Alma Thomas
Ya
no tiene ningún sentido esta colección de palabras, sonido de un
grillo que se desliza por la blanca camisa de seda que en la percha espera la
fiesta, convencimiento de que S es igual a M tanto como a G y que todo el
alfabeto es la misma letra, silueta de la mujer que acaricia lánguidamente a su
gato, la mirada crítica del que sabe, la frase amable del que ha leído otra
cosa con sus gafas sin graduar, silencio de los camaradas apoyados en el muro,
poetas subiendo una escalera mecánica con una rosa en una mano y un humeante
vaso de leche en la otra, geishas que envían sus fotografías, desnudas, sin
cabeza, alzheimer, desmemoria, olvido de nombres, plazas, estremecimientos, la
alfombra sobre la que nos amábamos, temor al extranjero, al diferente,
evocación del 2.019 sin mascarillas, cáliz en el altar roto por el terremoto,
exorcistas atentos en el punto de salida, fórmula que se está agotando en este
océano donde todo está por decir y sin embargo, búsqueda en los cajones de la
memoria para atrapar golondrinas al vuelo, saber que el eclipse alteró mi
percepción y ya nada es como era, días luminosos, noches inundadas de luna,
cobijo en el vientre de un animal que salta por las estancias con candelabros
sobre las mesas engalanadas, olor a
resina, poemas colgados de las paredes, poetas cabeza abajo, yoga de la voz,
escribo por mí y para ti, solo para ti, suelto palomas de versos al aire
detenido del comienzo de una semana de octubre.
2 comments :
Dejarse el corazón en el latido de una línea y el alma en cada letra es un ejercicio que muy pocos logran y mi querido Parker, vasco de mis entretelas, a ti no te cuesta nadita, nada, brotas sensaciones sin necesidad de que nadie, ni ellas mismas, te lo pidan...
Y créeme al menos este segundo, que eso es magia, y de la buena, sin necesidad de "trilería"...
Un beso de esos sin ases en la manga.
Mi muy querida ZARZAMORA pues aquí me ves, en esta esquina que se ve muy honrada por tu presencia, por tus palabras. Una vez pensé acuclillarme en la puerta del mercado con un pañuelo extendido frente a mí y un cartel: “escribo, léame”, pero enseguida lo rechacé, con esto de la mascarilla me iba a dar menos vergüenza pero aun así me corté. Leo lo de París y me dan escalofríos por ti (al resto no les conozco, pero también). Cuídate mucho, mucho. Un beso de esos que hace tiempo que no doy.
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