Ya no sé cómo contarlo.
Francisco Pradilla - Under Ceres’ Tree
Nos
mienten, nos engañan, intentan atemorizarnos.
Dicen
que el amor es un estado transitorio, que dura no más allá de unos pocos meses.
No es
cierto, yo sigo enamorado de las tres mismas mujeres desde hace muchos años.
Dicen
que el tiempo no existe, que es una unidad de medida desfasada, que solo hay
ahora.
No es
cierto, mis alas están ajadas, mis piernas gritan cuando corro por las riberas,
cuando persigo a las mozas por los prados.
Se
discuten amplias teorías sobre la crisis de la edad – la de los 20, 30, 40, 50,
60, etcétera-. A estas se une ahora la del aburrimiento, ay. La vida real,
formal, se queda corta ¿Esto era todo? ¿Dónde estoy yo? Incluso, ¿quién soy yo?
¿En este me he convertido? Y reflexiones sobre el que era y el que quería ser,
dónde soñaba llegar. Contrastes. Olvidos. Recuerdos. Sueños rotos.
Inconformismo. ¿Me he vuelto autista? ¿Soy invisible?
Hay
otras vidas. Descubrirlo nos llena de excitación, miedo, inquietud, nos atrae,
nos agita, conmueve, asusta, nos llama con sugerentes voces, nos avisa,
interpela, abre habitaciones oscuras llenas de susurros, invitándonos a entrar,
¿dónde?, esas inmensas puertas ¿a qué sombrío territorio nos conduce?, esas
escaleras ¿a qué mazmorras guían?
Y aquí
estamos, inconformistas en el bostezo, temblando de inquietud, con sensaciones
nuevas que abren surcos, con mariposas negras en el estómago, desbordados,
anegados de sueños.
Día a
día os hago testigos de mis fantasías, de mis cicatrices.
Y
cómplices.
Ya no
sé cómo contarlo.
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