jueves, 7 de mayo de 2020

Edith Wharton



A veces he pensado que la naturaleza de una mujer es como una casa enorme llena de habitaciones: está el vestíbulo, donde uno recibe a las visitas formales; la sala de estar, donde los miembros de la familia entran y salen; pero más allá, mucho más allá existen otras habitaciones cuyas puertas nunca se abren; nadie conoce el camino hasta ellas y en la habitación más íntima, el alma se sienta a solas y espera oír unos pasos que nunca llegan.


4 comments :

Tracy dijo...

Me encantan estas palabras que has sacado de los Cuentos completos de Wharton, pero con perdón para ella más que una casa enorme , creo es un castillo con ala este y ala oeste.
Besitos.

Pedro M. Martínez dijo...

Tracy, estoy de acuerdo, incluso en ese castillo a veces hay fantasmas

LA ZARZAMORA dijo...

Y es que hay puertas que es mejor ni abrir... y alas que hay que pillar al vuelo, de pretender volar con ellas... y luego ya, cada cual...
;)

Beso al aire, vasco de mis entretelas.

Pedro M. Martínez dijo...

LA ZARZAMORA recuerdo una habitación sin pestillo, ahí, al albur de que entrase cualquiera (al otro lado estaba una sala de espera bastante transitada por cierto, esperaban muchos). En la parte de acá, la de dentro, donde estaba/mos, el amor era una fiesta a veces, una batalla otras, pura pasión siempre. No poníamos ni el típico “no molestar” o “privado”. Solo entro una persona, una vez, pero estábamos vestidos. En las entretelas he dado besos majestuosos., como este.

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