Los días caminan al borde de un río luminoso
Gustave Doré (H. Pisan), L’Orlando Furioso (The Madness of Orlando), 1886.
Hace unos años - ¿tres?, ¿cuatro?-
ya, encalé con poético espesor la pared informe. Me dispuse a defenderla de las
serpientes después de la lluvia, del chillido de los vencejos antes de
septiembre, de los planos y niveles de la nostalgia aún no vencida (cautivo
y desarmado, etcétera).
Enfrascado en estas tareas y en
otras no menos importantes, descuidé el riego de los relojes, el riesgo del
murmullo detrás de la línea donde rompen las olas y, sobre todo, el cultivo de
mis jardines y facetas menos conocidas (por mí mismo).
Han pasado los meses, sin orden ni
concierto, tan pronto era mayo como noviembre. El vengador está ahí, emboscado,
trata de esconderse en lo oscuro pero puedo ver sus movimientos entre las ramas
de la higuera. Aun así he clausurado la muerte, es la hora de la vida plena (he
enterrado muchos nombres en la arena de los días).
Juré que no lo contaría jamás, pero
mi elección no es silencio, coloco velas cada medio metro del borde del
misterio, espero la noche para encenderlas, para recordar al hombre que
fui (vano empeño, soy el de ahora, libre, lejos de aquel).
Y los días caminan al borde de un
río luminoso, en el polvo quedan las huellas de la fortuna (llevo la
relación de los milagros como cuentas de un collar de perlas, estoy seguro que
nunca volveré allí).
Jose Tola (Perú, 1943)
4 comments :
Leo al hombre que es ahora. Sinceramente para robarlo. Cuidado Pedro no vayas sólo por calles oscuras. Que encanto de escritor. Esto último va muy en serio. Buenas noches
Muchísimas gracias, Encarna C. Tendré cuidado por las calles oscuras,
Eres magnífico, Pedro. Te leo siempre y no me sale nunca otra palabra, por eso no te dejo nunca comentarios.
Bueno, ahora que lo pienso, hoy me sale otra. También eres munífico.
Un abrazo
Muchas gracias, Sofía, es un gran estímulo tu opinión, me da fuerzas. Recibo mucho más de lo que aporto. Un fuerte abarzo.
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