Henri Senders
Una vez más intento definir si
la emoción siete te corresponde en exclusiva o si la he inventado, si el
estremecimiento diez es por tu cercanía o por mi imaginación. Es posible que
mezcle unas cosas y otras, es posible que esté perdiendo la proporcionalidad,
el sentido del ritmo, la cordura.
Lo temo.
Es lo que tiene escribir para
nadie, nunca me ubico en un solo territorio, vago por páramos y colinas, subo y
bajo, me pierdo en retórica y hablo desde el balcón sobre ninguna plaza. Otras
veces me compro todos los ejemplares del periódico para que parezca qué, para
no cerrarlo, para distraer las cifras reales de venta.
Lo reconozco.
En cualquier caso, bajo una
manta, disfrazado de náufrago o de mártir de la fe, con bigotes pintados con un
corcho quemado o con la cara lavada, insisto en el error de contarte,
Ruth, lo que a todos cuento.
Porque te quiero y no puedo
evitarlo.
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