jueves, 31 de octubre de 2019

A veces me sorprendo



Esto es antiguo, de cuando ya no era, de aquel tiempo de incertidumbre, de no saber si brotaban flores del cerezo, si los comensales se percataban del ahogo y la confusión, de las raíces buscando hondura y de las esquirlas de un amor roto.

Pero de todo ello hace ya una vida, sobre la mesa hay un plato amarillo, sobre la cama una huella de otro cuerpo, no aquel que corría desnudo por una playa mediterránea, no el que temblaba en el abrazo, no el que esperaba en el camino de regreso, justo en la encrucijada del viento, no.

Mi cuerpo tampoco es el que corría a su lado, bailando el agua y la espuma, no lo es, ya no. Intento poemas y he perdido las palabras y el sonido de la fuente, la intensidad del color de hierro, la piel herida por la ausencia.  

Me he cortado un dedo, no es esto.

Seguiré con el intento.



"No escribo lo que pienso sino que escribo para saber lo que pienso" esto dice  Flannery O'Connor. En mi caso escribo para saber lo que siento. A veces me sorprendo.

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Bilbao, Euskadi
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