Emérito
Vista del patio de la Piña, de los Museos Vaticanos.
92 años cumplió en abril el Papa emérito, aquel que se fue por no enfrentarse a ¿?, un error, no abrió las puertas, di, cuéntanos, ¿a qué no te atreviste? Papa, ora pro nobis, cuéntanos las cuevas y los cisnes negros que dormitan en la sala de los animales, en los pantanos romanos, los favores bajo la mesa y las misas, nada nuevo, el limbo existe solo en nuestra ignorancia, no peques que ya peco por ti, total si son dos días y el infierno está lleno de ángeles, virgo potens, grabados antiguos con escenas nuevas, una vez entré al museo Pío Clementino por la puerta equivocada, la del sur, la del patio de la Piña, vi una magnífica colección de mosaicos y esculturas de animales domésticos y salvajes, águilas que cazan liebres, jabalís, perros blancos, salamandras, tortugas ciegas, el mito de Mitra que mata a un toro para con su sangre fecundar al Universo, busqué el torso del Belvedere y me equivoqué de puerta, no solo aquella vez, muchas veces me he equivocado de puerta, incluso de la de salida y me he quedado dentro, dentro de una ballena de obsesiones oscuras, dentro del miedo a los dioses, dentro de mi imposibilidad de dejar lo conocido y preguntar si más allá también está la nada, esto que no es, esto, dominus vobiscum, el Papa se fue, temeroso del diablo, amén.
Torso de Belvedere, pieza neoática (siglo I a. C.); en la inscripción del pedestal se lee Hecho por Apolonio, hijo de Néstor, ateniense.
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