviviente de otros mares, de huracanes de celos, luché en la resaca, se sumergió mi cuerpo, asomé la cabeza, nadé sin fuerzas, me hundí sin remedio, me ahogué.
Pongo palabras allí donde no vivo.
4 comments :
Las cicatrices rara vez explican nada, cuentan una historia, sí, pero es más las historia de quien las contempla.
Algo parecido puede decirse de las palabras...
¿Saco mi yate y voy a rescatarte? 😉
Espero que estés bien y que simplemente sea algo que has escrito.
Besos.
Beauséant, es así, sí señor, nada importa excepto la mirada del Otro. El Yo ha muerto (¡Viva el Yo!), (¡Viva yo!). Nada importa lo que haga uno, importa lo que ve otro. ¿Las palabras? Bah, mejor todos mudos o mancos o cómo se llamaba el científico aquel que escribía con sus parpadeos. Mira, parpadear, veo, no veo, cerrar los ojos, no veo, abrirlos, no veo. Un blog es un espectáculo de soledades (¡Vivan los blogs!), (¡Viva mi blog Glup!)
Laura, disculpa, te he leído tarde. He vuelto nadando. No sabes cómo te agradezco tus deseos sobre mi estabilidad física, emocional y literaria, que puedan ser creíbles mis pobres escritos me llena de alegría. Muchas gracias.
Cómo disfrutamos con estos juegos de blogs para arriba y para abajo.
Besos.
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