16 de agosto
Cada vez me atrae
más la idea de la poesía como un “no decir”. No la adhesión que suele producir
la palabra que enumera, o cuenta, sino aquella revelacíón que la palabra
aislada, cargada de silencio, puede originar. La palabra sumida, hundida,
inmóvil como un animal estático, que sólo por la respiración sabemos que está
vivo. Una palabra que se niega a seguir la ruta prefijada de la comunicación
para llevarnos a convivir con la oscuridad y el misterio. La palabra poética
tiene ese rostro, que difiere radicalmente de cualquier otro. Los que más me
entusiasman son aquellos poetas que tienden al silencio. Un simple garabato
sobre la página blanca esboza un gesto, es una iniciación reveladora, un trazo
zen, que todo lo sugiere o que todo lo expresa con el silencio.
Hugo Gola
Prosas
Alción Editora, 1° Ed, 2007.
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