Somos
Philip Jones Griffiths, Liverpool
Aquí, muchos días, mucho corazón, nada es comparable al esplendor de lo que
vendrá, al intento, el perfil de la búsqueda, la cuchilla que corte los
músculos de la desilusión y la apatía, la música por encima del rugido de
fieras embriagadas, del crac de vidrios frágiles rompiéndose en infames mañanas
de aburrimiento, en crepusculares miradas a la cicatriz, aún, con el rencor que
no se oxida, con las escaleras por las que descienden los suicidas, con las
flores que dejo en las ventanas, marchitas violetas, rosas de sal, amarillas
mimosas que tanto gustaban a mis abuelas, el aceite que vierto como ofrenda en
altares de dioses traicioneros, el dedo índice que señala mensajes y criaturas,
la edad de la angustia, la temperatura del alma, el miedo a que el canto de
alondras en el jardín no sea suficiente para llenar la inquietud de cada día
(amén), humo de leña verde, mojada, asfixiante necesidad del decir, hogueras
donde se quema la poesía de las horas, espontánea palabrería para explicar que
no, que sí, que somos, no importa qué, somos/ debería estar escarmentado, pero no.
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