Deportes de aquí
Mataniari
Desde
ayer, ni exhausto ni sin palabras, aun me quedan, la gracia es cómo
combinarlas, como hacer atractiva su sucesión, conseguir coherencia,
significado, intríngulis, digo más, atractivo, interesar, encantar, subyugar al
que lee.
Un blog, este, no es el lugar para ello.
La literatura va por otro lado.
Esto es un juego, un divertimento, un intento, un disfraz, un subterfugio, un quiero y no puedo, una mano de pintura blanca sobre la nada, un ego subido a una silla declamando en el desierto con un ombligo enroscado en la cabeza como un turbante o un cefalópodo, algo así.
No sé hacer más (ni menos).
Pues eso, este es un blog san Pablo que se cayó del caballo, que pretendía ser literario y que descubrió que para eso hacen falta otras virtudes (además de las de cada uno).
Aquí andamos, trampeando las semanas, con estos trabajos espontáneos, naturales, quizás no se necesite más (siempre que sean sinceros, claro. Los míos puedo jurar que lo son) y hacen falta menos Cortázar y más MLE. No sé, no lo tengo claro, es un lío esto de salir al ruedo a cuerpo limpio (y suerte que por aquí no vienen muchos banderilleros, ni picadores).
Pero nunca hacer el Tancredo.
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