martes, 19 de mayo de 2020

Indolencia


Minneapolis Fire. 1962 by Irwin B. Klein


Qué contraste, tanta actividad para las madrigueras y los ciervos y tanta indolencia para afrontar la verdad del sol entrando en  los bosques, el saludo de los peregrinos, el casi olvidado aroma de su espalda. Impuntualidad en la misa de doce, el amante intranquilo detrás del armario, las manos atadas con una cinta de terciopelo rojo, pequeñas maldades para excitar el escalofrío. Ella se negaba el orgasmo. Nadie lo sabía hasta que lo contó el bajito, son los peores, hay estudios sobre ello, no sé si están firmados. La cuestión es que una vez que se supo ella me acusó, me quitó la llave, borró los poemas y está lo del eczema, no sabes cómo se me puso la cara, que con esto de la pandemia los médicos están a lo que están y nada. Pues eso, que así no salgo de casa, qué horror,  ni siquiera en mi franja horaria de ancianos. Se me están quedando las piernas…

       


4 comments :

Ilduara dijo...

Hay secretos entre dos que de ese modo han de ir a la tumba. No todo es público como la misa de doce. Entretanto la vida transcurre entre la falta púdica de orgasmos.

Hasta para pasear hay castas.

Un beso.

Tracy dijo...

No merece la pena salir con el trasiego que hay que liar.

Pedro M. Martínez dijo...

Ilduara, es que limitarte los orgasmos por pudor es tener mucho pudor. Lo guardaremos en secreto.
Y sí, hay castas hasta en los paseos 8por eso me voy al monte, solo)
Besos.

Pedro M. Martínez dijo...

tracy, depende de cada uno. A mí no me parece tan complicado, sentido común. El problema es si tú lo tienes y los otros no.

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