Lágrimas
El tiempo y la
distancia me hurtaron un Bilbao que ya no existe.
En vano lo busco
por sus calles transparentes.
Desde aquí, tan
lejos, dejo vagar un dedo por el plano que me traje en este viaje que no termina.
Imagino que camino por la alameda Mazarredo con árboles amarillos y Roberto sentado en el borde adolescente de saber que era diferente –nadie recuerda su exilio en Yeu-
La Gran Vía que recorríamos arriba y abajo, Goyo a mi lado –su viuda es
orgullosa y distante-
Señalo con el índice el Arenal, Iñaki era alto y sonreía bobaliconamente a las
chicas que en agosto escuchaban la música de la Banda Municipal –nunca tuvo
novia-.
Tomás que descubrió el amor en la Ciudad Jardín - el/su mundo se quebró cuando ella se mudó a Ermua-
Fernando era el más guapo de todos nosotros, quedábamos en la esquina de Castaños para ir a clase –cuando fui al hospital, en la primera visita, se me partió el alma-
Iñaki, uno de mis primeros amigos, confidente en Escolumbe, en Liendo, tantos secretos compartidos. Ni siquiera puedo hablar de él, me duele demasiado.
Alfonso, se rompió por dentro. Ya no me queda dolor, no puedo ni siquiera perfilar lo que supuso su perdida para nosotros, sus amigos de siempre.
Territorio oscuro con tanta pena, muerte, los que se fueron.
Algún día nos iremos todos.
Emborrono paredes con el nombre de los ausentes.
Son tantos que me
están faltando paredes vacías.
Y me sobran lágrimas.
4 comments :
Hay días en que tus imprescindibles palabras diarias tocan -como hoy- alguna fibra íntimamente conmovedora de esas que guardamos. Justo es que te lo diga. Gracias, Pedro.
Después de la tormenta que cayó ayer por aquí, poco claro vuelve a parecer el día después de leer tu texto, precioso en su melancolía, dolorosa melancolía. Un cordial saludo, Pedro,
Don Julio, cada vez que vienes a esta esquina es como si todo (esto) tuviese sentido. Tanto tiempo hablando sin conocernos. Te abrazo agradecido.
nadie, me estoy haciendo precavido. No he querido extenderme porque duele demasiado. Espero que allí donde estén perdonen mi brevedad en elogios.
Al terminar me he dado cuenta que he omitido la ausencia que más me desgarra.
Ser un señor mayor tiene esto, muchos recuerdos, muchas personas que se van.
Ay.
Muchas gracias, un saludo.
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