La peste en Manchuria
The Plague hits Manchuria on this cover of the Petit Journal c.1911
Es posible que tras el confinamiento, el miedo
a la enfermedad, a desaparecer, se alivie, o no tanto, con el día después,
hoy. Saldremos a las calles. Quizás en
poco tiempo se nos olviden estos días encerrados, los muertos, los enfermos, el
sufrimiento de tantos. Espero que no se me olvide lo básico, el sentido de la
vida es saber que nos morimos. Por eso desde aquí hasta entonces mis días
estarán llenos de sol, aunque llueva sin parar.
8 comments :
Esa es la verdadera enseñanza de estos días, poner ante nuestros ojos lo que ya sabíamos.
Seguramente nos adaptaremos a otra nueva forma de vivir. Convertiremos este estado de confinamiento en historia y quizás lleguemos a saber la verdad sobre las bajas demográficas. Tal vez convirtamos en normal meses de confinamiento. Los pobres cada vez vivirán peor y nos acostumbraremos a necesitar menos cosas.
Las manifestaciones, como modo de protesta, quedan abolidas.
Un beso.
Tracy No creas que lo saben demasiadas personas. Hay mucha gente que cree que esto (vivir) es para siempre. Siempre se mueren los otros. Pobrecitos.
Tenemos en general tan poca memoria...
¿aprenderemos algo?
Me gusta esa filosofía de vida, aunque llueva sin parar.
Un abrazo.
Ilduara Hoy domingo, salgo a pasear alrededor de mi casa. Aparente normalidad, saludos a dos metros. Sonrisas. Nada nuevo, al que le toca le toca y los demás a seguir. Nos adaptaremos, claro, y muchos no sabrán que todo ha cambiado. Un beso.
Laura, la memoria de los peces, la suficiente para pasar la mañana, todo comienza en la educación, muchos aprenderemos algo, otros no saben que hay vida más allá de su nariz (ni quieren saberlo).
He aprendido bastantes cosas en este encierro, que hay mucha buena gente, que hay mucho dolor en el mundo y aunque sonará trivial y poco serio que la barba del confinamiento me da aspecto de vagabundo.
Tampoco es cosa de hacer ahora un tratado filosófico pero sí de agradecer tu comentario.
Besos
Y para eso, aún tiene que llover... y a cántaros que cantaba Pablo Guerrero.
Pero, por esas sorpresas que nos regala la vida (hablo de las buenas...) vale la pena que nos siga amaneciendo.
Besos desde lo alto del cerro o de un séptimo con ascensor.
LA ZARZAMORA en esta vida hay que ser agradecido, cada mañana madrugo, me miro al espejo y cuando me reconozco doy gracias, no sé a quién pero soy consciente de lo que tengo (me refiero a salud y amor –dinero es lo que me falta pero puedo bajar a comprar pan incluso ponerle mortadela en medio –del pan, bocadillo se llama). También estoy ojo avizor porque la felicidad a veces se apaga en un segundo. Filosofía de primero. Besos de categoría.
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