Boxeador noqueado
George Wesley Bellows
Hablar por hablar sin espacio
para la reflexión, para la idea, solo imágenes circunvalando el yo como único
eje, más rápido, más alto, más fuerte, la mano borrando los dibujos amarillos
de la pared, los anteriores, caminando
por las mañanas, Artxanda como obligación y aquí estamos, a veces gin-tonic por
las tardes, la habitación iluminada con pequeñas bombillas de árbol de navidad
enredadas en gatos que se mueven de un lado a otro, que arañan a los invitados
pánfilos que intentan acariciarlos, la lluvia arrastrando hojas secas y rastros
de domingos aburridos con huellas de discusiones frente a la ventana de no ser
o sí o esto es lo que hay, hoy, lunes con palabras diminutas formando nada y
monsergas, Bilbao, mi ciudad como límite de lo que sé, de todo lo que ignoro,
un collage de recuerdos, desamores y música de los 60, diálogos de chats
erróneos, amigos detrás de un cristal de distancia y mentira y creer lo que no
vemos, eso debe ser la fe, poemas sobre la belleza de no entender pero
sentirlos tan hondo que se ve el hueso del euro, narraciones para comer, agua,
gas en esta era digital con faltas de ortografía hasta en el pensamiento, somos
tan honrados como todos, la misma mierda, una marea
de mierda, de mentiras, de falta de arrestos para colgar a esta jauría por las
patas, cabeza abajo, como escarmiento, no sabe usted con quién está hablando,
les voy a meter un puro que se van a enterar, amenazas cuarteleras, de cabo
chusquero, resabios de vencedores de guerras aún no olvidadas, ensayo de la
pobreza, no pueden aguantar que seamos iguales, ellos son más, tiene más,
merecen más, saben más, hablan diferente, roban con bendiciones de los
benditos, solo hay ahora, Paul McCarney tiene setenta y siete años, Julio
Cortázar nació en 1914, no sé qué edad tienen los artistas novísimos, no
conozco los nombres de nadie, he olvidado hasta el mío, Olga volvió a mi cabeza
después de quince o veinte minutos de ejercicios mentales, eso debe ser la
decrepitud del cerebro, el olvido, la cara de Javier esperando la limosna de un
regreso, mi cara aterida de frío en una esquina del mundo y ella no venía, no
vino, sigo en otra esquina y la verdad está disfrazada de rutina y miedo, lo
cotidiano vestido de rojo y soledad y quién me mandará a mí esta columna diaria
que soporta una voz que no dice nada, zzzzh, crunnk, grrrr, lo gutural, plamm,
onomatopeyas para llenar el modernismo, la divergencia, un juego cruel en el
que siempre pierdo y nadie entiende aunque nadie sea ese perro diminuto tumbado
a mi lado en una cama de sábanas húmedas en el cuarto con una ventana abierta
al mar y a las dudas de intentar paisajes y gentes nuevas, ¿estará el amor
escondido en el camino?, à bout de soufflé, esto no da para más, todo va demasiado rápido, lo moderno no
existe, todo es viejo en el mismo momento de nacer, violencia en la imposición
de los políticos, mentiras en el altar, obscenidad de la moralidad, desengaño
en los escaparates, no sé nada, debo mantenerle los más lejos posible con el brazo izquierdo, intentar cazarle
la mandíbula con el puño derecho, moverme a su alrededor, girar, evitar el
cuerpo a cuerpo, ya, pero cómo, ha vuelto a darme, otra vez, me pesan las
piernas, el alma, es demasiado para mí, girar, girar, moverme rápido, la
izquierda, agacharme, cómo gritan, ay, ya amanece.
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