Spotify y otras maravillas.
Spotify, que maravilla, un
click y toda la música que me gusta y la que todavía no sé que me gusta.
Mi hija Andrea me paga la
suscripción, que maja.
Tengo abiertas unas cuántas
listas personalizadas, una gozada.
Ni en quinientas vidas podría
escuchar todo lo que allí se almacena.
El placer de escoger
entre el Todo.
Un contraste.
El 26 de mayo de 1967 se
editaba en Londres uno de los discos más importante de la era moderna, 'Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band' de The Beatles. Costaba
una pasta de entonces. Ahorrando de aquí y de allá me lo compré. Ni sé los
cientos de veces que pude escucharlo, no era capaz de elegir qué canción me
gustaba más, me lo aprendí de memoria, acariciaba los bordes de la portada, olía
el vinilo, lo disfruté durante semanas, solo ese disco, sin despreciar los
otros muchos que tenía, mi colección (que, por cierto, conservo). Era un chaval
feliz.
Hoy. No sé qué canción escuchar
ahora. ¿Esta? Click (4 segundos). ¿Esta? Click (5 segundos). ¿Esta?
Click (3 segundos). ¿Esta? Click (1 segundos). ¿Esta? Click (2
segundos).
Spotify, qué maravilla.
2 comments :
Ya! jaja es que no tener nada tangible entre las manos, sin poder ver nada que gire y te hipnotice mientras escuchas música, no es lo mismo, es verdad ; )
Gracias! Abraaazo fuerte y feliz domingo
María, es la cultura del Todo, “usted tiene derecho a todo” ( pagando, claro), “usted tiene derecho”. Y nos lo creemos.
Un fuerte abrazo casi de lunes.
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