Raparse
Entonces
no lo entendí, luego supe que se rapó la cabeza como un símbolo, un
desafío a la pasión de cangrejos en sus muslos, un paso más allá del cabrilleo
de las luces del amanecer en el pinar, una escalera de caracol al ático de su
adolescencia.
Ramos
de minutisas para arrojar en el brocal del desconsuelo, un gato calicó afincado
en su regazo, marca de jabón en el portal, palabras carcomidas para no decir,
bordar con letras negras un poema de cenizas.
Muchas
veces no entiendo qué quieres decir.
Es
una procesión de emociones insomnes, la necesidad resucitada de recorrer
historias no cerradas, una llave que encontré en un cruce de caminos, oscurecer
de un tiempo en el que no había madrugada.
Ah,
eso.
Pues
sí. O no.
Vale...
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