Empecemos por el principio
Ella, lo mutuo y la obstinación en la palabra mujer.
Empecemos por el principio.
Fin.
The end.
Es un juego, uno escribe mujer y otro deja pasar la vista por encima como quién va a buscar caracoles después de la lluvia. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. . Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Etcétera. Hasta que una lee mujer y sabe, lo siente, lo sabe en su sangre, en la aorta, en los nervios entrelazados al músculo, ahí donde los antiguos decían que convergen la emoción y lo desconocido, puede palpar la palabra y su cuerpo, identificarse. Mujer, amaso con torpes manos, con emoción, el barro de no saber pero lo sigo intentando hasta romper la cáscara del que soy.
Van y vienen caravanas cargadas de voces que no entiendo, las desmenuzo y pronuncio mujer y ahora ¿qué?, no se rasga el cielo de casi verano, no vuelve, ella, ni siquiera recuerdo quién es/era ella, ni siquiera recuerdo el contorno de sus caderas. Escribo mis principios y termino en nada. Sé para qué escribo, sin duda para mí, me, conmigo, para mirarme al espejo y reconocer al/el que era, para tocarme la nariz y los pómulos, las cejas, ¿ese soy? Escribir (me) hasta saberlo con certeza, apartar con cuidado el trágico, “lo que de mí queda”, literario pero incierto, porque apenas he empezado a saber de qué va la fiesta aunque sé que en un momento termina, un súbito dolor en el pecho, un Audi 6 en dirección contraria, un tiesto con geranios que cae desde un quinto piso, ya, sí, bueno, pero mientras tanto bailaré el tango hasta que enmudezca el bandoneón y la pandereta o me quede sordo, pareja del aire y este fantasma que da vueltas a mi lado y a veces me abraza.
Lo repito: mujer.
Algo ocurre, transmisión, superstición, comunicación, una sensación de ahogo cuando sé que sube toda la tribu, hechicero incluido, cuando siento que están subiendo gritando y apartando la maleza, todos, con pinturas de guerra y plumas en el pelo. Unos bichos negros van y vienen por mi nuca, me llenan de una mezcla de ansiedad, inquietud, cosquillas y me aflora una risa tonta, que lograr esto, lo del puente, lo del abrazo interpuesto con otra persona en medio, es erótico, mágico, místico, anecdótico, simbólico, paradójico, lindo, tan lindo que me viste de sonrisas amarillas el día y ahí voy, a bebérmelo porque hay nubes, o no, o estar vivo es una obligación de buscar, encima o debajo, arriba, en el subsuelo, donde esté, ¿ves? hay una mujer plantada allí y con mi aquí todo se queda en nada y estamos en este limbo dulce hasta que, otra vez, un cónclave de obispos decida que no hay limbo y nos joda la fiesta.
Todo esto no es una contestación, no contesto, no puedo, no sé, es una constatación de momentos de arrebato, un zas, un viento súbito en el que uno entiende de qué va esto (esto, que alguien sienta un texto) y se queda sin palabras, seco, agostado, para qué hablar/escribir si hay un pájaro posado en alguna parte del pecho, aquí dentro, donde se forman las emociones a veces plácidas, a veces tormentosas, así no se escribe, no se entiende, qué dice, no hay coherencia, qué desparrame de metáforas, qué c. quiere decir, pero a veces llega, debe ser un tema de frecuencia, no de repetir, no, de frecuencia, de cierta intensidad perceptible a partir de un índice sonoro, ese no lo escuchará jamás, aquel no sabe qué es eso, tú lo sabes (no sé si es una pregunta o un afirmación), coño pon un punto de vez en cuando, no, que se me va la idea, durante años solo he tenido una idea (sexo), creo que ahora también la tengo pero he añadido otra (muerte), tan elemental, tan primitivo, cuando bebía podía recitar poemas enteros, larguísimos, un marinero argentino se mosqueó conmigo porque recité un poema de Dávalos y le pareció un sacrilegio ¿viste?, en mis condiciones no podía defenderme a puñetazos y algún amigo le dio una paliza en una rincón oscuro (yo le pegué al día siguiente, por flojo y abusón de mi faceta rapsoda, habrase visto) cuando amaba podía llorar de emoción sobre/junto/entre/bajo la mujer a la que idolatraba tanto como para romperme el alma y el cerebro y el corazón y dejarme llevar por un río melancólico de sensaciones y porqué cuento todo esto, fácil, llevo ni sé los años, cada día, dejando humildes intentos de ceniza y voces secas mezcladas con azafrán por los rincones de esta red de aire y soledad, a veces surge el milagro, vos que entendiste/sentiste, y me alegro, me alegro tanto, aún hay esperanza aunque alguien me diga, esto de hoy lo repetiste, qué listo, qué pavo, pues claro, no se puede dilapidar el agua, que hay sequía, que se mueren de sed las golondrinas, que hay un hombre bajo mi ventana vestido de negro y cantando en un idioma que no conozco, tantas cosas no conozco, ya, pero leo a algunos (pocos) y aunque no entienda, siento, se me vuelve la tráquea terciopelo y acabo de abrir la jaula de las palomas, desactivo la trampa para los jabalíes y que corran los mastines de mis dudas por el cieno, este es un club para muy pocos, un día se apagarán las luces y no quedará ni rastro de quién fuimos, ya ves, este es un agradecimiento, otro más, a lo que me dice esta mujer, a lo que entiendo o a lo que me ayuda o a mi estupidez, me emociono, hostias, me emociono.
2 comments :
Mmmmm ... ¡te juro que no sé lo que he leído! pero se me ha dibujado una sonrisa al terminar..así, como por arte de "tu" magia y es que es verdad que las letras.. incluso las letras, regalan como dices tú, un ¡zas! en el que uno, aunque no entienda de qué va nada, se sienten cosquillas dentro y solo por eso a mi solo me sale decirte, mil gracias! Por cierto, mañana soy yo la que me voy... lejos, a un lugar precioso pero ni siquiera sé si tendré cobertura así que por si no aparezco por aquí, descuida que volveré.. es una amenaza ; ) Un beso!
María, si no has entendido nada pero te ha gustado, perfecto, vamos por buen camino. Que pases una magníficas vacaciones. Un beso.
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